Pueblos Únicos

El retiro del Papa Luna

El municipio castellonense albergó la residencia del pontífice español Benedicto XIII, que pasó a la historia como un antipapa pero dejó un legado que todavía hoy constituye su gran seña de identidad

La playa de Peñíscola, con el castillo de fondo PAU BELLIDO
Alberto Caparrós

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A diferencia de los municipios costeros al uso, Peñíscola es algo más que un destino de veraneo. Más allá del sol y la playa y de su benigno clima mediterráneo que atraen durante la canícula a miles de turistas, en el imponente peñón que preside la localidad castellonense se asienta desde hace más de setecientos años el castillo que levantó la Orden de los Templarios en 1307 . La construcción sirvió, un siglo después, como residencia y sede pontificia de Benedicto XIII de Aviñón, que pasó a la historia como el Papa Luna.

El cardenal aragonés comenzó el papado el año 1394. Corría 1411 cuando, en pleno Cisma de Occidente, Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor -el nombre secular del Papa Luna- se trasladó a la fortaleza de Peñíscola mientras se dirimía el conflicto sobre su legitimidad junto a los otros dos papas que le disputaron la autoridad pontificia, que acabó perdiendo y provocó que su figura se estudie en los libros de texto como la de un antipapa, al igual que su sucesor Clemente VIII.

Natural de Illueca (Zaragoza), el Papa Luna pasó sus últimos días en Peñíscola. Allí, a orillas del Mediterráneo, murió en 1423, cuando contaba con 94 años. El Castillo del Papa Luna conserva todavía hoy algunas de las estancias que utilizó Benedicto XIII , como el salón del trono o la basílica.

La edificación, que mantiene su esencia arquitectónica, constituye la imagen de postal del municipio y su principal reclamo turístico, toda vez que permite combinar la historia y la cultura con las excelencias de la costa mediterránea.

Una mezcla que no ha pasado inadvertida para las grandes productoras cinematográficas a lo largo de la historia. De hecho, el Castillo y las extensas playas del municipio sirvieron de escenario de la grabación de «El Cid», una superproducción de Hollywood protagonizada por Samuel Broston y estrenada en 1961 que, al igual que había hecho el Papa Luna, cambió el curso de la historia de Peñíscola, que pasó de ser el pequeño pueblo de pescadores que retrató Berlanga en «Calabuch» a una potencia turística . De hecho, el pasado año volvió a servir de plató natural para «Juego de Tronos», la serie norteamericana de culto que escogió para su rodaje el castillo que hizo de fortaleza y retiro del Papa Luna hasta sus últimos días.

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