La baronesa Thyssen, junto al restaurador Lucio
La baronesa Thyssen, junto al restaurador Lucio - abc
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Carmen Thyssen: «Quiero que Borja sea quien tome mi relevo»

La baronesa asegura que la reconciliación con su hijo es total, y que todas las demandas pendientes se han retirado de los juzgados

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Junto al director del Museo Thyssen, Guillermo Solana, la baronesa Carmen Thyssen acudió a uno de los almuerzos de la peña Cuarto Poder en Casa Lucio y demostró que sabe «defenderse» muy bien ante cualquier tipo de pregunta, por indiscreta o directa que sea. Como ya es un clásico en ella, fue una cascada de titulares a cada cual mejor. De entrada, Tita habló del amor y repitió una y mil veces que ni está enamorada ni se lo plantea. «Y eso que creo en los cuentos de hadas y en el amor», aseguró. Tras siete años distanciada de su hijo Borja y de su nuera, Blanca, aclara que no se ha tratado de un error. «No se puede juzgar a nadie por sus reacciones.

Soy tranquila y ya ni me acuerdo de lo que ha pasado. Del pasado sólo me quedo con las cosas buenas. Entre nosotros se ha abierto una puerta que yo he traspasado para poder hablar. Sería un error que se volviera a cerrar porque la vida pasa», comenta.

Puestos a entonar un «mea culpa», la baronesa asegura que «me importa un pepino quién haya tenido la culpa, ha habido un bloqueo. Lógicamente todos somos culpables, yo también, pero hoy lo importante es que se ha solucionado», añade. «Mi relación con Blanca es muy buena. A mi hijo le hace muy feliz por lo que tenemos que llevarnos con mucha inteligencia y muy educadas», afirma. En cuanto a que un acuerdo económico habría sido el detonante para que haya paz Tita no titubea: «todo está involucrado», dice. «Había un problema familiar que ha ocurrido en los últimos siete años, pero no tiene nada que ver ni con Hacienda ni con el futuro de la colección Carmen Cervera. Se han liquidado las demandas que había en los juzgados por ambas partes, ya que nuestras incompresiones no se han debido al legado Thyssen que está muy claro desde el pacto de Basilea en el 2002», puntualiza.

«No podemos recriminarnos ahora nada. Hay que seguir adelante», confiesa. A pesar de que han sido siete años sin su hijo ni sus nietos -que hoy está encantada de disfrutar-, Tita es rotunda cuando asegura que no ha derramado lágrimas. «No me permito llorar, la tristeza no entra en mi vida. Cada día tomo cerca de 16 decisiones y sería un lujo venirme abajo o regocijarme en mis penas», recuerda. «No he pedido perdón como tampoco lo he exigido», aclara.

Desde hace unos años la baronesa vende Villa Favorita, la fabulosa mansión que heredó de su marido en Lugano. «Hay que ser suizo para poder adquirirla. Es todo complicadísimo», cuenta. «Quiero que Borja se involucre conmigo para que me ayude a tomar las decisiones, ya que mi intención es que sea quien tome el relevo; por eso lo necesito cerca». En este derroche de sinceridad sin duda la respuesta más sorprendente fue cuando señaló que «Borja hace mucho tiempo que no ve a mis hijas».

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