La escasez de tierras de cultivo y la demanda de alimentos despiertan el apetito inversor

Los grandes fondos buscan sacar rentabilidad en la agricultura española ante un futuro de escasez

Vendimia en Aragón. Efe

José A. González

El pasado 2020, Bill Gates, fundador de Microsoft, se convirtió en uno de los principales terratenientes privados de Estados Unidos. Un movimiento sorprendente donde el 'nerd', así se denomina él, dejó la tecnología para convertirse en granjero Bill con casi 110.000 hectáreas de tierra de cultivo en Estados Unidos. Sin embargo, Gates no es el único multimillonario interesado en las tierras agrícolas estadounidenses: Jeff Bezos acumula entre sus posesiones casi 170.000 hectáreas. ¿Por qué el cuarto y segundo hombre más ricos del mundo se hacen 'granjeros'?

Realmente no son ellos los que bajan a los cultivos a arar o a plantar. «Compra tierra que ya no la hacen más», decía el escritor Mark Twain. «Evidentemente buscan una rentabilidad», señala Héctor Rodríguez Marrero, director asociado de Agribusiness de CBRE España. «Buscan un activo real y simple, basado en la tierra y el agua », añade.

La seguridad alimentaria y la disponibilidad de frutos y alimentos es esencial para las próximas décadas donde, según cálculos de Naciones Unidas, habrá que dar de comer a 10.000 millones de personas . Un reto logístico, agrícola y ganadero donde la producción de alimentos deberá crecer un 70%.

Todo ello en un contexto donde los recursos naturales, hídricos y, también, de disponibilidad de tierras son cada vez más limitados, ya sea por la expansión urbanística como por la fertilidad de los suelos como consecuencia del cambio climático. Sólo en las últimas dos décadas, se han perdido más de 11 millones de acres de tierras de cultivo en Estados Unidos.

«En los últimos diez años la cifra de fondos de inversión que operan e invierten en agronegocios ha aumentado en 15 veces»

Héctor rodríguez

director asociado de Agribusiness de CBRE España

La falta de precipitaciones, los incendios y la sobreexplotación han provocado un aumento de la desertificación de las tierras. En España, tres cuartas partes del país están en serio riesgo de desertización . «Al problema del cambio climático hay que añadir que los usuarios cada vez son más exigentes y quieren saber de dónde vienen los productos que comen», señala Regino Coca, fundador de Cocampo, plataforma web especializada con anuncios para invertir en fincas rústicas.

La fórmula es simple: más demanda de alimentos y menos disponibilidad de terrenos es igual a mayores ganancias y más rentabilidad. Una oportunidad que ha despertado el interés de muchos inversores. «En los últimos diez años la cifra de fondos de inversión que operan e invierten en agronegocios ha aumentado en 15 veces», destaca Rodríguez.

Con más de 3,8 millones de hectáreas, España es uno de los «grandes atractivos para los inversores institucionales». Además, «hay que sumar a la ecuación la Política Agraria Común (PAC) que incentivará la producción en la Unión Europea y eso despierta el interés por España», añade Coca.

Un apetito que se ve reflejado en las transacciones de fincas rústicas en el Instituto Nacional de Estadística (INE). El pasado mes de marzo, España registró 16.378 transacciones de fincas rústicas, la cifra más alta desde los últimos meses de 2007.

En los primeros seis meses de 2022, el INE ha anotado 85.502 transacciones, un 3,92% más que el mismo periodo de 2021. «Es la mayor cifra de los últimos 15 años», revela el fundador de Cocampo.

Refugio en tiempos de incertidumbre

Hace 10 años, la mayoría de los inversores consideraban los agronegocios (especialmente en Europa) como una inversión volátil y de alto riesgo», destaca CBRE en su último informe sobre este tipo de inversión. «Ahora, la mentalidad y el paradigma han cambiado», añaden.

A pesar de que el precio que ganan los agricultores por labrar la tierra no ha crecido, el valor de las tierras que trabajan sí. «Las rentabilidades existen y están sujetas, por ejemplo, a la extensión del terreno y la economía de escala», asegura Coca.

El precio medio de la tierra para uso agrario en España ha aumentado en 56 €/ha, desde los 10.124 €/ha en 2020 hasta los 10.180 €/ha en 2021

Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), el precio medio de la tierra para uso agrario en España aumentó en 56 €/ha, desde los 10.124 €/ha en 2020, hasta los 10.180 €/ha en 2021. En solo cinco años, la cifra se ha expandido más de un 3%.

Las tierras de Andalucía, Castilla-La Mancha y Castilla León son las que más interés despiertan entre los inversores. «Sin embargo, las más atractivas son las fincas con agua y que están cerca de las vegas de los ríos », apostilla el responsable de Cocampo. «Estas tienen menor disponibilidad de venta».

La falta de agua es el gran quebradero de cabeza de agricultores, ganaderos y también inversores que buscan en estas tierras rentabilidad. «En los últimos meses hemos visto un aumento de inversores institucionales (grandes patrimonios) interesados en este sector», asegura Héctor Rodríguez. «También hay fondos de pensiones y, sobre todo, capital riesgo», añade. «El campo es un activo refugio frente a la inflación», destaca Coca.

La inversión en las tierras de la península ibérica «no tienen interés inmobiliario y no se busca esa rentabilidad», revela. «Se prefiere la profesionalización o la digitalización , ahí es dónde la persiguen», acota Rodríguez.

La revalorización del terreno no es la meta, sino la productividad del cultivo. «Hay mucho interés en tierra sin cultivar», destaca el director asociado de Agribusiness de CBRE España. El cambio de cultivo para sacar el máximo rendimiento económico es muy común en estas inversiones. «Ahora se apuesta mucho por el leñoso», apunta Coca. «Olivos, almendros y pistachos es lo más común para la inversión», certifica Rodríguez. Una tendencia que también se produce en la ganadería. «Recientemente he hablado con una familia que quiere traer a España vacas de la raza Angus, porque ven que se le puede sacar más rentabilidad», comenta el responsable de Cocampo.

Burbuja por las renovables

A pesar del aumento del precio de las tierras, «aún hay margen de subida», destaca Regino Coca. «No hay burbuja, pero hay que estar atentos al tema de las renovables», advierte. Cada vez más, los cultivos y las ovejas o las vacas comparten espacio con paneles solares y grandes instalaciones eólicas.

«No hay burbuja, pero hay que estar atentos al tema de las renovables»

Regino Coca

fundador de Cocampo

En la actualidad existen en España más de 62.000 instalaciones fotovoltaicas y casi 1.300 parques eólicos. Números aún insuficientes para alcanzar las cifras de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética de 2021 que pone como objetivo que el sistema eléctrico genere el 74% de la energía con renovables en 2030. Eso supone un aumento de las hectáreas de terreno para anclar los aerogeneradores o fijar los paneles solares.

Según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el 50% del suelo está catalogado como superficie agraria útil con más de 23 millones de hectáreas. La convivencia de las actividades tradicionales y la producción de energía fotovoltaica.

«Muchos fondos que invierten en energías renovables están apostando por los terrenos agrícolas y eso va a elevar el precio», advierte Coca. «Ellos también buscan terrenos productivos que suelen estar cerca del agua y eso va a generar subidas», comenta.

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