Fernando Habsburgo celebra sus victorias sobre las pistas con una señal que imita el águila bicéfala
Fernando Habsburgo celebra sus victorias sobre las pistas con una señal que imita el águila bicéfala - ©TÜnde HanzsÉros
El nieto piloto del barón thyssen

Fernando Habsburgo: «No me han criado para ser el heredero de un Imperio»

El hijo del Archiduque Carlos de Habsburgo-Lorena y de Francesca Thyssen-Bornemisza quiere vivir en España y ser piloto de Fórmula 1

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Cada vez que Fernando Zvonimir de Habsburgo-Lorena (17 años) gana una carrera de la Fórmula Renault 1.6, cantera de pilotos de F1, hace una señal de victoria encorvando ligeramente sus dedos índice y medio. Con ese gesto representa el águila bicéfala, símbolo del extinto Imperio Austrohúngaro. «No me han criado para ser el heredero de un Imperio, mucho menos para ser un príncipe. He crecido como un chico normal, pero he aprendido a respetar la herencia de mi familia y su contribución a la Historia», dice el único hijo varón del Archiduque Carlos de Habsburgo-Lorena, jefe de la Casa de Austria, y de la coleccionista de arte Francesca Thyssen-Bornemisza.

Algún día, Fernando, nieto del barón Heinrich Thyssen-Bornemisza y bisnieto de Carlos I, último Emperador de Austria, heredará la jefatura de la Casa Imperial y de la Soberana Orden del Toisón de Oro en su rama austríaca.

Sin embargo, sueña más con su monoplaza que con el robusto árbol genealógico de su familia. «Descubrí el karting con ocho años y me dije a mí mismo: ‘‘Es mi deporte’’. A los once años ya estaba compitiendo. Paso el 80 por ciento de mi tiempo libre en las pistas», explica el aristocrático piloto, que este sábado participa en las Finales Mundiales de Karting en Valencia. Su meta es competir en la Fórmula 1 y medirse contra su ídolo, el finlandés Valtteri Bottas. «Fernando Alonso también me gusta, pero no es mi favorito.Sigo a pilotos más jóvenes con los que podría competir en un futuro», reconoce.

Al novato Habsburgo le faltan unos meses para terminar el bachillerato en el Danube International School de Viena, aunque pasa más tiempo en el circuito de su escuela de karting que en el aula del instituto. «Estudio todo lo que puedo. Tengo un tutor que me acompaña en mis viajes y me ayuda a preparar los exámenes. Pero mi foco son las carreras», admite y añade entre risas: «No tengo planes de ir a la universidad... que no se enteren mis padres». Cuando termine sus estudios, en mayo de 2015, planea mudarse a España para continuar su formación como piloto.

Este año ha sido campeón austríaco del mundial de karting Rotax Max Challenge en la categoría DD2. Paralelamente ha hecho su primera temporada en la Fórmula Renault 1.6, en la que obtuvo cuatro podios para su escudería, Lechner Racing. Terminó cuarto en el ránking general. «Mis padres están muy entusiasmados. Me apoyan porque han visto que lo hago bien», cuenta.

Al volante de una obra de arte

El nieto del barón Thyssen no se imagina colaborando con su padre en el Comité Internacional de Escudos Azules, el equivalente cultural de la Cruz Roja para la preservación de monumentos y patrimonio cultural. Tampoco con su madre, una de las coleccionistas de arte contemporáneo más respetadas del mundo. «Personalmente me cuesta la interpretación del arte, todavía estoy dando los primeros pasos para entender ese mundo», admite.

Esos primeros pasos incluyen colaboraciones con artistas de vanguardia. «Si me hubieran preguntando hace algunos años, habría dicho que no tengo nada que ver con el mundo del arte. Ahora, con la ayuda de mi madre, conduzco un monoplaza intervenido por el dúo suizo Lang y Baumann». Lo ha bautizado «ARTcar1», una manera particular de interpretar el arte y las carreras junto a dos de los artistas contemporáneos más interesantes de la escena europea. «Gracias al arte mi coche se distingue del resto, llama la atención».

Confiesa que no suele visitar el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid y que tampoco tiene una pieza favorita en la fabulosa colección de obras amasada por su abuelo. «Hace un par de años visité el Thyssen con mi madre. Es un museo muy bonito. Pero, para ser honesto, no lo entendí, aunque estaba fascinado con lo que ha creado mi abuelo. Tenía una relación muy buena con él. Hizo muchas cosas buenas y no solo por España. Es un ejemplo, un modelo a seguir». Otra vida a toda velocidad.

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