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Las carrozas reales del siglo XXI

Tradición e historia en sus coches, pero también modernidad y tecnología punta. Así son los vehículos en los que se mueven reyes y reinas

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Normalmente vemos a los máximos representantes de las Casas Reales desplazarse en actos oficiales. Reyes, reinas, príncipes y princesas a bordo de vehículos de lujo, clásicos, descapotables que permiten que los súbditos vean a su realeza. Pero en su vida privada también utilizan el coche. Y en esos momentos los hay quienes recurren a la tradición, a la comodidad o a las «joyas» que guardan en sus garajes. Así son sus coches.

La flota de la Familia Real española

Es sabida la afición por los coches de Don Juan Carlos y de Don Felipe. Actualmente la Familia Real española no puede aceptar cesiones ni regalos como vehículos. Pero en el cuartel de El Pardo se conserva una importante colección de vehículos, pertenecientes a Patrimonio Nacional.

Un total de 21 automóviles, muchos de los cuales han formado parte de importantes acontecimientos. Entre los más recientes, la Proclamación de Felipe VI. El Rey se dejó ver en un Rolls Royce Phantom. Tan sólo 18 unidades de este modelo fueron fabricadas entre 1950 y 1956. Su producción comenzó como un encargo personal del Duque de Edimburgo en el año 1949.

En otro tipo de actos oficiales es habitual ver a Felipe VI conducir él mismo un Audi RS6 sedán de primera generación. Un coche de apariencia discreta, que esconde bajo el capó un motor V8 biturbo de 450 CV. Durante sus desplazamientos vacacionales en Mallorca la Familia Real utiliza vehículos bastante más «normales» y económicos, como un Peugeot i-ON, un eléctrico que en 2010 cedió la marca a Doña Sofía durante el verano, o algunos modelos de tipo «todocamino». En total la Casa del Rey cuenta en propiedad con diez turismos, ocho motos (cuatro en Marivent y otras cuatro en La Zarzuela), tres coches eléctricos (en Marivent), uno de carga y dos remolques de animales.

Los windsor, muy «british»

Los británicos son muy «especiales» en cuanto a sus preferencias a la hora de elegir coche. Y su Familia Real es muy «inglesa». Recurren a marcas nacionales, aunque sus propietarios ya no sean británicos. Una limusina Bentley Mulliner es la que emplea de forma habitual la Reina Isabel II. Aunque para sus excursiones se decanta por los tradicionales «todoterreno» Land-Rover Defender, unos vehículos rudos que poco han variado en los últimos 25 años y que son tan perfectos como incómodos a la hora de circular por el campo. También el Príncipe Guillermo es fiel a esta marca británica (ahora en manos de la india Tata). Recurre a un Range Rover Sport. También es un 4x4, pero bastante más refinado y lujoso. Para su boda con Kate Middleton el modelo elegido fue un Aston Martin DB6 MKII Volante.

Híbrido para la boda de Alberto de Mónaco

Una versión exclusiva y única del Lexus LS 600h L Landaulet con tecnología Full Hybrid y techo de policarbonato transparente de una sola pieza fue el vehículo elegido por Alberto de Mónaco para su boda con la nadadora Charlène Wittstock en 2011. La de Mónaco es una familia tradicionalmente amante de los coches. El propio Rainiero logró hacerse con una colección de vehículos clásicos, que ahora puede verse en una exposición abierta al público en las «Terrasses de Fontvieille». Desde Bentley, Panhard, Citroën, Chevrolet, Plymouth y Porsche, hasta Fiat o Peugeot o un Maxwell Torpedo de 1924.

Los belgas, amantes de los Mercedes

El Rey Balduino de los Belgas era un amante de los vehículos y al mismo tiempo de la conservación del medio ambiente. Quizás por eso su «real garaje» estaba presidido por un Mercedes-Benz que originariamente era un Pullman 600, pero que fue convenientemente puesto al día con una mecánica híbrida. Se trata del mismo coche elegido por los Reyes Felipe y Matilde de los Belgas para el acto de entronización. Es una limusina muy especial, porque sus plazas traseras se pueden descapotar. Pese al aspecto imponente es un vehículo respetuoso con el medio ambiente.

Un Toyota para Naruhito

También recurre a la «industria nacional» el Emperador Naruhito, que emplea para sus desplazamientos oficiales una limusina realizada tomando como base un vehículo Toyota. Pese al tamaño, también está dotado con una mecánica híbrida que reduce sensiblemente su consumo y emisiones de CO2. Aún así, monta un potente motor de 5 litros y 350 CV.

Otro Toyota, en este caso berlina, es el que utiliza en sus desplazamientos más habituales. Mide cinco metros de largo. Se trata de un modelo Century de 1967, desarrollado para atender las necesidades de imagen y seguridad de los cargos políticos y empresarios más importantes de Japón.

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