Los grandes impactos contra la Tierra se han triplicado durante los últimos 290 millones de años sin que se sepa por qué

Un equipo de investigadores afirma que la extinción de los dinosaurios fue inevitable desde el principio

Los cráteres de impacto de la Luna revelan que el número de colisiones de asteroides se incrementó de forma dramática durante los últimos 300 millones de años. En la imagen, todos los cráteres de impacto de la Luna mayores de 10 km durante los últimos mil millones de años Dr. A Parker/Southwest Research Institute
José Manuel Nieves

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Hace miles de millones de años, cuando el Sistema Solar era aún muy joven y los planetas no habían encontrado todavía su lugar definitivo, abundaban las grandes colisiones de asteroides y cometas contra los mundos recién formados. Las numerosas "cicatrices" que marcan las superficies de la Luna, Marte o Mercurio pueden darnos una idea de aquella época convulsa, que los científicos han llamado "el Gran Bombardeo" . La Tierra, por supuesto, tampoco se libró de aquellas brutales colisiones , una de las cuales fue contra una roca del tamaño de Marte y cuyo resultado fue la formación de la Luna.

Con el tiempo, sin embargo, las cosas se fueron calmando, y durante mucho tiempo los científicos han creido que a medida que el Sistema Solar se hacía más y más maduro, la cantidad de impactos contra la Tierra y los mundos vecinos fue disminuyendo hasta convertirse casi casi en anecdótica.

Pero un nuevo estudio recién publicado en Science revela que estábamos profundamente equivocados. De hecho, durante los últimos 290 millones de años y sin que nadie acierte a comprender por qué, el número de grandes impactos contra cuerpos como la Luna o la Tierra no solo no ha descendido, sino que se ha multiplicado casi por tres.

La clave, en la Luna

Desde hace décadas, los investigadores han tratado de comprender cual es la tasa de impactos de asteroides contra la Tierra a lo largo de su dilatada historia. Una tarea que, por lo general, se lleva a cabo estudiando los cráteres de impacto y datando las rocas que hay a su alrededor. El problema, sin embargo, es que resulta muy difícil encontrar cráteres de más de 300 millones de años. Los más antiguos, se creía hasta ahora, se han desgastado con el tiempo debido a la erosión y otros procesos geológicos como la tectónica de placas. De forma que ha sido prácticamente imposible determinar cómo ha ido evolucionando el número de grandes impactos contra nuestro planeta.

Sin embargo, los investigadores han descubierto que podemos aprender mucho sobre el historial de impactos de nuestro mundo estudiando los de la Luna , ya que ambos cuerpos han sido golpeados de forma similar a lo largo del tiempo. Y en la Luna, que no tiene atmósfera ni actividad geológica, los cráteres no desaparecen ni se borran con el tiempo. "El único obstáculo para hacerlo -asegura William Bottke, experto en asteroides del Southwest Research Institute en Boulder, Colorado, y coautor del artículo de Science- ha sido encontrar una manera precisa de datar los grandes cráteres de la Luna".

Para conseguirlo, el equipo de investigadores estudió la superficie lunar utilizando los datos térmicos e imágenes recopiladas por la misión Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) de la NASA. El radiómetro térmico a bordo de la nave, conocido como Diviner, mostró a los científicos cómo el calor irradia desde la superficie de la Luna, con rocas más grandes que emiten más calor que el suelo lunar más fino. La coautora del artículo Rebecca Ghent, científica planetaria de la Universidad de Toronto y del Instituto de Ciencia Planetaria en Tucson, Arizona, calculó la tasa a la que las rocas lunares se descomponen en el suelo y reveló una relación entre la cantidad de rocas grandes cerca de un cráter y la edad de ese cráter. Usando la técnica de Ghent, el equipo consiguió compilar las edades de todos los cráteres lunares con antigüedad inferior a mil millones de años.

Los cráteres más jóvenes tienden a estar cubiertos por más rocas y restos que los de mayor antigüedad. Esto sucede porque las rocas expulsadas por un impacto de asteroide quedan "molidas" por una lluvia constante de diminutos meteoritos a lo largo de cientos de millones de años.

Tubos de kimberlita

Cuando los investigadores compararon las edades y el número de cráteres de la Luna con los de la Tierra, hicieron el sorprendente descubrimiento de que son extremadamente parecidos, desafiando así la idea establecida de que la Tierra había "perdido" un gran número de cráteres. Para Bottke, "esto significa que la Tierra tiene menos cráteres antiguos en sus regiones más estables, y que eso no se debe a la erosión, sino al hecho de que la tasa de impacto era menor antes de hace 290 millones de años ".

"Demostrar que un menor número de cráteres en la Tierra significa menos impactos y no pérdidas por erosión -afirma por su parte Thomas Gernon, profesor asociado de Ciencias de la Tierra en la Universidad de Southampton y coautor del estudio- supone un desafío formidable".

Un desafío que Gernon superó mostrando que una serie de antiquísimas chimeneas volcánicas de hace 650 millones de años, llamadas "tubos de kimberlita", muy ricas en diamantes y que se extienden en el subsuelo hasta unos dos km de profundidad, están prácticamente intactas. Lo que indica que también se tendrían que haber preservado, si hubieran existido, los cráteres de impacto de la misma antiguedad y en el mismo tipo de terreno.

La conclusión de los investigadores, pues, es que la escasez de cráteres de impacto anteriores a los 290 millones de años no se debe a que hayan desaparecido debido a la erosión, sino al hecho de que hubo menos impactos de asteroides antes de esa fecha.

"Al principio -añade Sara Mazrouei, de la Universidad de Toronto y autora principal del estudio- fue una tarea minuciosa, durante la que revisamos todos los datos para hacer un mapa de los cráteres sin saber si llegaríamos a alguna parte o no".

Pero sí que llegaron. Los cálculos de los investigadores indican que la tasa de formación de cráteres durante los últimos 290 millones de años ha sido entre dos y tres veces mayor que en los 700 millones de años anteriores.

Una extinción inevitable

La razón de este incremento reciente de grandes impactos contra la Tierra resulta desconocida, pero podría estar relacionada, según escriben los científicos, con las grandes colisiones que tuvieron lugar hace más de 290 millones de años en el cinturón de asteroides, entre las órbitas de Marte y Júpiter. Esos eventos podrían haber creado escombros y lanzarlos contra el sistema solar interior.

Estos hallazgos tienen grandes implicaciones para la historia de la vida en la Tierra, que está marcada por los grandes eventos de extinción y la rápida evolución de nuevas especies. Y aunque los eventos de extinción pueden deberse a muchas causas, el equipo de investigadores señala que es muy probable que los impactos de asteroides hayan jugado un papel importante. En particular, los dinosaurios proliferaron hace aproximadamente hace 250 millones de años y, según Gemon -se trataba de especies mucho más vulnerables a los grandes impactos desde el principio, mucho más que los animales anteriores".

"Tal vez -concluye el científico- su extinción fue una cita con el destino: la caída de los dinosaurios fue algo inevitable desde el principio, dada la oleada de grandes rocas espaciales que chocaron contra la Tierra".

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