Psicología

Por qué unos se ofenden más que otros y qué se esconde detrás de esa actitud

Un comentario hecho por alguien que no tenía intención de herir puede hacer impresión en una persona debido, entre otras razones, a su historia personal

Por qué algunas personas se ofenden por todo. Adobe Stock
Melissa González

Melissa González

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Sentirse ofendido es un sentimiento común que todos experimentamos de vez en cuando, solo que algunos con más frecuencia que otros...

Aquellos que dicen estar ofendidos se sienten menospreciados, humillados o insultados. Según cuenta Laura Rodríguez, psicóloga del centro de psicología on line Cepsim, la víctima de una ofensa percibe que su amor propio o su dignidad han sido heridos por algo o alguien: «Se traduce en una respuesta de alerta, ya que la persona ha sido agredida de un modo u otro y puede reaccionar de múltiples formas: puede defenderse y agredir a su vez al ofensor, quitarle importancia o culpabilizarse , e incluso no reaccionar en absoluto».

Los llamados «ofendiditos»

Cuando nos ofendamos por algo podemos preguntarnos por qué nos afecta, qué nos hace sentir, si nos ha puesto alerta y, sobre todo, podemos valorar si reaccionar o no. «Defendernos ante una ofensa es fundamental en muchos casos, pero también hay que elegir nuestras batallas, estimar si merece la pena dejar pasar alguna o, incluso, si nuestra reacción puede ser moderada y derivar en un aprendizaje », aconseja Laura Rodríguez.

Explica la experta en psicología que cuando algo nos ofende es porque nos afecta y nos duele. Al parecer, sumergirse en ese dolor y analizar esas palabras o hechos que han sido interpretados como ofensas «nos ayuda a dar sentido a lo que nos ocurre, entender por qué algo nos hace sentir así e ir más allá para dar un nuevo sentido a las emociones que han surgido tras la ofensa».

Un comentario hecho por alguien que no tenía intención de herir puede hacer impresión en una persona debido a su historia personal. Por esta razón, debemos ser cautos a la hora de emitir sugerencias o críticas y estar muy atentos a las reacciones que se pueden producir. «Es importante ser conscientes de que podemos llegar a ofender a alguien cercano y, de hecho, lo hacemos en muchos momentos, y no de forma intencionada, sino simplemente porque el otro, por su historia, por sus valores personales o por su propio contexto, lo interpreta como un ataque y siente que se le menosprecia», advierte.

Dice Laura Rodríguez que hay personas más sensibles que otras a la ofensa: «Podemos analizar si somos más susceptibles valorando nuestras propias inseguridades, la forma que tenemos de encajar las críticas, si nos cuesta admitir los errores, si situamos la responsabilidad de los hechos en nosotros mismos o siempre en el otro, etc.»

El papel de las redes sociales

Aparentemente, tal como expone la psicóloga de Cepsim , la gente está constantemente en guardia, hay opiniones cada vez más polarizadas y eso hace que cualquier comentario o conducta que vaya en contra de nuestros valores se interprete como una ofensa personal y provoque una reacción , que puede llegar a ser agresiva. ¿Las principales protagonistas? Las redes sociales.

«Las redes sociales son un gran disparador en estos casos y una simple opinión puede generar un efecto rebote que se traduce en rabia y ataques personales. El anonimato, la falta de comunicación no verbal, la no contextualización y la expresión sin filtro que se da en ellas hacen que aumenten las posibilidades de que algo nos ofenda», explica.

Es conveniente reflexionar sobre ese efecto negativo que provocamos en el otro con una palabra o un acto, no juzgar el hecho de que la otra persona se sienta ofendida y analizar si podríamos haber asegurado nuestra postura desde otro lugar, con más asertividad, más respeto o en otro contexto: «Hemos de ser cautos a la hora de hacer comentarios que puedan ser hirientes o de posicionarnos sobre un tema porque podemos herir la sensibilidad de alguien».

Defender nuestras opiniones e ideas es fundamental en nuestras relaciones interpersonales. Sin embargo, mantener una comunicación sincera no implica que, a veces, tengamos que pedir disculpas por un comentario o acto que ha ofendido al otro.

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