La «universidad» de los narcos, entre rejas

Las fortunas de la droga ya se pueden reutilizar sin esperar a que haya juicio

Santiago Actualizado: Guardar
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«En el narcotráfico no hay reinserción posible». La frase, con toda la dureza que guarda, resumen decenas de historias en las que la prisión no ha sido más que un acicate para que los traficantes encarcelados diesen un paso más en su negocio. Lejos de entender su condena como una penalidad, los narcos gallegos llevan inscrito en su ADN que pasar una temporada entre rejas va con el cargo. Algunos de los agentes más experimentados de la Comunidad, que han mirado a los grades traficantes cara a cara al esposarlos, refieren que de todos los narcos que están ahora mismo en activo en Galicia hay una mayoría que han entrado en prisión. «Son más los que han pasado por ella que los que no la han pisado.

Encontrar ahora a gente del mundillo que no tenga ningún tipo de antecedente es raro, son muy pocos los que conservan el expediente limpio», explican los policías para desmontar la creencia de que, una vez detenidos, entran por una puerta y salen por la otra. «No es cierto que salgan a la ligera, por nuestra experiencia se trata de una percepción equivocada», coinciden algunas de las fuentes consultadas por ABC. «El problema es que para ellos estar en prisión no deja de ser un aprendizaje, tanto que a la cárcel le llaman la universidad, porque es donde descubren nuevos métodos y donde entran en contacto con otras mafias», revelan desde el Instituto Armado.

También preocupa lo que sucede fuera mientras el detenido purga sus culpas. Hasta hace poco, su patrimonio se mantenía intacto hasta que había una sentencia firme, que en muchas ocasiones ha llegado «cuando el Ferrari ya no valía para nada». Para evitar situaciones tan injustas y cotidianas como que la esposa del traficante siga disfrutando de su fortuna en el exterior, la Fundación Gallega contra el Narcotráfico ha dado la batalla para lograr que los bienes incautados a los reyes de la coca se puede reutilizar antes de que lleguen a juicio. La idea, afirma Fernando Alonso, es devolver a la sociedad algo de lo que se le ha robado, así que tras el ingreso en prisión los pazos, los yates, los coches de lujo y todos los bienes que suelen conformar el patrimonio de los grandes capos ya no esperarán cogiendo polvo en un depósito o cerrados bajo llave. «Tiene algo de justicia poética que puedan servir para un fin social como el reparto de comida», sonríe Alonso.

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