Chicharito, un ferviente católico, hijo y nieto de futbolistas

Hay seres humanos que incluso mucho antes de ser concebidos ya tienen su lugar en el mundo. Es el caso de Javier Hernández Balcázar (1 de junio de 1988, Guadalajara, México), hijo y nieto de futbolistas. Con esta ascendencia, parece complicado que el último héroe del madridismo no tuviera otro destino que el de ser futbolista. Su padre, «Chicharo» Javier Hernández (su apodo proviene del color verde de sus ojos), fue un buen delantero del Club Deportivo Estudiante Tecos, y disputó el Mundial de 1986, celebrado precisamente en el país norteamericano. Su abuelo, Tomás Balcázar, es un mito de Chivas, el club donde se formó Chicharito hasta dar el salto a Europa en el año 2010.

También la abuela del mexicano ha sido un referente para el delantero blanco: «El tiempo de Dios es perfecto y Dios sabrá los tiempos para cada uno», le insistía una y otra vez durante su infancia.

Aquello marcó a Chicharito, cuya imagen de rodillas sobre la hierba del Bernabéu con los brazos extendidos al cielo, las manos abiertas y los ojos cerrados llamó mucho la atención el pasado miércoles: «Siempre rezo en el campo antes de comenzar un encuentro. Es una rutina importante para mí. Puedo hablar con Dios y le digo que tenga cuidado de la salud de ambos equipos porque lo peor para un deportista son las lesiones».

Chicharito llegó al Real Madrid tras cinco temporadas en el Manchester United, y aunque hasta hace un par de días en lo deportivo no le ha ido demasiado bien, no se puede decir lo mismo en lo personal. En la capital de España ha encontrado el amor. Lucía Villalón, experiodista de Real Madrid Televisión y actualmente inalámbrico de la Fórmula 1 en Antena 3, ha conquistado su corazón. Ambos presumen de relación en las redes sociales. Ella fue la primera en felicitarle tras su gol: «Duro trabajo, constancia y valor... ¡Eternamente orgullosa! (Aunque yo ya lo sabia...)», escribió esta joven y bella reportera cántabra de 26 años.

El mexicano también presume de amigo y confidente, Keylor Navas. Solo se conocen desde septiembre, pero ya son inseparables. La imagen de Chicharito, llorando desconsoladamente en el hombro del costarricense ha dado la vuelta al mundo. Como su histórico gol.