El Creacionismo niega la evolución e interpreta la Biblia de forma literal
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La nueva estrategia del Creacionismo contra la Ciencia

Un estudio en Science recurre a Darwin para mostrar cómo se adaptan a los reveses legales los contrarios a la teoría de la evolución

Madrid Actualizado: Guardar
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La teoría de la evolución del naturalista británico Charles Darwin es una falacia y la existencia del ser humano solo puede explicarse por obra de un «creador». Esto es lo que los creacionistas estadounidenses pretenden que se enseñe en los colegios desde los años 20 del pasado siglo. Y no siempre han utilizado la misma estrategia para ello. A medida que sus particulares argumentos han sido rechazados en los tribunales por ser inconstitucionales -EE.UU. mantiene una clara separación entre la Iglesia y el Estado-, se han adaptado con otros modificados para lograr influencia y poder. ¿Le suena a algo? ¿No es precisamente lo que hacen los animales y las plantas para sobrevivir? Un nuevo estudio del Instituto Nacional de Síntesis Matemática y Biológica (NIMBioS)

y la Universidad Nacional de Australia (ANU) asegura que, irónicamente, la particular batalla creacionista a lo largo de los años para modificar la forma en la que la biología se enseña en las aulas se parece mucho a la teoría de la evolución que tanto critican.

Los investigadores, que han publicado sus conclusiones en la revista Science, han elaborado una especie de árbol filogenético que refleja las variaciones en los textos de las propuestas legislativas de estos ideólogos fundamentalistas en favor del Creacionismo desde 2004 a la actualidad, diez años que suman 65 proyectos de ley.

En un principio, los creacionistas abogaban directamente por eliminar la enseñanza de la evolución de las aulas. Consiguieron que se promulgaran leyes prohibicionistas en varios Estados, pero el Tribunal Supremo las consideró contrarias a la Constitución en 1968. Entonces optaron por una nueva estrategia e intentaron implantar una asignatura alternativa a la biología, de forma que los alumnos también pudieran aprender el «diseño inteligente», que sostiene que la vida es tan compleja que solo puede explicarse como obra de un diseñador, igual que un reloj es obra de un relojero. Tras lograrlo varias veces con gran polémica, la Justicia volvió a darles la espalda.

El «análisis crítico»

Como el «diseño inteligente» desafiaba la legalidad, los creacionistas optaron por una última estrategia más sigilosa, en la que fomentan políticas de «análisis crítico» de la evolución y el origen de la vida, y de otros aspectos científicos como la clonación o el calentamiento global. Es lo que ha pasado en Louisiana y Tennessee, donde lograron aprobar leyes para que en los colegios se pueda estudiar Creacionismo. El truco es defender que los profesores tengan libertad académica para enseñar lo que quieran y cuestionar lo que está en los libros de texto. Así que si un profesor dice que la teoría de la evolución tiene lagunas y que existen explicaciones alternativas, está en todo su derecho.

«Es astuto, ya que no mencionan el creacionismo, pero les dan permiso a los maestros para incluir la pseudociencia y los protegen de las administraciones públicas que dicen que no se debe enseñar esas cosas», explica Nick Matzke, investigador de la ANU. Sin embargo, su análisis muestra «que la mayoría de estos proyectos de ley se pueden relacionar de nuevo al Creacionismo a través de la presencia o ausencia de frases que delatan su historia compartida».

De hecho, el estudio encontró que las propuestas antievolucionistas muestran evidencias de «descendencia con modificación», lo que sugiere que los legisladores antievolucionistas copian ideas propuestas recientemente, en lugar de escribir nuevos proyectos de ley a partir de cero. «La mayoría de las propuestas no tienen sentido, han sido copiadas de otro Estado y cambiadas sin pensar», dice Nick Matzke, y bromea: «No están terriblemente bien diseñadas».

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