ANÁLISIS

LG G6: divertida pantalla, tamaño cómodo y un móvil (en conjunto) equilibrado

La firma surcoreana se sacude afortunadamente las miserias del pasado año con su intentona de móvil pseudomodular, mejora la cámara doble con un gran angular decente, su estética deja rasgos agridulces y choca con su autonomía

MADRID Actualizado: Guardar
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Cómodo pese a su tamaño, cámara muy divertida que se comporta de manera solvente en varios escenarios (aunque siempre con ciertos límites, indudablemente), pero con varios problemas difícilmente irremediables: su duración de la batería (algo escasa), un chip que no es el más potente (que a los más pejigueros le chirriará) y, sin duda, la competencia, Samsung, que ha mejorado el diseño con su Galaxy S8 y que ha empañado todo el esfuerzo de LG esta temporada. Porque, hay que asumirlo, el LG G6 ha llegado sinceramente en mal momento y es posible que el escaso margen de tiempo entre su llegada y el que será posiblemente el mejor Android del año le pasará factura.

Pero vayamos por partes., porque estamos ante un móvil excelente.

El LG G6 cumple perfectamente en líneas generales, de eso no cabe duda. Es equilibrado y competente. De hecho, es el mejor teléfono que ha hecho hasta la fecha esta marca surcoreana. Hay que tenerlo en cuenta ante una posible adquisición. Y lo primero por lo que llama la atención es su exterior; entra por los ojos. La estética y el diseño escogido es seductora, bonita y atrayente gracias a su silueta y a la decisión de llevar al límite la relación entre cuerpo y pantalla. Viene en un formato panorámico de 19:9.

Dicho de otra manera, su pantalla de 5.7 pulgadas se puede dividir en dos cuadrados perfectos, con lo que es posible tener abiertas dos aplicaciones al mismo tiempo (aunque solo unas pocas seleccionadas, no todas, y su activación no es tan sencilla como la multipantalla de iOS para los iPad), una opción que luce tremendamente bien y, quieras o no, muy práctico porque se elimina de la ecuación el inconveniente del tamaño para centrarse en mostrar más contenido. Puede, sin embargo, que a la hora de visualizar ciertos videos se observen unas engorrosas barras negras, pero bueno.

Una de sus virtudes, precisamente, se encuentra en que pese a las dimensiones de su pantalla se ha logrado encajar en un chasis de 5.1 o 5.2 pulgadas, con lo que su manejo con una sola mano se hace cómodo. Una de las tendencias en los últimos tiempos ha sido agrandar los teléfonos, pero la idea ahora es ofrecer más espacio de visión sobre un cuerpo menor gracias a la reducción hasta la mínima expresión de los marcos, una fórmula en la que LG entra con fuerza con permiso del Xiaomi Mi Mix y el Galaxy S8, el último móvil de Samsung que ha robado protagonismo a su rival local.

El panel, aunque no nos encontramos con una tecnología OLED que garantiza unos contrastes equilibrados y colores intensos, sí ofrece unas prestaciones y calidades muy a tener en cuenta como el hecho de ser el primer móvil que es compatible con Dolby Vision, que ofrece una luminancia y profundidad de los colores impresionantes. Pero, también, soporta HDR (Alto Rango Dinámico) y es compatible con el estándar HDR10, con lo que la relación entre contraste y colores está bien equilibrada, produciendo magníficas imágenes con una resolución QHD+ (2.880 x 1.440 píxeles y densidad de 564 ppp).

Las imágenes se visualizan, en conjunto, de manera nítida y con unos niveles entre colores y contrastes exquisitamente definidos, que le hace buena competencia al panel OLED. Y, pese a las dudas iniciales, el dispositivo se maneja bastante bien cuando recibe los rayos del sol directamente, algo también a tener en cuenta. Con todo, por ahora hay que localizar bien el contenido que sacar el máximo provecho a estas tecnologías, aunque plataformas como Netflix ya han empezado a ofrecer producciones adaptadas.

