Carlos Falcó y Esther Doña
Carlos Falcó y Esther Doña - B.C

Esther Doña: «Soy tan feliz, que nada me afecta»

La nueva novia de Carlos Falcó acudió a la entrega del premio de poesía Fundación Loewe

MADRID Actualizado: Guardar
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Días atrás, decía el premio Nobel Mario Vargas Llosa que la revista «¡Hola!» cubría el papel de la poesía por la manera en la que hacía soñar a sus lectores. Evidentemente, quien así hablaba era un hombre enamorado, y mucho, de la musa de esa publicación. Precisamente ayer el escritor fue uno de los pocos ausentes en la entrega del premio de poesía Fundación Loewe, que se llevaron Carla Basilio Coronado y Víctor Rodríguez Núñez, autores respectivamente de «El color de la granada» y «Despegue». Como miembro del patronato de estos galardones el Premio Nobel mandó una carta excusándose por no poder acudir, tal y como me confirmó Sheila Loewe, directora de la Fundación Loewe, quien recibió el pésame de los invitados por el reciente fallecimiento de su abuelo a los 103 años.

«Gracias al empeño de mi abuelo, esta empresa familiar superó en 1939 la ruina que dejó la Guerra Civil. A él se debe que hoy siga en pie y más viva que nunca», señalaba antes del almuerzo que se sirvió en el hotel Palace.

Como es habitual, en las mesas había muchas personalidades del mundo de la cultura, la vida social, el periodismo y la economía. Desde un silencioso Jaime Marichalar, siempre a la sombra de Marisa de Borbón, hasta el decorador Luis Galliussi, recién llegado de Ibiza y con un pie en Nueva York.

Pero sin duda alguna los protagonistas de la jornada fueron el marqués de Griñón y su joven novia, Esther Doña. De la mano del aristócrata y tras recibir una ristra de piropos por parte de Iñaki Gabilondo, Esther me aclaró algunos rumores que circulaban sobre ella. Aseguró que no ha estado casada, que sí ha vivido mucho tiempo en Londres –«ciudad que me encanta»– y que hace mucho que dejó de trabajar como modelo. «Eso pertenece al pasado», señaló.

Pendiente de su novio, que acaba de operarse de cataratas en el Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, en Asturias, Esther aseguró que no está nada agobiada con el interés mediático que ha despertado. «Soy tan feliz, que no me afecta lo más mínimo. Estoy muy bien, Carlos y yo vivimos en el campo y no me siento ni agobiada ni nada por el estilo». Malagueña de nacimiento y con casa en Madrid y Marbella, Esther delega en el marqués aquellos asuntos que no sabe cómo responder. Carlos es quien le asesora a la hora de conceder entrevistas. «Lógicamente he tenido mis parejas pero no he estado casada», aclara Doña a quien la diferencia de edad con Griñón tampoco parece afectarle.

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