Cuidado: los géiseres de Encélado podrían no venir de un océano subterráneo

Los grandes chorros de agua salada hallados en el polo sur podrían surgir de bolsas húmedas en el interior de la propia cubierta helada de la luna de Saturno

Esta imagen tomada en 2005 por la sonda Cassini muestra grandes géiseres de vapor de agua surgiendo del polo sur de Encélado Kevin M. Gill, JPL-Caltech/NASA, SSI
José Manuel Nieves

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Desde que en 2005 una serie de sobrevuelos de la sonda Cassini revelaron la existencia de géiseres de vapor de agua en el polo sur de Encélado , los investigadores creen que se deben a la presencia de un gran océano que se extiende bajo la superficie helada de esa luna de Saturno . Ahora, sin embargo, una serie de simulaciones llevadas a cabo por un equipo de investigadores del Dartmouth College, en Hanover, y de las universidades de California en Santa Cruz, Oxford y Nueva York, sugieren otra posible fuente para los géiseres: bolsas húmedas en la propia corteza helada de Encélado. La idea fue propuesta durante la reunión que la Unión Geofísica Estadounidense (AGU) celebró en Nueva Orleans entre el 13 y el 17 de diciembre.

Según el científico planetario Jacob Buffo , uno de los autores, «quizá aún no hemos logrado que la 'pajita' atravesara la capa de hielo hasta el océano. Puede que solo hayamos llegado hasta este extraño embolsamiento». El investigador considera el hallazgo como una advertencia. De hecho, el océano subterráneo de Encélado es uno de los mejores lugares para buscar vida en el Sistema Solar, y los diseños de las futuras misiones que lo visitarán se basan en la idea de que las muestras tomadas de los géiseres probarían directamente el contenido del océano, sin necesidad de perforar o derretir el hielo.

Pero si Buffo y sus colegas están en lo cierto, los datos recogidos por esas misiones no serían los del océano subterráneo, sino que podrían proceder de estas áreas húmedas en la propia corteza helada. «Las simulaciones -explica el investigador- sugieren que se podría estar muestreando esta región fangosa en medio de las capas de hielo, y esa podría no ser la misma química que hay más abajo, en el océano».

Ideal para buscar vida

Encélado lleva cautivando la imaginación de los científicos planetarios desde que en 2005 la nave espacial Cassini de la NASA reveló espectaculares columnas de agua surgiendo de su polo sur. En aquél momento, los investigadores ya se preguntaron si esos chorros de vapor podían originarse en la propia superficie helada de Encélado, donde la fricción causada por los terremotos podría derretir el hielo y dejarlo escapar como vapor de agua pura al espacio. Pero la evidencia posterior recopilada por Cassini convenció a la mayoría de los científicos de que los géiseres proceden de fracturas en el caparazón helado que llegan hasta un gran mar subterráneo salado.

Una de las pruebas más convincentes fue, según el físico Colin Meyer , coautor de la investigación, el hecho de que los géiseres contienen sales, y las primeras versiones de la idea de los terremotos no podían explicar la presencia de esas sales.

Pero Meyer, que ha estudiado la física del hielo marino en la Tierra, se dio cuenta de que las bolsas de agua de deshielo en la propia capa helada de Encélado podrían concentrar sales y otros compuestos. Él, Buffo y sus colegas aplicaron simulaciones por computadora desarrolladas para el hielo marino en la Tierra a las condiciones heladas observadas en la luna de Saturno. Y el equipo descubrió que Encélado podría generar fácilmente bolsas de esta 'papilla helada' dentro de su corteza de hielo y ventilar el contenido de esa papilla al espacio, con sales y todo.

Por supuesto, aclara Meyer, eso no significa que Encélado no tenga un océano. Al contrario, es prácticamente seguro que lo tiene. Y tampoco significa que el océano no sea habitable.

A pesar de ello, las implicaciones de este estudio «son enormes», especialmente para las futuras misiones de búsqueda de vida en esta luna de Saturno. Porque si esos géiseres no proceden del océano sino de la propia cubierta de hielo, nuestras ideas sobre la información que nos revelan sobre el interior de la luna tendrán que cambiar radicalmente. Y eso puede llegar a ser un gran problema a la hora de planificar las futuras misiones de exploración.

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