Varias turistas piden una copa en la única barra de hielo que existe en Madrid
Varias turistas piden una copa en la única barra de hielo que existe en Madrid - ISABEL PERMUY

Copas a ocho grados bajo cero

El «Ice bar Madrid», en pleno centro de la capital, es uno de los locales de hielo más grandes del mundo

Madrid Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El mes de agosto se asocia a temperaturas elevadas que, en ocasiones, superan la barrera de los 40 grados. Pero pasar calor en esta época del año no es obligatorio. Al menos, en la capital. Aquí existe una alternativa: un local elaborado íntegramente a base de hielo, inspirado en los iglúes y en otras construcciones similares de la región ártica. La historia de este insólito lugar se remonta a 2010, cuando Jose, Luis y Fernando se convirtieron –además de amigos– en socios.

Viajando por el mundo descubrieron qué era un «ice bar» y les picó la curiosidad. Aunque ninguno de ellos se dedicaba a la hostelería, decidieron montar su propio bar de hielo. Ese local fue el primero de sus características en Madrid, y el segundo en España –otro había abierto poco antes sus puertas en Barcelona–.

«Nos pareció una idea diferente y atractiva, pues se trataba de un sector muy desconocido en nuestro país», recuerda Jose.

El «Ice bar Madrid» fue el primero de sus características en la capital, y el segundo en España

Este bar está especialmente enfocado al fin de semana, y el verano es su época dorada. Allí los vasos son de plástico y no de vidrio, ya que el contraste térmico podría hacer que estallaran. A este curioso establecimiento –situado en el número 3 de la calle del Conde de Romanones, a tan solo 300 metros de la Puerta del Sol– la gente suele ir para tomar una copa después de cenar. Pero en los últimos tiempos se está produciendo un cambio en la «hora punta», y cada vez hay más público a media tarde. «Por las condiciones del lugar y las bajas temperaturas –que rondan los 5 u 8 grados bajo cero– se sirven sobre todo bebidas alcohólicas», comenta este socio y encargado.

La entrada estándar –de 15 euros– incluye una copa, un chupito y un abrigo que los clientes deben devolver a la salida. «La única condición que ponemos es que no se puede entrar y salir para coger calor; es una norma en todos los bares de hielo», apunta Jose. Aunque no hay límite de tiempo, la estancia media ronda los 30 o 40 minutos. La temperatura, según este socio, es «soportable» gracias, sobre todo, a la escasez de humedad. De hecho, hay quien ha llegado a estar dentro de esa cámara frigorífica la «friolera» de dos horas.

Pese a todo, quienes mejor lo conocen recomiendan ir vestido «normal» y no prestar demasiada atención a la indumentaria. «Alguna vez han aparecido clientes con ropa de sierra; eso pierde toda la gracia», constata Jose, y solo aconseja traer calcetines o guantes a quienes sean especialmente sensibles al frío. «Aquí se viene a vivir la experiencia», explica.

Una pareja posa en la sala pequeña del «Ice Bar Madrid»
Una pareja posa en la sala pequeña del «Ice Bar Madrid» - ISABEL PERMUY

Parejas, grupos de amigos o familias enteras. El « Ice Bar Madrid» es un local para todos los públicos. Además, los niños no pagan entrada. A ellos se les sirve un refresco o un zumo y «son los que más disfrutan», reconoce Jose. También conserva muchas anécdotas: «Recuerdo a un chico tiritando mientras les decía a sus padres que no se quería marchar, o a una niña que se lanzó a chupar la pared nada más entrar».

Las esculturas de hielo que decoran las salas también se pueden adquirir o encargar

Paredes, barra, estanterías y el resto de la decoración se han construido a base de toneladas de agua solidificada tallada con detalle. Y se renuevan cada cierto tiempo. El propio uso o la acción de abrir y cerrar la puerta hace que se vayan derritiendo. También hay esculturas que, como todo allí dentro, tienen una duración temporal. Estas figuras se pueden adquirir o incluso encargar. «Una empresa nos pidió colocar su logo en un bloque de hielo», dice a modo de ejemplo.

El toque final lo aporta una pantalla en la que se emite ininterrumpidamente un video reportaje sobre auroras boreales. «Lo grabamos nosotros mismos en uno de nuestros viajes. Es un sello personal que enriquece el bar y contribuye a crear la atmósfera», recalca Jose.

Los orígenes

Estos bares con cámaras frigoríficas nacieron en el norte de Europa. En sus orígenes solo servían vodka. Como homenaje a los inicios, el «Ice bar Madrid» ofrece chupitos de hielo e incluso un pack de degustación de esta bebida alcohólica.

En el mundo apenas existen medio centenar de bares de hielo. El de Madrid –con dos salas y cerca de 70 metros cuadrados– es uno de los más grandes. Y su popularidad traspasa fronteras: «Cada vez son más los anglosajones que nos escriben por e-mail para interesarse por el sitio y hacer una reserva», relata este socio, y recuerda: «El último grupo vino desde Londres para celebrar aquí una despedida de soltera».

Ver los comentarios