Los beneficios que el baile flamenco aporta al cuerpo y a la mente

Las sensaciones que transmite la expresión artística del flamenco (sentimientos, fuerza y ritmo) se manifiestan a través del baile y del cante y contribuyen a mejorar las capacidades físicas y cognitivas

El movimiento de los dedos y de los brazos es fundamental en el aprendizaje de esta disciplina.
Raquel Alcolea

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Lo primero que se aprende cuando una persona se inicia en la práctica de baile flamenco es el compás pues, aunque es un elemento técnico de la música en general, su papel es fundamental tanto en la expresión artística como física del flamenco ya que sirve para diferenciar los ritmos que se pueden hacer con las palmas , con el taconeo , con el cajón y, claro está, con la guitarra , el cante y el baile . Tal como explica Guillermina de Bedoya , bailarina profesional y profesora de danza, para empezar a bailar es fundamental que sintamos que llevamos dentro ese ritmo. Por eso en las primeras clases para aprender esta disciplina las prácticas se centran en las palmas y en los ejercicios de golpes de pies marcando el compás flamenco. A partir de ahí se irán incorporando y combinando de forma escalonada los pasos, los zapateados y los movimientos del cuerpo, especialmente de los brazos y de las manos.

El compás puede ser de tres tiempos o de dos tiempos, aunque el más característico es el denominado amalgama , que es el que combina ambos, binario y ternario. Eso sí algunos palos pueden tener una estructura de ritmos singular como es el caso de la Soleá, la Siguiriya o la Bulería, mientras que los estilos libres (Tonás, Taranta, Granaínas o Malagueña) se expresan en un compás flamenco específico o propio.

«El compás es el que hace que el movimiento fluya, por eso el ritmo es fundamental cuando bailamos flamenco», comenta De Bedoya. De hecho una de las claves en el aprendizaje es entender que la música flamenca tiene fuerza y ritmo , pero además transmite sentimientos y que eso también se nota a la hora de bailar. «La libertad con la que uno puede expresarse al ritmo de la música flamenca hace que al bailar uno se sienta libre . En cuanto escuchan la música los alumnos se arrancan a bailar, a dar palmas y a mover las caderas. Es automático y les sale de dentro», revela. Por eso la experta asegura que uno de los principales beneficios físicos que aporta esta práctica es que es capaz de provocar la activación del cuerpo en conexión con la música.

La música es, por tanto, la que toca directamente el corazón de cada persona y activa el movimiento. «En cuanto alguien escucha la música de unas sevillanas, por ejemplo, que es un baile de folklore andaluz, los alumnos arrancan a bailar aunque no se sepan los pasos. Y lo mismo sucede con una rumba flamenca o cuando suena la guitarra de Paco de Lucía o un 'Entre dos aguas'. Hay tantos compositores flamencos tan buenos y hacen una música tan sentida y tan bonita que uno se pone a bailar y a moverse casi sin pensarlo», expresa la profesora de danza, quien se muestra convencida de que, cuando uno baila es capaz de evadirse de los problemas, viajar, olvidar lo que le preocupa y disfrutar.

Las manos y los pies, los elementos clave

El movimiento de las muñecas, las manos y los dedos alcanza su máxima expresión con el baile flamenco. La fuerza que se imprime a los movimientos, los abanicos que se hacen con los dedos, los giros de las muñecas contribuyen a mejorar la movilidad de las manos y los dedos. Si además se usa en el aprendizaje el uso de palillos o castañuelas la dificultad aumenta, pero también la capacidad de expresión.

El zapateado y ese «apretar el suelo con los pies» imprime una mayor seguridad al moverse y, según asegura la profesora, ayuda a caminar más erguidos y con un mayor equilibrio .

También contribuye a la mejora de las capacidades cognitivas pues con el flamenco necesitamos seguir un ritmo de secuencia constante en el que van cambiando los movimientos. Interiorizar secuencias musicales y acompañarlas con el movimiento de las manos, los brazos y los pies permite además expresar y exteriorizar los sentimientos cotidianos. «A la mente se le hace trabajar, expresar y pensar en el baile y eso permite mejorar la concentración y la memoria», argumenta De Bedoya.

También puedes ponerse en forma

Guillermina De Bedoya cuenta también con programas que aúnan la actividad física con la expresión de los sentimientos , como es el 'Flamenco Entrenamiento' . Este se divide en cuatro sesiones: 'Flamenco Cardio', 'Flamenco Tonic', 'Flamenco Coreo' y 'Flamenco Estira'.

Su propuesta incluye ejercicios específicos basados en los pasos del baile flamenco que, según explica, ayudan a fortalecer y definir los músculos de las piernas, los tobillos, la faja abdominal, los brazos y las manos «de modo que la postura de nuestro cuerpo transmita la fuerza, el arte y el poderío propios del baile flamenco».

Pero aunque la base del entrenamiento sean los pasos del flamenco no es necesario tener conocimientos previos de baile. De hecho la profesora de danza apunta que, como sucede con cualquier entrenamiento, la posibilidad de entrenar partiendo de cero es perfecta «pues las directrices más simples son las que nos llevan a ejercitarnos correctamente en la dificultad». La clave para conectar con esta disciplina es repetir y repetir hasta lograr mecanizar el movimiento, pues una vez que lo tengamos mecanizado podremos corregir o pulir los fallos. «Coordinar el cuerpo es complicado y pensar en varias cosas a la vez suele costar, así que lo que recomiendo es paciencia. El trabajo es progresivo y se entrena la fuerza, la coordinación, el arte y el ritmo», afirma. Eso sí, hay dos cosas que De Bedoya considera fundamentales para aprovechar la práctica. Una es la necesidad de contar con la experiencia de un profesional que ayude a entender bien los ejercicios y otra es la constancia , pues solo gracias a ella se podrá apreciar la evolución.

Practicar este tipo de entrenamiento contribuye a activar y mejorar la capacidad cardiovascular y respiratoria , mejora la capacidad muscular y articular y aumenta la resistencia, la velocidad de reacción, la flexibilidad, la coordinación y la fuerza. Pero además la improvisación inherente a esta práctica, tan conectada con las emociones, permite aumentar la creatividad y la sensibilidad.

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