Hillary Clinton
Hillary Clinton - AFP

El controvertido proyecto «pantsuit» de Hillary Clinton

La candidata demócrata a la presidencia de EE.UU. no siempre acierta en la elección de sus trajes de pantalón

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«Mi querido Óscar de la Renta siempre se ha impuesto el enorme desafío de convertirme en un icono de la moda», dijo riendo Hillary Clinton durante la entrega de los galardones The CFDA Fashion Awards en 2013, cuando se premiaba al mismísimo Oscar de la Renta por su trayectoria. «Se podría decir que defiendo el proyecto “traje de pantalón”», bromeó, al tiempo que indicaba su preferencia por este atuendo. Desde que nació en Chicago, en 1947, Hillary Rodham Clinton se ha puesto, siempre que ha podido, los pantalones.

Durante sus estudios universitarios en el feminista Wellesley College, esta tendencia, tantos años evitada por su propia madre, fue a más. La libertad, la comodidad y la protección frente al frío hacían que Hillary no dudara en centrarse más en sus estudios que en las florituras de su guardarropa.

Cuando conoció a Bill Clinton en Yale, donde ambos estudiaban Derecho, Hillary vestía más bien con un estilo hippy y su físico consistía en unas enormes gafas de «culo de vaso», un cabello descuidado y unos rasgos poco agraciados que más tarde refinaría pasando por «chapa y pintura».

Al casarse con Bill Clinton en 1975, Hillary se trasladó a Arkansas, donde destacó como abogada en una época en que a las mujeres les era indispensable acudir al trabajo con falda. Convertirse en la primera dama del estado sureño, entre 1979 y 1992, no le proporcionó demasiadas ocasiones para vestir pantalón; su rol y el estilo tradicional de la zona imponían el uso de faldas y vestidos, con lo que Hillary tuvo que habituarse a utilizar medias y mantener sus piernas «en perfecto estado de revista» .

Ya como primera dama de los EE.UU., Hillary confió en Óscar de la Renta para algunos de sus vestidos más emblemáticos. El matrimonio Clinton visitó en numerosas ocasiones a los De la Renta en su casa de República Dominicana y llegaron a ser amigos íntimos. En los bailes inaugurales de los dos mandatos de su marido, en la portada de «Vogue» tras el «caso Lewinsky» o en la boda de su hija Chelsea, Hillary solía confiar en De la Renta, consciente de su experiencia vistiendo a primeras damas. En los últimos años, ya como senadora y más tarde como secretaria de Estado de la Administración Obama, incluso consiguió que Óscar creara para ella trajes de gala con pantalón, en lo que podríamos llamar una pirueta del elegante dominicano.

Azul Cobalto

Ahora que Clinton es la candidata demócrata a la Presidencia, no deja atrás sus conjuntos de pantalón y chaqueta, eligiendo siempre que puede el azul cobalto que tanto le gusta. Lleva atuendos monocolor de corte discreto para disimular detalles de su físico, pero elige tonos fuertes para ser visible de lejos. Los conjuntos de pantalón le permiten, además, llevar el necesario calzado cómodo.

El pasado abril, Hillary eligió un traje de pantalón y chaqueta de Armani valorado en 10.500 euros, para pronunciar un discurso sobre la desigualdad. Las quejas no tardaron en llegar, tachándola de desconsiderada y de estar lejos de sus votantes. Quizás la primera mujer candidata al puesto de mando en U.S.A., debe recordar lo que ella misma dijo cuando se convirtió en primera dama: «He comprendido que la apariencia y la ropa que llevo puesta importan ahora que ya no me represento a mí misma, sino a los norteamericanos».

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