Los huesos de pollo, la mayor huella de la humanidad en la Tierra

Un estudio determina que esa será la marca que defina, en el registro fósil futuro, la era del Antropoceno

Huesos de pollo Fotolia
José Manuel Nieves

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Miles de paleontólogos peinan continuamente los cinco continentes en busca de restos fósiles, huesos petrificados de antiguas especies que revelen cómo fue el pasado de la Tierra. El estudio de esos huesos, sus formas, proporciones, disposición y, cada vez más, su ADN, proporciona a los investigadores una auténtica ventana a la prehistoria, y les permite no solo conocer qué especies dominaban el mundo en un momento dado, sino establecer las relaciones que existieron entre esas criaturas, cómo evolucionaron, el ambiente en que vivieron y, a partir de la aparición del hombre, averiguar también cómo influyeron en nuestra propia evolución.

Hoy en día, una única especie, la nuestra, se ha erigido en dueña absoluta del planeta. Hasta tal punto que los geólogos han bautizado como Antropoceno la época presente, marcada a fuego por el impacto de los seres humanos , cuya influencia en muchos de los procesos geológicos de la Tierra se ha hecho abrumadoramente evidente.

Y ahora, un equipo de investigadores de la universidad británica de Leicester, en colaboración con las universidades de Nottingham y la del Noroeste en Sudafrica, se ha preguntado cuál podría ser la característica definitoria de esta nueva era. O, en otras palabras, con qué se encontrarían los paleontólogos del futuro cuando buscaran restos fósiles del Antropoceno que les permitieran comprender nuestra época.

La respuesta ha sido contundente: huesos de pollo . Esa sería, según el estudio recién publicado en la revista Royal Society Open Science , una de las marcas más duraderas del paso de los humanos por la Tierra , el signo distintivo del Antropoceno . A ojos de los paleontólogos del futuro, los huesos de pollo aparecerían de forma repentina y por todas partes en el registro fósil e inundarían, literalmente, un gran número de yacimientos de fósiles. Incluso cuando los humanos hayan desaparecido del planeta, la marca más duradera de nuestro paso por el mundo seguirá siendo una enorme cantidad de huesos de pollo en el registro fósil de nuestra época.

22.700 millones de ejemplares

"Las tendencias de consumo humano -puede leerse en el artículo- han impulsado cambios sin precedentes en la biosfera de la Tierra. Las poblaciones de grupos de animales salvajes se han desplomado en las últimas décadas, mientras que las poblaciones humanas y de ganado han aumentado. La biomasa de los humanos y sus animales domesticados supera ahora la de todos los vertebrados terrestres silvestres. Los pollos domésticados (Gallus gallus domesticus) son un ejemplo sorprendente de una biosfera humana reconfigurada. Son las aves más numerosas del mundo, con una población estable de 22.700 millones de ejemplares". La cifra supera en un orden de magnitud a la suma de las poblaciones de las especies de aves silvestres más abundantes.

Según el estudio, solo en Europa, la población de pollos en 2009 era de 1.900 millones, "mayor que las poblaciones combinadas de las 144 especies de aves salvajes más extendidas. Es probable que se trate de la mayor población de una única especie de ave en toda la historia de la Tierra".

En palabras de Carys Bennet, autor principal de la investigación, "como la especie de vertebrados terrestres más numerosa del planeta, y con una biología construida por los humanos, los pollos modernos son un símbolo de los cambios que hacemos en la biosfera".

Debido a su biología alterada, los pollos modernos son completamente diferentes a sus antepasados "salvajes" . Y esos son, precisamente, el tipo de datos que reconocen los paleontólogos cuando buscan evidencias de cambios biológicos en los entornos del pasado.

Una morfoespecie

Según Mark Williams, profesor de Paleobiología de la Universidad de Leicester y coautor de la investigación, "estos pollos constituyen una nueva ¨morfoespecie¨ desarrollada artificalmente, el tipo de cosas que reconocen los paleontólogos, y reflejan una biosfera irreconocible desde su estado prehumano y ahora dominada por el consumo de nuestra especie y el uso de recursos".

Durante su investigación, los científicos compararon los huesos de los modernos pollos de supermercado con los de sus antepasados de la época romana. Y hallaron que tanto el esqueleto como la química ósea y el ADN de los pollos de engorde (que apenas sobreviven seis semanas debido a las condiciones tecnológicamente controladas de las granjas modernas) son radicalmente diferentes a las de sus tatarabuelos.

Alison Foster, coautora de la investigación, asegura que "desde su domesticación, han existido muchas razas de pollos extrañas y hermosas, pero la actual es quizá la forma más extrema de todas. La forma del cuerpo, la química ósea y la genética de la carne de pollo moderna no tiene nada que ver con la de sus ancestros salvajes y todo lo que vemos en el registro arqueológico".

La forma del cuerpo de estos animales, en efecto, ha cambiado de un modo significativo como resultado de su reproducción selectiva durante los últimos 70 años, periodo durante el que ha habido un crecimiento dramático en la demanda de proteínas bajas en grasa. La razón por la cual la química ósea de estos pollos ha cambiado tanto es en gran parte resultado de la globalización de la distribución de alimentos y su dieta asociada.

Una dieta diferente

Ben Coles, otro de los autores del estudio, que se encargó de investigar los cambios sociales y económicos que hay tras el fenómeno, afirma que "los alimentos que consumen los pollos incluyen soja, maiz, trigo y pescado que probablemente viajaron desde el otro extremo del mundo y están integrados en un sistema alimentario globalizado y asociado con la agricultura".

Una dieta, por lo tanto, muy diferente a la que seguía la tradicional gallina de patio de granja, que solía alimentarse de los restos de la cocina local. En términos evolutivos, los cambios en la biología de estos pollos de engorde modernos han ocurrido extremadamente rápido. En palabras de Jan Zalasiewicz, otro de los firmantes de la investigación, "por lo general, se necesitan millones de años para que ocurra la evolución, pero aquí se ha tardado solo algunas décadas en producir una nueva forma de animal que tenga el potencial para convertirse en una marca del Antropoceno, y la enorme cantidad de estos huesos de pollo descartados en todo el mundo significa que estamos produciendo un nuevo tipo de fósil para el registro geológico".

No sería extraño, por lo tanto, que dentro de miles de años los científicos del futuro se refieran a nosotros como "los devoradores de pollo".

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