CONFLICTO EN LA JUSTICIA

Rueda achaca el fracaso del diálogo a la debilidad de los sindicatos pactistas

El vicepresidente lamenta la escasa «capacidad de influencia» de algunas organizaciones sobre las más radicales

Portavoces del comité admiten la existencia de «acuerdos verbales» con la Xunta: «Era lo menos malo», dicen

Protesta de los sindicatos de Justicia en Santiago EFE
Mario Nespereira

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La huelga de Justicia sigue en pie, y ya van 73 días, en parte por la incapacidad de l os sindicatos más moderados para imponer su opinión dentro del comité huelga . Un día después de que las negociaciones saltaran por los aires , AlfonsoRueda lamentó que cuatro de las organizaciones con las que había sellado un preacuerdo se hubiesen echado atrás en el último momento. «Cuando se queda en que una serie de propuestas son aceptables, eso debe ser mantenido» , afirmó.

El vicepresidente se refería así a la propuesta que la administración formuló a UGT, CSIF, CCOO y USO para desbloquear definitivamente el conflicto. El documento comprometía una subida salarial de 140 euros al mes para los médicos forenses, 133 para gestores, 127 para tramitadores y 122 para los auxilios judiciales ; e incluía otras ventajas únicas en el ámbito autonómico como la certificación de la carrera profesional. Pero todo eso reventó el pasado miércoles, cuando tras un receso de unas horas el comité se enrocó en la postura de los tres sindicatos restantes, CIG, STEJ, y CUT. Es decir: 140 euros más al mes para todas las categorías.

«Hay sindicatos que no quieren que se llegue a un acuerdo» , precisó Rueda sobre las razones que llevaron a truncar la negociación. Como en otras ocasiones, el titular de Xustiza subrayó que el preacuerdo dinamitado por el comité cumplía con creces algunas de las reivindicaciones lanzadas desde el comienzo, como acabar con la discriminación de los funcionarios gallegos respecto al resto de comunidades. Ahora, en base a esta última oferta, los trabajadores se colocarían en cuarto lugar, recalcó.

De ahí que la Xunta siga hablando de «perplejidad» e «indignación» ante la actitud de los portavoces sindicales. Sobre todo, de aquellos a los que se les presumía una mayor inclinación al pacto, como vino constatando el propio Rueda. El vicepresidente participó directamente en las conversaciones —«sé perfectamente de lo que se habló», recalcó ayer—, sondeó sus opiniones, y cerró con ellos un acercamiento que a la hora de la verdad se quedó en agua de borrajas. «Cuando esos sindicatos se quedaron solos», expuso, «esa postura varió». Hasta se mostró arrepentido por confiar en una «capacidad de influencia» que demostraron no tener, visto el triunfo del sector más radicalizado.

Resistencia numantina

En el lado de los trabajadores, las revelaciones de Rueda acerca del preacuerdo causaron un enorme revuelo. Si la primera reacción fue negar su existencia, ayer algunos miembros del comité sí reconocieron haber cerrado «acuerdos verbales» con Vicepresidencia , aunque en todo caso sujetos a las asambleas de trabajadores.

Con casi dos meses y medio de protestas a la espaldas, la tensión brotó en algunas asambleas. Fuentes consultadas por ABC describen que la situación «no es fácil para nadie», Entre los portavoces más moderados, explican sin embargo por qué se establecieron contactos con la Xunta. Recibieron una llamada del Ejecutivo y acudieron, dicen, después de haber hablado ya con partidos e instituciones. «Pensamos: vamos a darle una oportunidad a ver si podemos sacar esto adelante. Después de 70 y pico días, era lo menos malo. ¿Qué vamos a ser, Numancia?», reflexionan.

Lo que parecen evidentes son las diferencias de talante entre unas y otras. Los participantes en la génesis del preacuerdo lo camuflan bajo el eufemismo de las «culturas distintas» de cada organización. Las grietas se hicieron visibles cuando se acometió la primera rebaja en la petición de 190 a 180 euros, instante en que algunos comenzaron a asumir la necesidad de «mover ficha». «Hay que pensar que la edad media en nuestro colectivo es muy alta, y algunos ya piensan que no recuperarán lo perdido hasta la jubilación» .

En ese clima se produjeron los desencuentros de ayer. Las mismas fuentes reconocen que quizá «no estuvieron finos» en su estrategia pero que la Xunta tampoco «obró bien» al no «bajar» el documento a la mesa de negociación, donde se reúnen los siete sindicatos. Otras voces apuntalan la tesis de que el diálogo previo existió, pero condicionado a refrendarlo «primero por el comité y luego por las asambleas».

Ahora para lo que se preparan es para una «guerra de guerrillas» en la que buscaran infligir daños a una Xunta que consideran «desnortada» . Como ejemplo, citan la publicación del preacuerdo en la intranet de la administración aunque su «validez» se quedara en el aire. «¿Estos son nuestros gestores? Es un esperpento», zanjan.

Mientras, los paros aflojan y el seguimiento toca suelo: ayer, un 26,4%

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