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Isabel Pantoja durante su concierto en Zaragoza - efe

Isabel Pantoja, tonadillas de la cuenta atrás

La artista saborea la libertad sobre los escenarios mientras el reloj de la Justicia corre hacia su posible ingreso en prisión

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Con la vehemencia que atavía a sus gestos, con el mismo paso firme sobre los escenarios, con la arrogante estampa de quien domina la tonadilla ante el público desde hace más de cuarenta años, Isabel Pantoja apareció el viernes por la noche en concierto en Zaragoza. Puesta en escena redonda, con morbo incluido. El reloj de la Justicia emprendió su cuenta atrás la víspera, el jueves, cuando la artista recogió la notificación que le da diez días de plazo para ingresar en prisión y le recuerda la multa de 1.147.148,96 euros que tiene pendiente de abonar, en metálico, por el llamado «Caso Blanqueo». La sombra de la corrupción marbellí bañada de mediático romance con Julián Muñoz que arrastra en su bata de cola.

El día 23 se agota el plazo. Los abogados de Isabel Pantoja dieron por seguro que abonará la multa a tiempo y que evitará su ingreso en prisión. Otros lo ponen en duda mientras proliferan las informaciones -y también las especulaciones- sobre el inmediato futuro procesal de la tonadillera y sobre las maniobras para conseguir liquidez con urgencia vendiendo patrimonio. Mientras tanto, la artista apura etapas en esa gira que emprendió hace meses con título quizás intencionado en medio de su íntimo vendaval: «Hasta que se apague el sol».

Si al final no evitara la cárcel, el del viernes en Zaragoza habría sido su penúltimo concierto antes de la libertad «interruptus». La gira programada llega hasta finales de noviembre, con otros tres conciertos: el más inmediato está fijado para el próximo día 18, en localidad almeriense de Huércal-Overa. Los dos siguientes solo tendrán lugar si esquiva la prisión. Están señalados para el 22 y 28 de noviembre, en Oviedo y en Madrid, respectivamente.

El viernes por la noche, a Isabel Pantoja no le faltaron incondicionales. Inmensa mayoría de público femenino. A las puertas, no faltaban seguidoras dispuestas a defender a la tonadillera a capa y espada. Un pequeño grupo lo hizo visible con una artesanal pancarta que proclamaba un «Isabel, te queremos». Hubo colas para entrar a un recinto en el que quedaron vacantes más de la mitad de los asientos disponibles. El escenario elegido fue el Palacio Príncipe Felipe de la capital aragonesa, unas instalaciones que, cuando se habilitan para conciertos, tienen un aforo máximo de 9.340 localidades.

Durante las dos horas largas de actuación, ante la artista hubo unas 4.000 personas, según el recuento final. Una cifra nada despreciable -las entradas se vendieron a entre 30 y 60 euros-, aunque es menos de la mitad de todo lo que puede dar de sí el lugar elegido para el concierto. Zaragoza, ciudad de más de 600.000 habitantes, bulle en su fin de semana de más afluencia de visitantes, por las fiestas del Pilar.

Pantoja no dejó pasar la ocasión para buscar la complicidad de su público, interpretando unas letras a las que puso intención para llevarlas a su terreno, a la espinosa situación personal que atraviesa por los lodos de la corrupción marbellí. El concierto de Zaragoza lo arrancó con la canción «Para sobrevivir». «Para sobrevivir dicen que hay que mentir. Y yo digo que... no», entonó arrancando el coro de sus incondicionales, que la arroparon con piropos y flores durante su actuación. Ese «Para sobrevivir» lo exprimió con poderío de voz y puesta en escena, aprovechando esos minutos medidos que se dio a los informadores gráficos para inmortalizar el concierto, que acabó con un «¡Viva la Pantoja!» brotado desde el público, al que la tonadillera contestó con un «Viva, pese a quien pese».

Entre el público no faltaban algunos de sus amigos más cercanos, caso del periodista Luis Rollán. La siguiente cita programada será en tierras almerienses. Y el reloj de la Justicia sigue su particular cuenta atrás.

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