Moore, un ícono de la elegancia
Moore, un ícono de la elegancia - ABC

Roger y sus hermanos

El actor siempre resulta él, a pesar de James Bond

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James Bond ha sido varios machos, pero a uno siempre le sale el mismo, que son dos: Roger Moore y Sean Connery. Moore ha muerto, pero ya era eterno. Connery, hoy, tiene ochenta y muchos años de modelo de Louis Vuitton, y hasta le ha eternizado Annie Leibovitz, con panamá de viajero y un fondo de nubes de las Bahamas que va a tope con su figura imponente, a la que le va bien cualquier fondo, la verdad.

Moore, y Connery han conservado dos de las claves de toda elegancia: la estatura de delgado y la cabeza de estatua. De ahí viene el tirón de sus prestigios de seductores. Pasa la moda, y queda el estilo, como me parece que diagnosticó Coco Chanel.

Hay siempre mucha quiniela abierta, a propósito de las preferencias de los Bond diversos, y en Connery se aprecia una virilidad irrepetible, y en Moore una sexualidad de pajarita.

El propio Ian Fleming, autor de los libros inspiradores de la serie, hizo a James Bond hijo de un caballero escocés, después de conocer a Connery, que modificaba así, con su facha, la biografía de un personaje de ficción. Pierce Brosnan o Daniel Craig, que son los posteriores, van de Bond, pero Bond siempre quiso ir de Roger Moore, o de Sean Connery.

Sean Connery, otro de los que dio vida a «Bond»
Sean Connery, otro de los que dio vida a «Bond» - JESÚS UMBRÍA

Elegancia, de siempre

La verdad es que todos los actores de esta saga o serie nos salen como parroquia privada de elegantes, dentro de la abierta elegancia masculina de ahora y de antes. Lo que pasa es que Roger Moore siempre resulta él, a pesar de James Bond.

A pesar de los trajes pulcros que llevan todos los de esas películas y los relojes fascinantes de mirar la hora de haber quedado con Ursula Andress, Carole Bouquet o Halle Berry. Yo creo que esto también ocurre con Connery.

Roger Moore vino alguna vez a Madrid, y se cuenta que en el Joy Eslava ligaba valquirias de maravilla en lo que dura el pispás de la propia esposa yendo a por el cubata. Connery tuvo un casoplón en Marbella, y ahí pasó temporadas, dándose a la mejor vida del sol interior y del otro. Era de trato amenísimo, y concedía entrevistas con facilidad, siempre a la sombra de su consorte alta y amable, a la que había conocido en una tarde de golf.

Los Bond diversos son todos una cofradía de Roger, unos hermanos de Moore, que era un Bond al revés, porque no se tomaba del todo en serio y le daba miedo un arma. Pierce Brosnan y Daniel Craig tienen una larga clientela de fans, pero hay algo en ellos de guaperas de escaparate, ante la altivez cultivada o la elegancia genética de Connery o Moore. Moore siempre sonreía a menudo, por consejo de un primer mánager. Eso, en su papel de Bond, se lo criticaron. Pero en la vida cada sonrisa fue un triunfo.

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