Dos exministros de Hollande, la nueva pareja de la política gala

Aurélie Filippetti y Arnaud Montebourg son la nueva nueva pareja sexy y glamour de la política francesa, dos socialistas que han roto con François Hollande por considerarlo un traidor. Ambos tienen historias sentimentales muy ricas y preciosas, en su diversidad, no solo política.

Antigua profesora y militante ecologista, Filippetti fue la compañera sentimental del economista más célebre de Francia, Thomas Piketti, autor de un libro que ha sido un best seller en los EE.UU. y acaba de traducirse al castellano. Ministra de cultura de Hollande, entre el verano de 2012 y finales del mes de agosto pasado, Filippetti rompió con Piketti para continuar su vida sentimental con Frédéric de Saint-Sernin, antiguo secretario de Estado conservador.

La pareja Filippetti-Saint-Sernin apenas duró poco más de un año.

Miembros del Gobierno socialista de Hollande, Aurélie Filippetti, de 41 años, y Arnaud de Montebourg, de 52, comenzaron a «salir» cuando él estaba rompiendo con su primera esposa, la periodista Audreu Pulvar, y antes o después de una pasajera historia con Elsa Zylberstein, nunca confirmada definitivamente.

A lo largo del verano pasado, la pareja emergente Filippetti-Montebourg comenzó a rehacer su vida. Y decidieron romper con Hollande al alimón. Montebourg dimitió el primero, con mucho estrépito. En el fragor de la crisis de gobierno, Filippetti anunció su ruptura con el gobierno socialista de Hollande.

Consumada la separación, la pareja se marchó a San Francisco, en viaje de amor. Comenzó una inconclusa temporada de jugar al ratón y el gato con paparazis, fotógrafos y la infame turba de la prensa rosa bombón. Lentamente, la pareja comienza a dejarse ver, con relativa «normalidad», haciendo las compras del domingo en los pequeños mercado del barrio, comprando clementinas españolas al precio fuerte: 4,95 euros el kilo.

¿El futuro? Aurélie Filippetti ya es madre de una niña. En una comida con varios periodistas, le pregunté la semana pasada si pensaba volver a ser madre. Se echó a reír: «¡No puedo responder a esa pregunta!». Cuando nos cruzamos, dos o tres días más tarde, en el mercado de la calle Buci, Filippeti vuelve a sonreír, encantada. Montebourg se ejecuta y posa amistosamente unos instantes, antes de volver a la dura faena de las compras del fin de semana.