Un agujero negro supermasivo manda en la galaxia

Astrónomos encuentran una estrecha correlación entre la masa del pozo cósmico central y la formación de estrellas

Recreación de un agujero negro supermasivo NASA/JPL-Caltech

ABC.es

En el centro de cada galaxia, también en la nuestra, se cree que reside un poderosísimo agujero negro que puede ser más de un millón de veces más masivo que nuestro Sol. Nadie ha visto uno nunca, pero los científicos saben de su existencia por los efectos gravitacionales que provocan sobre las estrellas. Ahora, una nueva investigación publicada en la revista Nature ha confirmado una segunda influencia sospechada desde hace décadas por los científicos, pero nunca comprobada. Resulta que estos pozos cósmicos pueden determinar el número de estrellas que hay en las galaxias.

Las galaxias jóvenes brillan con nuevas estrellas que se forman a gran velocidad, pero la formación estelar finalmente se apaga a medida que una galaxia evoluciona. Según investigadores de la Universidad de California en Santa Cruz, la masa del agujero negro en el centro es lo que determina lo pronto que ocurre este «enfriamiento». Cuanto más masivo es el agujero, más energía envía y antes desactiva la formación de estrellas al calentar y disipar el gas, que de otra forma se condensaría en las estrellas a medida que se enfría.

«Esta es la primera evidencia observacional directa en la que podemos ver el efecto de un agujero negro en la historia de formación estelar de las galaxias», dice Jean Brodie, profesor de astronomía y astrofísica y coautor del documento.

Los nuevos resultados revelan una interacción continua entre la actividad del agujero negro y la formación de estrellas a lo largo de la vida de una galaxia, afectando a cada generación de estrellas formadas a medida que la galaxia evoluciona.

Cuando los investigadores compararon las historias de formación estelar de galaxias con agujeros negros de diferentes masas, encontraron diferencias notables. Estas diferencias solo se correlacionan con la masa del agujero negro y no con la morfología, el tamaño u otras propiedades galácticas.

«Las galaxias con agujeros negros más grandes se apagaron antes y más rápido que las que tenían agujeros negros más pequeños. Por lo tanto, la formación de estrellas duró más en las galaxias con agujeros negros centrales más pequeños», explica Ignacio Martín-Navarro, primer autor del artículo e investigador postdoctoral en la UC Santa Cruz.

En cuanto a cómo consiguieron obtener estos datos, el investigador explica: «La idea es que la edad de una estrella se ve reflejada en su luz (generalmente cuento más roja, más vieja). Al igual que un prisma es capaz de descomponer luz blanca en los distintos colores, nosotros usamos un algoritmo informático para descomponer la luz de una galaxia en sus distintas poblaciones. De esta manera somos capaces de ver cuál es la edad de las estrellas que componen una galaxia. Lo único que hicimos luego fue ver cómo y si estás edades estelares dependen de la masa del agujero negro central».

Los científicos no incluyeron el agujero negro central de nuestra galaxia en el análisis porque su masa «sí se conoce con precisión, pero las propiedades integradas (de la Vía Láctea) son menos conocidas. Un ejemplo de como los árboles no nos dejan ver el bosque», aunque esperan que el agujero negro central afecte igualmente.

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