Málaga - Cádiz
Mayoría de edad del Cádiz en Málaga (0-1)
Seria victoria y contundente imagen de un Cádiz que confirma su verdad gracias al gol de Sergio Ortuño y al ejemplar esfuerzo colectivo del equipo
Así lo vivimos
Los amarillos celebran el gol de la victoria de Ortuño en el primer tiempo.
Mayoría de edad en La Rosaleda. El Cádiz ha salido de su media inglesa para coronarse en Málaga con la primera victoria a domicilio labrada con orden, disciplina, solidaridad y un tremendo esfuerzo colectivo que trae consigo una mejor defensa y un ataque demoledor, el que sigue teniendo. Además, en esta ocasión salió otro goleador distinto como Sergio Ortuño, que agradeció a su entrenador la confianza dándole al equipo esos tres puntos con los que ya sí que se puede convencer a esos escépticos que andaban contentos con los resultados pero no tanto con la imagen. Triunfo de los que marcan un antes y un después en esos caminos que ya se vislumbran en septiembre que pueden ser formidables.
Este Cádiz ha cumplido los 18 años y se acaba de poner de largo en uno de los campos más exigentes por el ambiente y ante un rival que quiso dominar pero que no pudo. Y es ahí donde se ve el respeto que los de Garitano ya comienzan a ver en las caritas de sus derrotados contrincantes.
Garitano realizó solo un cambio respecto al once que sacó ante el Eibar y sorprendió con la entrada por banda izquierda de Efe Aghama en detrimento de Diarra, que dejó su lugar en la mediapunta a la magia de Suso.
Como era de esperar, el Cádiz salió entregando el balón al Málaga, que antes de que se cumpliese el 5' de partido ya había estrenado los guantes de Víctor Aznar tras un zurdazo sin peligro de David Larrubia, que apenas dejó pasar dos minutos antes de servir un centro al área pequeña recogido por Dani Lorenzo, que tras su control en boca de gol empalmó a las nubes ante la presión de Kovacevic.
El Cádiz respondió al momento tras una asistencia de Suso para dejar solo a García Pascual, que en su intento por salvar la salida del meta local se le fue demasiada alta la vaselina. Apenas se había llegado al 10' de partido y el ritmo de los dos andaluces era eléctrico, explosivo, pero sin llegar a explotar. De momento.
No dejó el Cádiz maniatarse ni que el Málaga fuera el dominador constante. Para ello, que Efe Aghama entrase en juego favorecía que los de Garitano ganaran respeto y terreno. También Ortuño colaboraba en las transiciones, como la que llegó en el minuto 18 en la que el ex del Eldense le cedía a García Pascual, que no se lo pensó dos veces desde el vértice del área antes de sacarse un chutazo potente y seco al que el meta Alfonso Herrero no pudo blocar de primeras, lo que aprovechó Sergio Ortuño para, llegando desde atrás, introducir ajustar el balón para poner a los amarillos por delante.
Sergio Ortuño dedicó su gol.
Espoleados por una afición entusiasta, los malacitanos no dejaron pasar mucho tiempo antes de volcar el campo hacia la portería cadista, lo que no hizo amilanarse a los de Garitano, que por mediación de Tabatadze volvían a cercar la portería contraria pero tras dejar el georgiano a dos contrarios atrás disparó al aire en lo que iba siendo una jugada de marca mayor tras cruzarse de fuera hacia dentro del área rival.
Control, temple y electricidad
Con 0-1 se llegó al tiempo muerto para que la muchachada bebiera agua mientras escuchaba a sus entrenadores y con control y buena gestión del ánimo regresó al campo el once amarillo, que iba ganando madurez y saber estar por momentos en un campo de lo más exigente. Así sí que sí.
Eso no significaba que el Málaga quedaba anulado, sino todo lo contrario porque en la recta final del primer tiempo los de Sergio Pellicer triangularon una jugada en la que si no es por Kovacevic, que se fue al suelo para tapar un disparo raso de Dani Lorenzo, Víctor Aznar hubiera tenido un serio problema.
Los últimos compases de la primera mitad fueron un ejemplo del trabajo bien hecho de un Cádiz que combinó el control del rival, al que lo obligó a ir de más a menos, del temple de la situación y de la electricidad de sus hombres desequilibrantes. Uno de ellos, Tabatadze, aprovechó que iza le doblaba para armar su cañón derecho para hacer exigir a Alfonso Herrero, que se quejaba amargamente a sus defensas por dejar tirar desde fuera del área al georgiano. Al poco tiempo, y por la otra banda, era Efe el que se iba con una bicicleta de su par para conquistar la línea de fondo y centrar pasado y sin encontrar rematador.
Se vuelca el Málaga
No tenía más remedio Pellicer que mover la coctelera dando entrada a Carlos Dotor y Dani Sánchez para darle mayor movimiento a su elaboración en el centro del campo. Este doble cambio causó el efecto buscado por el banquillo local y el Málaga se volcó sobre la portería de Víctor Aznar. Llegaban esos contextos, esos trances, esas situaciones comentadas por Cala en las que el Cádiz debía saber mantenerse y lo cierto es que las primeras acometidas fueron bien reprimidas por la retaguardia cadista.
No se iba a esconder en su madriguera el Cádiz. Es más, en una de sus salidas le llegó la bola a Garcia Pascual, que desde 25 metros se sacó un zapatazo con rosca que se estrelló en la madera para enfado del ariete cadista, que volvía a acariciar el gol.
Pedía cambios el ataque amarillo y pasado el 63' Garitano se lo concedía sustituyendo a Efe por el desesperante y a la vez siempre esperanzador Ocampo. Pero lo primero que vio el uruguayo fue una doble acción de Víctor Aznar, invalidada por posición incorrecta de Chupete, que no hizo más que alertar al ya alertado banquillo gaditano.
Lo mejor de estos acercamientos locales es que solían ser contestados por los hombres de arriba del Cádiz, bien Tabatadze, bien Ocampo, que en apenas dos minutos ya había galopado hacia la línea de fondo dando un toque de atención a la zaga malagueña. Serñia lo único que aportaría el charrúa, que en defensa se convirtió más en rival que en compañero. Ni aprende ni quiere aprender.
Parecía cansado el Cádiz, que también aprovechaba cada dos por tres para descomponer a la afición boquerona perdiendo su mijita de tiempo en cada ocasión que había. A veinte para el final, Suso y 'Tataba' se iban a las duchas y dejaban sitio a Álex y Diarra en busca de una mayor posesión.
Tocaba a rebato el Málaga, que se chocaba ataque tras ataque con una solidaria muralla amarilla en la que Diakité se multiplicaba para tapar, co su cuerpo entero, un disparo desde la frontal que buscaba mucho daño. Volvía a saber sufrir un Cádiz cada vez más hundido pero sin perder el criterio que aportaba Álex.
Remató los cambios en el 81' Garitano cambiando de cromo en la delantera, donde sentaba a García Pascual y daba entrada a Dawda Camara para afrontar un final de encuentro en el que la zaga amarilla, con Víctor Aznar en plan gigante, se convirtió en un muro infranqueable para un Málaga que todo lo intentó pero que nada consiguió ante un mayor de edad que sigue creciendo... y ya sí, prometiendo con más que pruebas evidentes de su verdad.
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