Mario Vargas Llosa en el aeropuerto de Madrid
Mario Vargas Llosa en el aeropuerto de Madrid - ABC

Isabel Preysler hizo la reserva del hotel donde vive el premio Nobel

El escritor ha abandonado su domicilio familiar en Madrid para no coincidir con su mujer, Patricia

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En el número 69 de la madrileña calle Orense se erige un vetusto edificio gris que no destaca precisamente por su belleza arquitectónica. Las banderas europeas ondean en la puerta y un amplio espacio diáfano da la bienvenida a los huéspedes. Unos entran, otros salen, pero prácticamente ninguno sabe que desde hace unas semanas comparten inmueble con un ilustre inquilino. El premio Nobel Mario Vargas Llosa se refugia en uno de los 222 apartamentos de los que dispone el Eurobuilding 2, a tan sólo unos metros del paseo de la Castellana. Fuera, la tormenta de sentimientos encontrados que deja todo triángulo amoroso se ensaña con fuerza.

Hasta ahora, siempre que el escritor ha viajado a Madrid se ha alojado en su lujosa casa de la calle Flora, a escasos metros del Palacio Real y de la Puerta del Sol.

La vivienda, que compró en el año 2000 cuando residía en Londres, ocupa la última planta del edificio, está amueblada a capricho y tiene unas vistas de infarto. Pero sabe que allí estará ella. Patricia Llosa. Su prima y su esposa durante cincuenta años. La mujer que ha visto cómo su matrimonio se desmoronaba ante la irrupción de la socialite Isabel Preysler.

Mario informó a su familia de que su amor hacia Patricia se había marchitado el último día de su estancia en Nueva York, con la que celebraban su 50 su aniversario de boda. Fuentes cercanas a la familia aseguran que fue la propia Preysler quien levantó el teléfono para reservar el apartamento del Eurobuilding 2 en el que comenzaría a vivir el escritor peruano.

Salón de uno de los apartamentos del Eurobuilding
Salón de uno de los apartamentos del Eurobuilding

El hotel tiene dos tipos de apartamentos; uno de 60 metros cuadrados, con salón comedor, una habitación doble, cocina y baño, que cuesta 55 euros diarios más IVA; y otro, de 110 metros, con dos habitaciones, dos aseos, un salón comedor y un baño (132 euros al día). El precio incluye agua, luz, wifi y limpieza diaria. Y existe la opción de añadir desayuno buffet por unos 13 euros diarios. El servicio de lavandería tampoco está incluido. El plazo máximo de la estancia es ilimitado.

Como curiosidad, cabe destacar que los huéspedes pueden elegir entre suelo de moqueta o tarima. En cuanto a las zonas comunes, dispone de gimnasio y en la azotea se halla una amplia piscina abierta sólo en verano. Pero parece que Vargas Llosa no hace uso de estas instalaciones, o al menos ninguno de sus nuevos vecinos lo ha visto merodeando por allí.

Los disciplinados empleados del hotel también parecen dar la callada por respuesta. «De nuestros clientes no podemos decir nada. Me paso horas y horas en la puerta, pero yo no quiero ver nada», comenta uno de los recepcionistas del apartotel, que por confidencialidad se niega a reconocer que efectivamente allí vive Vargas Llosa.

Austero refugio

Aunque los apartamentos no revisten mayor lujo ni el interior del edificio es especialmente acogedor, Mario ha encontrado allí el lugar idóneo para alejarse de todos, menos de ella. La casa de Isabel Preysler en Puerta de Hierro se encuentra a unos quince minutos en taxi de allí, y ahora la única que importa es ella. Hace unos días se veía a Vargas Llosa salir por la puerta del garaje de «Villameona» en uno de los Audi de Miguel Boyer.

La pareja también ha salido por la zona en la que vive el autor de «La fiesta del chivo». De hecho, las fotos que hicieron saltar su romance se tomaron precisamente el pasado domingo 7 de junio a la salida de una de las sucursales del restaurante 99 Sushi Bar, donde almorzaron, situado en el hotel Eurobuilding. Al terminar la comida, la pareja salió del restaurante cogida del brazo. La socialite filipina parece encontrarse muy a gusto en este local de comida japonesa. De hecho, sólo unos días antes, el martes 2 de junio, se dejó ver por allí con algunas amigas, entre las que se encontraba Carmen Martínez-Bordiú.

Almuerzos a plena luz del día, románticas cenas, encuentros furtivos... ¿Cuál será el siguiente paso que dé la pareja? ¿Cuánto tiempo se prolongará la estancia de Vargas Llosa en el Eurobuilding? Muchas incógnitas aún sin despejar del que sin duda ya es el romance del año.

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