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Gérard Depardieu visita las bodegas de Oporto días después de confesar su alcoholismo

El actor francés es un gran amante de la ciudad portuguesa, donde hace unos años rodó una película. En su día a punto estuvo de adquirir una casa con terreno en sus alrededores

Lisboa Actualizado: Guardar
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Gérard Depardieusorprendía al mundo hace unos días con una dura confesión: el alcohol representa para él mucho más que una afición. Se reconoció adicto y hasta dijo que a veces le dan ganas «de beber hasta morir». Pues bien, sólo dos días después se, le ha visto paseando por las bodegas de Oporto, verdadera meca para quien aprecia el vino.

El actor francés, que se echó en brazos de la Hacienda de Putin para evitar los altísimos impuestos que soportan las grandes fortunas en el país de la «chanson», estuvo caminando por Vila Nova de Gaia, al otro lado del emblemático Puente Don LuIs I, donde se extiende todo el arsenal de «hogares vitivinícolas» que otorgan una aureola única a la segunda ciudad de Portugal.

Ya dijo en su día Depardieu que le encanta el vino de Oporto, de fama mundial gracias a su exquisita calidad. Últimamente, se ha puesto de moda al otro lado de la frontera tomarlo en formato de sangría, como puede comprobarse cada fin de mes en el mercado de productos portugueses que suele instalarse en la céntrica Praça da Figueira, en Lisboa.

Pero más allá de los beneficios de estos caldos, el rostro de Obélix y del Conde de Montecristo llegó a sobrepasar con creces los límites aconsejables. De hecho, admitió que bebía entre 12 y 14 botellas al día. Esta circunstancia le ha llevado a concluir: «Es muy triste confesar una adicción». Si lo ha hecho, es porque ya no podía cargar por más tiempo con el sentimiento de culpa que le invadía.

No parece casualidad que proclamase tales palabras después de la difícil decisión que puso en práctica: adquirir la nacionalidad rusa (hace dos años) en vista de que le ofrecían condiciones económicas mucho más ventajosas para disfrutar de sus elevados ingresos. Por supuesto, no sentó nada bien en Francia su «traición», aunque nadie puede dudar de su lealtad sentimental a la patria de «La Marsellesa».

No es la primera vez que monsieur Gérard se deja ver en Oporto, una ciudad que le encanta y donde estuvo a punto de comprarse una casa con terreno a las afueras, precisamente donde brotan los negocios turísticos alrededor del núcleo urbano. Tanto es así que la explotación de los recursos ligados al vino se prolonga por toda la desembocadura del río Duero, una zona que a Depardieu le fascina pese a que llueve con frecuencia.

La conexión portuguesa del gran actor, de 66 años, ya se plasmó en 2013, cuando rodó en Lisboa varias escenas de la última película dirigida por su amiga Fanny Ardant.

La polémica no cesa en torno a Depardieu, pues sus declaraciones llamativas se han convertido en una costumbre desde el comienzo de la segunda década del siglo XXI. Así, por ejemplo, dejó a más de uno boquiabierto cuando manifestó que, de joven, se había prostituido con hombres en los días en que le hacía falta el dinero.

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