Anjem Choudary, en 2012 durante las protestas en apoyo a un clérigo islamista que iba a ser extraditado
Anjem Choudary, en 2012 durante las protestas en apoyo a un clérigo islamista que iba a ser extraditado - REUTERS

Final de la escapada para el predicador salafista inglés más peligroso

Tras veinte años en el límite de la ley, Choudary ha sido condenado a cinco años por apología de Daesh

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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Desde hace dos décadas, el londinense de origen paquistaní Anjem Choudary, de 49 años, era el paradigma de predicador salafista en el Reino Unido, pero se escurría por las rendijas de la ley. Abogado habilidoso, jugaba al límite y la justicia no acababa de cercarlo. Ayer llegó el final de su escapada. Ha sido condenado a cinco años y medio de cárcel por apología del Daesh. La policía considera la sentencia decepcionante, porque lo vincula con una docena de atentados -algunos en grados de tentativa-, al haber sido el guía espiritual de los terroristas que los perpetraron.

El predicador radical islamista no engañaba a nadie. Demandaba la implantación de la sharia en el Reino Unido y que la bandera islámica ondease en el 10 de Downing Street.

Criticaba abiertamente los valores que han sostenido a Gran Bretaña: «Como musulmanes debemos rechazar la democracia, el secularismo, las libertades y los derechos humanos».

En 1999, una investigación del «Telegraph» destapó que estaba reclutando a musulmanes británicos para enviarlos a combatir a la yihad. En 2002, una asociación fundada por él, al-Muhajiroum, ilegalizada tres años después, celebró el atentado de las Torres Gemelas. Incluso era del dominio público que había ejercido de gurú de los dos asesinos islamistas que en 2013 degollaron al soldado Lee Rigby en plena calle en Londres.

Pese a ese negro historial, la mayoría de la opinión pública lo consideraba un personaje caricaturesco, «un payaso», casi la parodia de un problema. De cuando en vez, hasta aparecía opinando en la BBC o en la CNN. En nombre del buenismo se toleró que durante veinte años predicase el odio en las calles y mezquitas londinenses. Se da el sarcasmo de que el Estado británico que aborrece es quien le paga la vivienda de protección social donde vivía con su mujer y sus cinco hijos, en el Este de Londres.

Pero Choudary cometió finalmente un error, que lo ha enviado a la prisión de máxima seguridad de Belmarsh, donde será aislado para que no adoctrine a otros reclusos. Cuando el Daesh proclamó en verano de 2014 lo que dio en llamar su «califato», la euforia desbordó al predicador, que le juró lealtad en las redes sociales y en varias arengas subidas a YouTube. Ese material, que los gigantes digitales estadounidenses mantuvieron en red pese a las reiteradas peticiones de las autoridades británicas, ha servido por fin para condenarlo. Solo ayer, tras la sentencia de cinco años y medio de cárcel, Twitter se avino a cerrar la escandalosa cuenta del salafista.

Choudary se negó a levantarse en el tribunal de Old Bailey para escuchar la sentencia. Mientras era leída, algunos de sus prosélitos gritaron desde la bancada del público «Alá Akbar» (Alá es grande). Él sonrió y fue conducido a la celda por los alguaciles. También recibió idéntica pena uno de sus acólitos, Mohamed Mizanur Rahman, londinense de 33 años. La policía lamenta que con una sentencia de cinco años y medio estarán de nuevo en la calle en solo dos. Como medida preventiva, el juez ha establecido que durante quince años tendrán que comunicar cualquier movimiento domiciliario.

Relación con el atentado de 2005

La historia de Choudary pone sobre el tapete el debate sobre la tolerancia en nombre del respeto al multiculturalismo. Se calcula que el abogado-predicador ha contribuido a que más de un centenar de j óvenes británicos se enrolasen en las filas del Daesh en Siria. El juez los calificó a él y a su cómplice de delincuentes «peligrosos y sin remordimientos, dos hombres maduros e inteligentes, que sabían perfectamente lo que querían».

El 7 de julio de 2005 se produjeron los escalofriantes atentados islamitas del metro de Londres y un autobús, que dejaron 52 muertos y 700 heridos. En seguida se supo que cuatro de los terroristas tenían vínculos con al-Muhajiroum, la organización de Choudary, pero todavía se tardó un año en prohibirla y no se actuó contra su líder, que solo en 2006 recibió una condena leve por una protesta contra la revista danesa de las caricaturas de Mahoma.

Nacido en el Sureste de Londres, hijo de un tendero paquistaní, fue un buen escolar y acudió a la Universidad de Southampton, donde primero intentó Medicina y luego acabó Derecho. En sus días universitarios era conocido como «Andy». Buen amigo de la maría, la sidra y los amoríos en cadena, él mismo evoca aquellos días como su fase de «animal de fiesta». Llegó a ser el presidente de la Sociedad de Abogados Musulmanes, pero a mediados de los años noventa ya estaba claramente radicalizado. Durante el juicio se declaró inocente. Su dominio de los pliegues del derecho no le ha permitido esta vez esquivar la cárcel.

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