Susan Schneider y Robin Williams
Susan Schneider y Robin Williams - Reuters

«Buenas noches mi amor», las últimas palabras que Robin Williams le dedicó a su esposa

Susan Schneider concede a «People la primera entrevista después de la trágica muerte del genio de la sonrisa triste y confiesa que la culpa de su suicidio no fue de la depresión

Madrid Actualizado: Guardar
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Ya hace más de un año que Robin Williams, el genio de la sonrisa triste, se fue. Su viuda, Susan Schneider, ha concedido a la revista norteamericana «People» su primera entrevista tras la muerte del malogrado actor.

Sin embargo, no culpa de la muerte del Genio de la lámpara a la depresión. Esa que, tras la noticia de su suicidio, se erigió como la causa que habría conducido a Williams a quitarse la vida. «No fue la depresión lo que mató a Robin. La depresión fue uno de los 50 síntomas que tenía y fue pequeño», asegura la que fuera la tercera esposa del protagonista de «Good morning, Vietnam».

Y la culpable de muchos de esos síntomas fue la enfermedad neurodegenerativa que sufría el actor y que provocaba en el ganador de un Oscar trastornos de humor y alucinaciones.

Schneider recuerda uno de los últimos episodios que la demencia con cuerpos de Lewy (DCL) causó en el intérprete: «Experimentó ataques de ansiedad que lo paralizaban. Una vez, calculó mal al cerrar una puerta y acabó con la cabeza ensangrentada y rigidez muscular y era incapaz de decir qué le había pasado. Sin embargo, su equipo de médicos no pudieron identificar qué le pasaba hasta que le realizaron la autopsia».

Incapaz de contener las lágrimas, la viuda de Robin williams recuerda también las últimas palabras que le dedicó el actor y cómo, a pesar de encontra extraña su actitud, fue incapaz de identificar lo que sucedería. «Yo estaba en la cama y él vino a la habitación un par de veces. Me dijo 'buenas noches mi amor' y se marchó con su iPad. Parecía que tenía algo que hacer y pensé: 'Esto significa que está mejorando'. Y esa fue la última vez", ha comentado en la entrevista a la revista «People».

Ni ella ni los médicos pudieron ayudar a su marido porque «la enfermedad era más rápida y más grande que nosotros», confiesa Schneider. Pero ahora sí puede, al menos, orientar a los que sufren la enfermedad más común después del alzheimer. «Robin era muy consciente de que estaba perdiendo el juicio y que no había nada que se pudiera hacer al respecto. Pido a Dios que arroje algo de luz sobre la enfermedad que sufren millones de personas y sus familiares con ellos».

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