Recreación del exoplaneta Trappist-1 h
Recreación del exoplaneta Trappist-1 h - NASA

El último de los planetas Trappist revela sus secretos

El mundo «h», el más externo, orbita su estrella cada 19 días y probablemente sea demasiado frío como para albergar vida tal y como la conocemos

MADRID Actualizado: Guardar
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El anuncio el pasado febrero de la existencia de un sistema de siete planetas rocosos alrededor de la enana roja Trappist-1 a 40 años luz de la Tierra provocó una gran expectación, ya que al menos tres de esos mundos parecen estar en zona habitable, es decir, a la distancia adecuada de su estrella como para mantener agua líquida en su superficie y, por lo tanto, poder albergar vida. Desde entonces, numerosos grupos científicos se han esforzado por conocer más sobre cada uno de esos planetas extrasolares. El más misterioso de los siete resultó ser el «h», el más externo y el menos entendido. Pero ahora, astrónomos de la Universidad de Washington han podido conocer nuevos detalles sobre el mismo que confirman algunas sospechas.

Utilizando datos del telescopio espacial Kepler, los investigadores han confirmado que Trappist-1h orbita su estrella cada 19 días a una distancia de 9,6 millones de km, más allá del borde exterior de la zona habitable, por lo que es probable que sea demasiado frío para la vida, al menos tal como la conocemos. Aunque quizás no siempre fue igual en el pasado. La cantidad de energía que «h» recibe de su estrella es comparable a la que el planeta enano Ceres, que se encuentra en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, recibe de nuestro Sol.

«Es increíblemente emocionante que estemos aprendiendo más acerca de este sistema planetario, especialmente sobre el planeta 'h', del que apenas teníamos información hasta ahora», dice Thomas Zurbuchen, administrador asociado del Directorio de Misiones Científicas de la NASA, con sede en Washington.

«Realmente me complace que Trappist-1H estuviera exactamente donde nuestro equipo predijo que estaría. Me preocupaba que estuviéramos viendo lo que queríamos ver. Después de todo, las cosas casi nunca son exactamente lo que uno espera que sean en este campo», afirma Rodrigo Luger, investigador de la Universidad de Washington en Seattle, y autor principal del estudio sobre el sistema publicado en su día en la revista Nature Astronomy. «La naturaleza generalmente nos sorprende a cada paso, pero, en este caso, la teoría y la observación coinciden perfectamente».

El baile de los siete planetas

Utilizando datos obtenidos anteriormente por la nave espacial Spitzer, el equipo también reconoció un patrón matemático en la frecuencia en la que cada uno de los seis planetas interiores orbita su estrella. Este patrón complejo, pero predecible, llamado resonancia orbital, se produce cuando los planetas ejercen una atracción gravitatoria regular y periódica unos a otros a medida que orbitan su estrella. Es esta influencia armoniosa entre los siete 'hermanos' Trappist lo que mantiene la estabilidad del sistema.

Mediante el estudio de las velocidades orbitales de sus planetas vecinos, los científicos pudieron predecir la velocidad orbital exacta, y por tanto también el período orbital, del planeta «h», incluso antes de las observaciones de Kepler. Posiblemente, estas relaciones se forjaron pronto en la vida del sistema, durante el proceso de formación de planetas.

El telescopio espacial Hubble de la NASA sigue el estudio del sistema Trappist-1 con observaciones atmosféricas, y el futuro y esperado telescopio espacial James Webb será capaz de sondear posibles atmósferas con más detalle. Entonces sabremos mucho más sobre estos esperanzadores mundos.

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