La astrofísica española, Begoña Vila
La astrofísica española, Begoña Vila - ABC
Entrevista

Begoña Vila, astrofísica: «Yo sí creo que hay vida fuera»

El próximo miércoles la astrofísica gallega recibe un premio de la NASA por su trabajo en el telescopio James Webb, el mejor observatorio espacial de todos los tiempos

Washington Actualizado: Guardar
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Gesticula con convicción de experta en la materia. Su voz dulce recalca, en un suave martilleo, el extremo de cada detalle. Pero le delata el encendido de sus ojos. En casi treinta años de profesión, recuerdo a pocas personas tan apasionadas con un oficio, tan ilusionadas con un proyecto, tan entregadas a una causa. Begoña Vila es la astrofísica española que construye en la NASA el telescopio espacial James Webb (JWST son sus siglas en inglés), el fascinante artilugio llamado a relevar al Hubble cuando sea lanzado en dos años, en la misión más trascendental que ha protagonizado la Humanidad en busca de sus orígenes.

Por fin, las miles de preguntas sobre el nacimiento de las galaxias y las estrellas, la búsqueda de vida en otros planetas, pueden empezar a obtener respuesta.

Cuando el James Webb orbite alrededor de la Tierra desde una distancia a la que jamás ha llegado un ingenio fabricado por el hombre, 1,5 millones de kilómetros, comenzará una nueva etapa para la investigación del espacio. Nos encontramos junto a la doctora Vila en el centro de vuelo espacial Goddard, el primero que estableció la NASA, en 1959, en el estado de Maryland. Y sí, mientras conversamos en una sala contigua, contemplamos el JWST, sometido a la limpieza extrema y el cuidado milimétrico que un equipo de científicos, debidamente equipados, lleva a cabo en la cuenta atrás hacia octubre de 2018.

María Begoña Vila Costas (Vigo, 1963) es consciente del privilegio de trabajar en el telescopio más sofisticado de la historia: «Es algo que pasa pocas veces en la vida. No hay muchas oportunidades de formar parte de algo así». Pero la doctora española tiene algo más que celebrar. El próximo miércoles va a recibir una de las medallas que entrega este año la NASA, precisamente por el éxito del trabajo que ha venido ejerciendo desde 2006, cuando se incorporó a la construcción del James Webb, entonces en la compañía canadiense COM-DEV, contratada por Agencia Espacial Canadiense, que a su vez colaboraba ya con la estadounidense.

El reconocimiento anterior le llegó cuando la Agencia decidió incorporarla a su plantilla en 2012, después de años de duro trabajo: «Bueno, yo creo que debieron de pensar que para hacer lo mismo con un intermediario, mejor la tenemos con nosotros», explica la científica, en alusión a la entrega del modelo de vuelo para el telescopio que tanto satisfizo a la NASA.

Dieciocho grandes espejos

Para los profanos, entender el proceso de construcción y funcionamiento del James Webb es un reto de casi tanta envergadura como descifrar la información que puede llegar a aportar. A diferencia del mítico Hubble, que no tiene más misiones de reparación, el nuevo telescopio, resultado del trabajo de un millar de personas de catorce países, ofrece novedades llamativas: el telescopio cuenta con un diámetro de seis metros y medio, que permitirá una imagen con más luz, y, por tanto, aporta más sensibilidad; ese espejo era demasiado grande para ser enviado en una sola pieza en el cohete, por lo que se ha formado con una estructura de 18 grandes espejos (cada uno del tamaño de una mesa de café y de veinte kilogramos de peso), que ayudarán a proyectar la luz que reciba del sol; las placas protectoras solares, que sirven para mantener al telescopio muy frío, de modo que pueda observar en el infrarrojo, ocuparán al abrirse en el espacio el tamaño de un campo de tenis.

El infrarrojo permite «poder mirar hacia atrás» en el tiempo a las primeras estrellas y galaxias que se formaron, y también mirar a través del polvo en las zonas de formación estelar y planetaria. Aquí la doctora nos apunta el dato más llamativo: ver el origen de la formación del Universo supone cruzar el túnel del tiempo (y el espacio) hasta traer a la actualidad imágenes de hace 13,5 billones de años. Como si se estuviera produciendo ahora.

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