Una mujer realiza una seña obscena frente al edificio Torre Trump
Una mujer realiza una seña obscena frente al edificio Torre Trump - EFE

La Torre de Trump, un escenario de «Juego de Tronos»

El magnate construyó el emblemático edificio neoyorquino cuando tenía apenas 33 años

CORRESPONSAL EN NUEVA YORK Actualizado: Guardar
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El número 725 de la Quinta Avenida de Nueva York es el escenario de las intrigas de palacio en la transición de Donald Trump desde su victoria del 8 de noviembre hasta la jura de su cargo el 20 de enero.

La Torre Trump articula la vida del presidente electo: acoge la sede central de sus negocios y su residencia neoyorquina, un triplex rococó con mármol del suelo al techo. La vivienda está en el ático de este rascacielos de 58 pisos, a un paso de Central Park —las vistas al mayor parque de Manhattan son espectaculares— y de atracciones populares de Nueva York como la catedral de San Patricio, Rockefeller Center, el Museo de Arte Moderno, el hotel Plaza —en su día, parte del imperio de Trump— o las tiendas de lujo de la avenida Madison.

En la vivienda se agolpan el mobiliario estilo Luis XIV, columnas neoclásicas, techos decorados con frescos, esculturas románticas y oro por doquier.

Imagen de la Torre Trump (Nueva York)
Imagen de la Torre Trump (Nueva York) - Flickr

Desde este edificio ha dirigido Trump su campaña, y ahora desde aquí unge a sus colaboradores, fulmina antiguos aliados y recibe visitas de mandatarios.

Antes del asalto de Trump a la Casa Blanca, la Torre Trump fue el plató donde se grababa «The Apprentice», el programa de telerrealidad que le dio más fama. Pero durante décadas había sido un reclamo para turistas, que acudían a visitar el suntuoso atrio, con bares, restaurantes y varios pisos de altura. Es un espacio de uso público, ya que ese fue parte del acuerdo del magnate inmobiliario con las autoridades de la ciudad para construir el rascacielos.

Por una de las escaleras mecánicas que ocupan el atrio descendieron Donald Trump y su mujer, Melania, el 16 de junio del año pasado para anunciar su candidatura presidencial. Ese día llamó «violadores» y «criminales» a los inmigrantes mexicanos. El resto de su campaña ya es historia.

Ahora la torre es un reclamo todavía mayor para los turistas, pero también para periodistas, que merodean sin descanso el atrio y sus alrededores y los miles de manifestantes que han pasado por delante de la fachada desde que en la noche electoral los datos apuntaban a victoria del candidato republicano. Esta esquina de la Quinta Avenida con la calle 56 se ha convertido en un «protestódromo», con las aceras protegidas por vallas y camiones de mercancías y un ejército de policía y miembros del Servicio Secreto que lo custodian.

La torre es el símbolo de su ascenso empresarial, un rascacielos que puso en marcha en 1979, cuando tenía 33 años

Por el atrio y la zona noble del edificio pululan sin descanso los colaboradores más cercanos de Trump, como Kellyanne Conway, la directora de campaña que se sacude como puede las preguntas de los periodistas apostados en el edificio a todas horas; el presidente de campaña y futuro estratega jefe de la Casa Blanca, el empresario de medios ultraconservador Stephen Bannon; el futuro vicepresidente y cabeza del equipo de transición —tras la caída en desgracia de Chris Christe, gobernador de New Jersey— Mike Pence; y miembros de su familia involucrados directamente en la campaña, como Donald Jr., Eric, Ivanka y, sobre todo, el marido de esta, Jared Kushner, a quien muchos apuntan como el ideólogo de la purga de altos cargos ejecutada en el equipo de transición en los últimos días.

La torre es el gran símbolo de su ascenso empresarial, un rascacielos espectacular que puso en marcha en 1979, cuando solo tenía 33 años, pero que no estuvo exento de polémica. Para empezar, prometió conservar unos frisos «art deco» de la fachada del edificio anterior, que el Metropolitan Museum había calificado como muy valioso y que quería incluirlos en su colección. Entre descuidos y prisas, los frisos acabaron destruidos, ante la indignación de los expertos del museo neoyorquino.

Pero, sobre todo, tuvo que lidiar durante décadas con una batalla legal por la contratación de 200 trabajadores de la construcción polacos sin papeles. Al final, pagó una compensación en un acuerdo extrajudicial del que no se supieron los detalles, pero Trump nunca reconoció su culpa. Fue un asunto que el senador por Florida y ex candidato Marco Rubio le echó en cara en varios debates durante las primarias. La joya de su imperio fue en parte construida por el mismo tipo de inmigrantes que en campaña se comprometió a deportar de forma masiva.

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