Vejer: El rincón blanco que te cobija

Con sus casas encaladas, sus patios llenos de flores y su gente acogedora como buenos embajadores

Vejer: El rincón blanco que te cobija ABC

Elena Carmona

Vejer te espera con los brazos abiertos en la cima de un cerro, a 193 metros sobre el nivel del mar. Se divisa desde kilómetros de distancia como una atalaya natural que dibuja su silueta centenaria y que durante toda su historia ha tenido un gran valor estratégico. Con sus casas encaladas, sus patios llenos de flores y su gente acogedora como buenos embajadores de un municipio que ha sabido mantener su encanto con el paso de los años, atrayendo a un turismo que adora callejear, tomar un café en un buen mirador o dejarse imbuir por los olores y sabores de esa cultura árabe que tanto sello ha impregnado en la zona.

Misterio y silencio

Misterio y silencio en unas callejuelas que rebosan blancura y limpieza, donde es fácil andar y hacer muchísimas fotos que quedarán para el recuerdo. Con un recinto amurallado que data del siglo XIII y alberga un museo en la calle. Lleno de numerosos arcos, que configuran las puertas de entrada a la ciudad; Puerta Cerrada, de la Villa, de Sancho IV, de la Segur, a través de las cuales se llega a la Iglesia del Divino Salvador, al Castillo –que se encuentra cerrado por reformas- o al Convento de las Monjas Concepcionistas.

Durante ese paseo por las callejuelas uno puede disfrutar de lugares como el Palacio del Marqués de Tamarón, los molinos de viento, símbolo de la imagen de Vejer, o los museos de Tradiciones y Costumbres y el de la Historia y Arqueología del municipio vejeriego. Dentro de ese recinto amurallado es también punto de encuentro para turistas y visitantes la plaza de España –popularmente conocida como la plaza de Los Pescaítos- que durante los siglos XVI y XVII era el lugar donde se celebraban los festejos taurinos y ahora alberga un importante número de establecimientos hosteleros y comercios, además del propio Ayuntamiento de la localidad.

Para quienes adoran la costa con su extensa playa de El Palmar ABC

Ruta a pie por el Casco Histórico

Esa ruta a pie por el Casco Histórico te acerca también a un pequeño mercado de abastos con zona gastronómica, que se ha convertido en lugar de obligada visita. Todo ello mientras el caminante va en busca y captura de rincones que embellezcan sus redes sociales. En junio del pasado año se inauguraba el Rincón del Beso, que por la noche se convierte en una estampa imborrable de una memoria que tendrá muy presente la historia de amor que protagonizara Vejer hace años.

Durante más de cinco siglos, los árabes dominaron este pueblo donde vivía Catalina Fernández , una bella joven de clase noble que encandiló al emir marroquí Sidi Ali Ben Rachid. Ella se convirtió al Islam, se casaron y la Reconquista hizo que tuvieran que huir a Marruecos para poder vivir su historia de amor.

A la joven con el paso del tiempo le invadió la tristeza y el emir, que fue tomando cada vez más poder, preocupado por la salud de su mujer decidió recrear su pueblo para que ella no lo echase tanto de menos: las mismas callejuelas, las fachadas encaladas, pero en esta ocasión con un azul mar como guiño al pueblo bereber. Hoy ese pueblo es Chaouen y está en Marruecos.

ABC

Mientras tanto, al otro lado del Atlántico está Vejer «te cobija» . Jugando con el significado de acogedor ponen de relieve la importancia del traje típico de la mujer vejeriega «el cobijao», de origen castellano aunque asociado a la cultura islámica. Es un pueblo lleno de miradores que muestran panorámicas de la comarca de La Janda, de la playa de El Palmar, pero también es un destino adorado por los amantes de la buena cocina. Lugares especiales que se esconden en cualquier rincón de este pueblo, que tiene como seña de identidad el lomo en manteca y la carne de retinto ecológica, muy apreciada y sabrosa; o sus vinos o una apetecible repostería artesanal.

Vejer tiene para todos los gustos : para los amantes de la naturaleza con La Muela y Santa Lucía o para quienes adoran la costa con su extensa playa de El Palmar, a tan sólo nueve kilómetros del pueblo. Con magníficos restaurantes y servicios para disfrutar de una jornada playera, en familia o con amigas, convirtiéndose en el lugar perfecto para disfrutar de su puesta de sol.

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