Fachada de la nueva tienda de Zara en La Coruña
Fachada de la nueva tienda de Zara en La Coruña - IAGO LÓPEZ

La Coruña, el laboratorio de pruebas de Inditex

Cuna del gigante textil, Arteixo se ha convertido en una suerte de "think tank" de iniciativas que la compañía exporta luego a todos los rincones del mundo

LA CORUÑA Actualizado: Guardar
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Apenas 400 metros separan la primera tienda de Zara que Amancio Ortega abrió en La Coruña, en la calle Juan Flórez (1975), de la que se ha convertido desde el pasado jueves en el emblema internacional de Inditex. Más el tiempo transcurrido, cuatro décadas, desde que el visionario empresario decidiera instalar su centro de operaciones en Arteixo. Cuna de uno de los emporios textiles de mayor reconocimiento mundial, la sede del polígono de Sabón es una suerte de think tank de ideas que luego la compañía exporta a todos los rincones del mundo a través de sus ocho marcas —Zara, Pull&Bear, Massimo Dutti, Bershka, Stradivarius, Oysho, Zara Home y Uterqüe—, con presencia en los cinco continentes.

Enseña de su nuevo modelo de negocio, la macrotienda de Zara en la coruñesa calle de Compostela, en la zona de la plaza de Lugo, juega un doble papel no solo por mostrar al público la imagen más renovada de su firma de cabecera, sino por utilizar la tecnología más avanzada, puntera en el sector del "retail".

Pero son precisamente sus tiendas su mejor escaparate, pues Inditex utiliza sus locales como soporte publicitario. Las marcas del grupo ocupan algunos de los mejores activos inmobiliarios allí donde tienen presencia. Y en la milla de oro coruñesa, donde el grupo cuenta con siete establecimientos, acaba de abrirse al público la flagship más grande de España de la que es su marca de referencia.

Homenaje a la ciudad

Un homenaje de la compañía a la ciudad que la vio crecer. «Una tienda que podría estar en cualquier capital del mundo, pero que es muy reconocida para el público coruñés», en palabras de Elsa Urquijo, quien firma el proyecto arquitectónico. Un diseño en el que las galerías (fachada acristalada típica), las balconadas y la conjugación en el interior de la piedra y la madera (señeras en la arquitectura gallega) provocan un juego de luz que genera sensaciones muy particulares. «La luz que filtran las balconadas va cambiando el efecto interior a lo largo de todo el día. Entra por Compostela y Sánchez Bregua, en un especie de calle cubierta que conecta la vida de ambos núcleos urbanos, trasmitiendo una luz muy coruñesa», indica Urquijo.

Sus seis plantas ocupan un total de 4.900 metros cuadrados, de los que 2.400 están destinados a superficie comercial donde se exponen las colecciones de Zara para señora, caballero y niño, con prendas colgadas de sencillas estructuras metálicas. Todas ellas respiran el mismo estilo. Espacios amplios, ligeros y diáfanos en los que pequeños cambios de decoración orientan al cliente, explica la directora del proyecto, que tuvo que echar mano de una compleja solución estructural —el edificio en lugar de asentarse sobre el suelo cuelga de una cercha de acero colocada en la parte superior que descansa sobre sólidas estructuras perimetrales— condicionada por los restos arqueológicos de una antigua muralla del siglo XVIII que recorre la tienda de forma transversal.

Probadores interactivos

Y en esa filosofía de probar antes en casa, esta flagship incorpora una experiencia única para el cliente con sus probadores interactivos, una tecnología que ya puso en práctica el grupo en su tienda de San Sebastián —una de las más grandes de España y con mayor volumen de ventas— y que se ensaya ahora, más evolucionada, en la coruñesa. Un sistema piloto que, a través de un sensor que lee RFID —identificación por radiofrecuencia—, permite al probador detectar el modelo de prenda elegido con solo introducirse en el cambiador, de modo que evita al dependiente escanear cada pieza, como ocurre en la vasca. La información que refleja la pantalla interior es la misma que se detalla en la tablet que tiene el dependiente para poder así ayudar al cliente en caso de necesitar algún cambio de talla u otro tipo de asesoramiento.

No por nada Inditex cuenta con un centro tecnológico único en el mundo, plenamente operativo desde octubre de 2014. Alberga un showroom tecnológico, un espacio dedicado a la tecnología y la innovación en distribución, responsable de los sistemas en proceso de implantación en la red y de otros en fase de desarrollo o prueba. Un espacio que la compañía calcula que cubrirá sus necesidades tecnológicas al menos durante los próximos diez años y que permite a los equipos comerciales familiarizarse con las nuevas tecnologías —cajas o probadores— al tiempo que a los técnicos realizar pruebas en un entorno que les acerca a las tiendas reales.

En Arteixo, donde el grupo localiza su sede —el complejo ocupa 600.000 metros en su conjunto—, la compañía dedica una planta al completo a recrear cómo será cada uno de los establecimientos y sus respectivos escaparates.

Ejemplos que evidencian que la multinacional ha convertido a La Coruña en su particular laboratorio de pruebas, demostrando así que el gigante textil no solo diseña moda, una posición que le ha valido ser una de las compañías más analizadas del mercado, a nivel nacional e internacional, objeto de estudio en las mejores escuelas de negocio, entre las que figura Harvard Business School.

Pero es la velocidad y la logística a las que Inditex debe su éxito. Desde el cuartel general, la directriz es clara: darle al cliente lo que quiere, en el menor tiempo posible, con la máxima calidad y diseño y a un precio inmejorable. Es este quien marca el ritmo en los talleres. El grupo fabrica al año mil millones de prendas de 50.000 referencias que se transportan desde Galicia a cualquier rincón del mundo —recibe información de sus más de 7.000 tiendas distribuidas en 91 mercados en tiempo real—. De ahí que la plantilla al completo se haya convertido en un ejército de captadores de tendencias, desde el equipo creativo hasta los empleados de las cadenas.

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