La ventaja de todos estos aspectos es indudable: en la visualización de páginas web se puede apreciar mucho más espacio cuando se tiene el móvil en vertical, no así cuando se pone horizontalmente, pero es aquí donde gana enteros cuando se reproduce contenido audiovisual siempre y cuando esté adaptado a este formato que es el doble de alto que de ancho. En caso contrario, el usuario puede seleccionar el modo tradicional de 16:9 propio de la mayoría de móviles actuales. Un detalle que choca en parte por la tendencia que han optado otros fabricantes es que no incorpora un sistema de sonido estéreo.

Otro punto en donde flaquea viene, técnicamente, del procesador escogido para su fabricación, el Snapdragon 821 de Qualcomm que no es el modelo más potente, ni el más avanzado, ni sobre todo el que mejor rendimiento y eficiencia tiene. Aún así, su funcionamiento es muy fluido y rápido. Como además viene acompañado por 4 GB de memoria RAM, abrir aplicaciones, cerrarlas y pasar por ellas se resuelve bastante bien, no hay que olvidar que estamos ante un teléfono de alta gama y es lo menos que se le puede pedir. En líneas generales, puede satisfacer a las exigencias de la gran mayoría de usuarios, aunque siendo muy puñeteros se le podría pedir más, y más para un dispositivo que cuesta unos setecientos euros, que no es poca cosa.

De marcos metálicos y diseño plano sin demasiados artificios, la confección establecida para encajar la parte trasera deja algo de qué desear. Allí nos encontramos con unos materiales peor conseguidos que, en su modelo de color negro, representa un nido de huellas y manchas de los dedos. Optando por la misma configuración de sus antecesores, el LG G6 lleva el botón Inicio a esa zona, aunque para garantizar una buena ergonomía se mantiene cuidadosamente en la región central, con lo que sujetándolo con una sola mano el dedo índice debe caer más o menos en ese punto, logrando con ello que el desbloqueo sea más cómodo que, por ejemplo, el Galaxy S8, que se ha tralasado a un lateral.

Otro aspecto en lo que este «smartphone» luce es su apartado fotográfico, compuesto por una doble lente que en esta ocasión se ha mejorado con un gran angular (con ángulo de 125 grados) que se comporta francamente bien. Con ópticas de 13 megapíxeles, ambos sensores difieren en su configuración técnica. Nos encontramos, pues, con una cámara digamos «normal» de apertura focal de F.18 mientras que la segunda es de F2.4. Se echa en falta más opciones profesionales, pero bueno. La selección de ambas cámaras se descubre desde la aplicación cámara, de la que permite al usuario elegir una de ellas en función de sus inquietudes.

Gracias a ello, se pueden tomar fotografías más angulares que con la normal. Con ello, se puede apreciar ese esfuerzo de la marca para dirigirse a aquellos usuarios que desean más tomar imágenes panorámicas y guardarse fotografías de paisajes, no así tanto en los detalles o rostros, por lo que sí han optado otros fabricantes como Apple o Huawei. En consecuencia, las imágenes captadas a plena luz del día recogen una buena luminosidad y un catálogo de colores brillantes, pero en condiciones de baja luminosidad sufre con creces si lo comparamos con otros teléfonos móviles. Dispone de 32 GB de almacenamiento interno, aunque ampliables gracias al empleo de una tarjeta microSD que, pese a los tiempos de la «nube» que vivimos, sigue siendo un accesorio imprescindible para muchas personas.

Android 7.0 Nougat gobierna todo el ecosistema del terminal, aunque con funciones específicas y propias desarrolladas por la compañía surcoreana. Hay que tener en cuenta, además, que el nuevo móvil de LG viene con certificación IP68 que garantiza que es resistente a agua y polvo, y una batería de 3.300 mAh que, aunque supone un importante salto respecto a su predecesor, el LG G5, no se comporta todo lo bien que nos gustaría, obligando al usuario a enchufarlo cada noche para poder recargarlo gracias al conector USB-C, estandarizado en los lanzamientos recientes. Afortunadamente, viene con un sistema de carga rápida, un aspecto clave en los dispositivos de alta gama.

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