Alfred Sonnenfeld: «Podemos cambiar la actividad de nuestros genes con nuestra forma de actuar»

El médico y teólogo plantea en su obra 'El arte de la felicidad' que la gran tarea del ser humano consiste no solo en vivir, sino en vivir bien

Alfred Sonnenfeld, en una imagen de archivo. Isabel B. Permuy
Raquel Alcolea

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Nuestro cerebro está capacitado para aprender y cambiar constantemente y también para adaptarse a los retos y a cada nueva circunstancia gracias a su gran plasticidad . Pero, ¿y si además estuviera en nuestra mano activar nuestros genes para favorecer nuestra salud? En 'El arte de la felicidad' (Editorial Almuzara) el médico y teólogo Alfred Sonnenfeld aúna el punto de vista científico y espiritual apoyándose en los últimos avances de la neurobiología y la epigenética para demostrar que, con una actitud entusiasta, es posible lograr nuestras metas si nos apoyamos en dos poderosos aliados: nuestros genes y nuestro cerebro.

Portada de 'El arte de la felicidad' Almuzara

En su obra defiende que nuestros genes pueden contribuir a mejorar la salud si optamos por una vida buena, ¿qué define este tipo de vida?

Para definir este tipo de vida he usado mucho la palabra prosocial y esto implica que una persona que actúa queriendo no solo su propio bien sino el bien de los demás . El bien propio es consecuencia en realidad de querer el bien de los demás. Citaré un ejemplo. Mi prima que vive en Kiel, al norte de Alemania, se dedica desde hace años a ayudar a personas con problemas económicos a que puedan dar el salto a la sociedad. Gracias a ella un niño de una de las familias a las que ayuda progresó tanto en sus estudios y en su carrera profesional que alcanzó un puesto relevante en una gran empresa a nivel internacional. Pero ella lo hizo porque le hacía bien y porque con ello se sintió realizada, no para salir en los medios de comunicación ni para demostrar a nadie lo buena que es.

Una persona que quiere su bien y el de los demás practica lo que Aristóteles llamaba ' Eudaimonía ', que se puede traducir como «llevar una vida lograda a través de un bien realizable por el ser humano, es decir, una realidad factible». Por tanto, no es algo utópico. Todos podemos desear el bien y perseguirlo con nuestra actividad.

Una palabra que uso mucho en mis conferencias es disfrutar . Me encanta esta palabra. Hay que disfrutar de la vida y además creo que se puede disfrutar haciendo el bien. Y eso no es algo que se asimile con facilidad, pues la gente piensa que siendo corrupta va a ser feliz.

¿Y se equivocan?

Sí, se equivocan de lleno. Esto es algo que he aprendido del estudio de los griegos de la Grecia clásica y en concreto del concepto de «apropiarse de la belleza». Por eso ética y estética están muy unidas. Una persona bella es una persona que hace el bien.

Apunta también en su libro que existen actitudes ante la vida y estados de ánimo que afectan de forma negativa a nuestros genes...

La cuestión que planteo es que no solo tender hacia el bien con el espíritu nos hace bien, sino que también nos beneficia si lo hacemos con el cuerpo . Los genes se activan de forma positiva cuando se hace el bien pues esa forma de actuar en la vida aumenta nuestras fuerzas autocurativas que permiten, por ejemplo, que las heridas cicatricen mejor, que aumenten nuestras defensas frente a las infecciones, que nos recuperemos antes de una intervención quirúrgica... El funcionamiento de nuestro sistema inmunológico depende mucho de nuestra actitud ante la vida.

Si esa actitud se corresponde con hastío, desgana, falta de motivación... ¿de qué manera influye en la salud mental y física

Lo peor que puede hacer una persona es tener y mostrar una actitud pasiva ante la vida. Y lo digo muy claro, pues cuando se cae en esa actitud, esa persona corre un peligro tremendo de desembocar en la demencia .

En la vida hay que tener y mostrar interés por las cosas , sentir curiosidad por todo, como decía Albert Einstein, y sentir pasión por lo que se hace... Si esto no se da, irán mal las cosas y perjudicará especialmente la salud y el sistema inmunológico.

«El funcionamiento de nuestro sistema inmunológico depende mucho de nuestra actitud ante la vida»

Pero esto no es algo que se plantee a menudo, pues lo más habitual es relacionar los problemas de la salud con la genética o con el entorno, no con nuestra actitud ante la vida...

La actitud que se tiene ante la vida es fundamental para envejecer saludablemente . En el libro planteo por qué envejecemos de forma distinta y explico que tenemos la capacidad de influir sobre nuestros telómeros . Cuando son cortos es una señal de que esa persona está envejeciendo rápidamente. Y eso de la relación de la salud con la longitud de los telómeros no lo digo yo, pues eso ya lo planteó Elizabeth Blackburn con su equipo y por eso ganó el Premio Nobel.

¿Cómo se evita el envejecimiento prematuro?

Una persona que sepa concentrarse en lo que hace y que no esté dispersa constantemente tendrá los telómeros más largos. Y el estilo de vida también influye. De hecho, en relación a la dieta cabe destacar, y esto es algo que también planteó Blackburn, que aquellos que solo toman embutidos y 'fast food' de forma habitual están acortando sus telómeros. La comida fresca hace que los telómeros sean más largos. Y eso es mucho más importante que usar cualquier crema antiedad por la que a veces se paga muchísimo.

También es importante hacer ejercicio físico a diario y dormir bien. Ejercitarse a diario es sin duda una pastilla de salud magnífica.

