Millen en Buckingham Palace en 2009, donde fue condecorada
Millen en Buckingham Palace en 2009, donde fue condecorada - EFE
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La diseñadora británica Karen Millen, arruinada por sus trucos fiscales

En 2004 vendió su firma por 41,5 millones de euros, pero ahora un tribunal inglés la ha declarado en bancarrota

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Karen Millen, de 55 años, la diseñadora inglesa que en los años 90 aportó una nueva imagen a la mujer ejecutiva y triunfó con tiendas por medio mundo, ha sido declarada en quiebra por un Alto Tribunal de Londres. Millen vendió su firma en 2004 por más de 100 millones de euros, de los que obtuvo 41,5 millones, pero recurrió a esquemas de evasión fiscal que le han salido mal. Ahora debe el equivalente a 7 millones de euros a la hacienda británica y se cree que va a perder hasta su hermosa mansión georgiana en Kent, su comarca natal. «Estoy totalmente desolada», lamenta la creativa, distinguida con honores reales en 2009.

La de Karen Millen, una mujer guapa de clásica fisionomía inglesa, fue en su génesis una de esas historias de superación que encandilan al público. Nació en una vivienda de protección social en un pueblo de Kent, al Sureste de Inglaterra, hija de un instalador de alfombras.

Pero a golpe de talento y trabajo acabó creando una exitosa marca de moda. Estudió diseño en el Medway College y con solo 19 años se cruzó en unas vacaciones en Marruecos con quien sería su pareja perfecta, tanto en lo personal como en lo personal, Kevin Stanford. Él poseía olfato comercial. Ella aportaba el buen gusto. Es leyenda en la moda británica que comenzaron en 1983 con un crédito de solo 100 libras. Compraron 100 metros de tela de algodón y se lanzaron a hacer camisetas, que vendieron con éxito. Además Kevin y Karen se casaron y tuvieron tres hijos, dos niños y una niña. Lo personal quebró antes que lo mercantil: se divorciaron en 2001.

La firma creció y se expandió con éxito, especializada en abrigos de sastrería y vestidos de noche. Pronto llegaron a Estados Unidos, Indonesia, Rusia y Austria. En 2004 vendieron casi la totalidad de la compañía al banco islandés Kaupthing, que más tarde quebraría. Eran días previos al estallido de 2008, cuando hasta la ignota Islandia se emborrachaba con las alegrías subprime. Karen recibió 41,5 millones y Kevin un poco menos. Con el dinero en mano, la diseñadora se compró una magnífica mansión georgiana en su Kent natal, una casa del siglo XVII, en una finca con estanque, invernadero y canchas de tenis y fútbol. También posee vivienda en Mallorca y un piso en Londres. Ahora puede perderlo todo, después de que un Alto Tribunal la declarase en bancarrota por ser incapaz de hacer frente al pago a hacienda del equivalente a 7 millones de euros.

En 2001, su contable la convenció para que se incorporase a un esquema fiscal llamado Roundthe, que prometía a sus 90 miembros ahorrar para el grupo unos 82 millones de euros transfiriendo acciones a Mauricio. Pero los tribunales británicos concluyeron que todo había sido orquestado desde el Reino Unido, por lo que debían pagar todos sus impuestos en su país de origen.

Posteriormente, Karen Millen se vio también perjudicada por la quiebra del banco Kupthing y por su derrota en su pleito contra ellos para poder utilizar comercialmente su propio nombre. El año pasado un tribunal falló que no puede iniciar una nueva carrera comercial como Karen Millen, porque se crearía confusión con la marca original, que aún sigue en manos de un conglomerado islandés.

La diseñadora culpa de todos sus males al banco islandés. «Los últimos nueve años he estado inmersa en una larga batalla contra los bancos para tratar de conseguir justicia y al final he pagado un peaje. A partir de ahora intentaré olvidar el pasado y empezar de cero», ha declarado con buen ánimo. Pero reconoce que «toda mi energía ha sido devorada por este proceso».

El amor tampoco le ha salido bien a Millen, al menos por ahora. En 2006 se la relacionó con Graham Briggs, de su edad y también vecino de Kent, encantador, gran conversador, siempre impecable y aficionado a los coches de lujo. El problema es que resultó un granuja, defraudador en serie y con una orden de arresto en Francia por estafar a inversores por importe de más de 1,5 millones de euros.

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