Psicología

Rafael Santandreu: «Se nos ha olvidado lo que nos hace felices porque nos hemos vuelto más exigentes»

El psicólogo Rafael Santandreu nos invita a disfrutar más intensamente de la vida y dejar atrás las preocupaciones

Rafael Santandreu
Melissa González

Melissa González

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Para Rafael Santandreu, ilustre psicólogo y escritor de libros tan famosos y valorados como «El arte de no amargarse la vida» o «Ser feliz en Alaska», la felicidad está al alcance de todos, solo hay que saber ver que esta no depende de comodidades, sino de dejar de quejarse . Y, al fin y al cabo, tiene razón.

Quizá la infelicidad de la sociedad que nos rodea le llevó en 2018 a publicar el que hasta ahora es su último título: «Nada es tan terrible», un manual completo de autoterapia basado en la psicología cognitiva , la escuela terapéutica más eficaz y científica. El autor consigue no solo que dejemos atrás las preocupaciones, también nos invita a disfrutar más intensamente de la vida, y en el caso de que esto no se llegara a conseguir por los propios medios, habría que ponerse «manos a la obra» y buscar una transformación psicológica con la ayuda de un profesional.

«De la misma forma que acudimos al abogado cuando tenemos un problema o al mecánico cuando se estropea el coche, debemos acudir a un experto cuando no funciona la faceta emocional», dice el experto en su espacio, y es que la cabeza es el principal motor para que todo lo demás vaya bien.

En su último libro «Nada es tan terrible» llega a escribir que «nadie cambia por el hecho de leer un libro ni ir al psicólogo». ¿Qué proceso se lleva a cabo, entonces, para que aquellos que quieren mejorar lo consigan?

El cambio psicológico necesita una transformación. Muchas personas necesitan una especie de reestructuración en sus vías cerebrales, como una especie de limpieza, y eso requiere tiempo, intensidad y esfuerzo, entre otros, pero vale la pena hacer ese trabajo. Nuestra cabeza es el ordenador central, y si esta no funciona, el resto no va a ir bien. En cambio, si la cabeza funciona, todo lo demás también. Nuestra sociedad tiende a intentar curar todo con una pastilla, pero transformar la mente es un trabajo duro e intenso.

Nunca lo he contado, pero hay personas que llegan a consulta diciendo que la psicoterapia es cara y que no tienen dinero y yo, en cambio, no lo creo así y suelo decirles que se equivocan mucho. No van al psicólogo porque les parece caro, pero después se van de vacaciones. No hay inversión más importante que la mente. Sin una mente sana no puede funcionar nada más. Es la prioridad, cueste lo que cueste.

Cree que todo camino lleva a la felicidad

El ser humano está llamado para estar extasiado de la vida, como un perro cuando va a jugar a la playa, lo que pasa que a nosotros se nos ha olvidado todo aquello que nos hace feliz porque nos hemos vuelto más exigentes. Siempre se puede recuperar la capacidad de ser felices, pero hay que estar por la labor.

Al parecer, para usted no hay nada en la vida que sea lo suficientemente horrible. ¿Tampoco lo es la muerte?

No. Yo prefiero pensar como Stephen Hawking, que incluso en el peor escenario posible todavía se le puede quitar "hierro al asunto". El psicólogo Viktor Emil Frankl sobrevivió en el campo de concentración y descubrió que la felicidad no depende de las comodidades.

Algo por el estilo le ocurrió a Iván, un chico al que ha podido entrevistar y que asegura haber sido feliz en la cárcel.

Iván se dio cuenta de que la felicidad depende de dejar de quejarse allá donde estuviera. En la cárcel hizo las mejores amistades y empezó a ver que era incluso más feliz que cuando estaba en plena libertad.

Es curioso porque al poco tiempo de salir publicado el libro «Nada es tan terrible», me escribió una chica policía asegurándome que le conoció y le impactó la manera de ser de Iván. Aprendió mucho de él porque era inmensamente feliz ahí dentro y a ella le costaba entender por qué.

El psicólogo y escritor Rafael Santandreu.

Por la situación que estamos viviendo parece normal vivir rupturas, despidos... ¿Cómo habría que afrontar estas situaciones para ver el lado positivo?

Lo primero, no decirse a uno mismo que esa situación es muy mala. Sufrir un desamor o que nos echen del trabajo es un inconveniente, pero no para que nos arrebate la felicidad. El argumento es comparar esto que estamos viviendo ahora con lo que se vivía hace años, como las guerras. Esto, al lado de la situación de antes, es un paseo por el mar. Tenemos la fortuna de que no hay guerra y hay que pensar que las cosas podrían ser peores. En todas partes hay oportunidades. Hay que plantearse la siguiente pregunta: «¿Qué me diría Stephen Hawking de lo que estoy viviendo?»

Y, sin embargo, todavía hay quien se preocupa por «pequeñeces»...

Primero hay que comprender que cualquiera puede estar neurótico, y en segundo lugar no hay que entrar en las dinámicas de pensamiento de este tipo de personas. Existe un mito llamado «mito de la preocupación», una creencia irracional de que si no te preocupas no te ocupas, y crearse súper exigencias es el camino directo a la neurosis. El perfeccionismo lleva a ello.

En mi libro «Ser feliz en Alaska» doy cinco herramientas para no dejarse llevar por las neuras del resto: amor, humor, surrealismo, decir que sí y dejarle solo.

Hay una frase célebre que dice «Si el problema no tiene solucion, ¿para qué preocuparse?». ¿Defiende el mensaje que transmite?

Esta frase es muy sabia. Los seres humanos no tienen por qué preocuparse por nada. Hay mucha gente que no se preocupa por nada. Si tiene solución se ponen a ello y disfrutan. Y si no tiene, renuncian a ello, se dan cuenta de que nunca lo necesitaron.

La psicología cognitiva nos enseña a combatir la "necesititis", esto es saber que necesitamos muy poco para estar bien. Y entre otras cosas, no necesitamos resolver infinidad de cosas porque con la comida y la bebida del día nos basta.

Muchos expertos en la materia critican los libros de autoayuda que venden mensajes de esperanza. ¿Qué opina?

Hay muchos coaches con frases típicas de "cree en ti" etc. y me parecen libros infumables. Los psicólogos no venden humo. Aún así, no podemos cancelar la voz de la gente y aunque no creo que funcionen esta clase de libros y no los compraría, pueden hacer algún bien.

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