En su ensayo insiste en que nunca es demasiado tarde para sanar, para encontrar nuevamente el camino que conduce a la felicidad. ¿Qué tiene que ocurrir?

Es importante recordar que nuestro cerebro no está programado por los sistemas genéticos, el cerebro se reestructura constantemente, dependiendo para ello de las diferentes experiencias que vamos haciendo durante la vida. En caso de vivir en el Amazonas podríamos distinguir 120 tipos de verde, pero viviendo en España basta con distinguir verde, muy verde o poco verde. Pero lo que nos hace más felices es cuando descubrimos algo por cuenta propia y nos entusiasmamos con ello. Es entonces cuando de las prolongaciones de las neuronas se liberan unas sustancias mensajeras especiales que actúan como abono para el cerebro . Siempre que nos entusiasmamos con algo que nos llega muy adentro en nuestro cerebro, el potencial neuroplástico, es decir la capacidad de regeneración de nuestras fuerzas autocurativas se desarrolla mucho mejor. Y esto ocurre también cuando nos focalizamos en lo prosocial animando a otras personas o a los hijos con esas cuatro palabras mágicas: invitar, animar, inspirar y entusiasmar.

«En muchas ocasiones hemos de saber abandonar la zona de confort y salir del piloto automático y del estado pasivo y esto no deja de ser buenísimo para el cerebro y nos hace felices y está claro que las personas felices pocas veces enferman»

No necesitamos demasiado para vivir mejor...

Claro, la gente podría vivir mucho mejor teniendo en cuenta pocas cosas, pero estas pocas cosas no se pueden pasar por alto. Hay que desprenderse de los miedos , sobre todo de aquellos miedos producidos por nuestra imaginación, es decir, por nuestras representaciones mentales que nos pueden atormentar. Desprendernos de esos peligros para vivir con más serenidad . Ya decía Viktor Frankl , al que tuve la suerte de conocer, que lo importante es tener un sentido profundo en la vida. Eso le hacía tener fuerza para él y para ayudar a otras personas a que no se suicidasen.

Se necesita, por tanto, un parón reflexivo que permita preguntarnos quiénes somos, a dónde queremos ir y en manos de quién estamos dejando nuestra vida.. De esta manera nos centraremos en lo que es importante para nosotros y en lo que realmente nos llena.

Al referirse a la posibilidad de encontrar ese sentido profundo de la vida, ¿por dónde habría que empezar?

Hay que coger las riendas de la vida y ser empresario de nuestra vida y de nosotros mismos porque a la eudaimonía le interesa la persona en su totalidad, no solo parcialmente.

La gente tiende a ver las cosas de forma unidimensional y esto ya lo decía Platón en 'La República' cuando hablaba de la caverna.

Vivimos en una sociedad donde se reduce casi todo a lo material, pero lo que planteo es que es posible cambiar la actividad de nuestros genes con nuestra forma de vivir. Las personas que hacen el bien logran activar sus genes de forma positiva , tienen más fuerza, más recursos y más herramientas para afrontar las adversidades y las enfermedades.

«La felicidad tiene mucho que ver con lograr buenas relaciones interpersonales»

En uno de los capítulos de su libro invita a «encontrar nuestra pasión» y hace hincapié en el concepto de 'Grit' o deseo de mejora constante, ¿cómo se entrena esta capacidad?

Para mí fue un descubrimiento lo que planteaba la psicóloga norteamericana Angela Duckworth que consiste en asegurar que el secreto del éxito no radica tanto en el talento ni en el coeficiente intelectual como en el grit: el deseo de mejora constante que combina la pasión con la perseverancia . La idea es que uno disfrute trabajando. Siempre. Algunas personas hacen lo mínimo en su día a día y solo piensan en el fin de semana. Y este puede ser un modo de ver la vida, sí, pero creo que es importante aprender a disfrutar de la vida en su conjunto.

A los niños el entusiasmo les viene dado por naturaleza, desde que nacen, pero con el paso del tiempo esa creatividad inicial se va difuminando. Podría decirse que de alguna manera la sociedad nos está machacando y que apenas nos pone fines bonitos por los que luchar. Pero en realidad no me estoy metiendo con la sociedad competitiva, lo que planteo es que solos no podemos existir y que la felicidad tiene mucho que ver con lograr buenas relaciones interpersonales.

Todos pasamos neurobiológicamente de un estado de incoherencia cerebral que solemos superar a un estado de coherencia y eso es la vida. Hay que luchar y superarse. La vida es estar superando constantemente estados de incoherencia, lo cual significa que en muchas ocasiones hemos de saber abandonar la zona de confort o salir del estado del piloto automático y del estado pasivo , y esto no deja de ser buenísimo para el cerebro y nos hace felices y está claro que las personas felices pocas veces enferman.

Sobre Alfred Sonnenfeld

Doctor en Medicina y en Teología, Alfred Sonnenfeld ha sido miembro experto de la Comisión Ética de la Clínica Universitaria Charité de Berlín y profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad Humboldf de Berlín.

En Alemania ha intervenido con frecuencia en debates de radio y televisión y ha impartido numerosas conferencias.

Actualmente ejerce de profesor de Antropología y Ética en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y de profesor de posgrado en la Universidad Complutense de Madrid. Entre sus libros destacan 'Liderazgo ético', 'Serenidad. La sabiduría de gobernarse', 'Educar para madurar. Consejos neurobiológicos y espirituales para que tú y tus hijos sean felices' y 'Armonía. La sorprendente comunicación en la pareja'.

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