Antonio Jesús Barge, en primer término, y Carlos Parra, durante el juicio en 1993
Antonio Jesús Barge, en primer término, y Carlos Parra, durante el juicio en 1993 - ABC

El guardia civil que atracó la joyería «Ludeña» en 1989 fue detenido gracias a un militar

Antonio Jesús Barge Valdés estaba de baja médica porque había perdido visión en el ojo izquierdo en un accidente

Toledo Actualizado: Guardar
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Antonio Jesús Barge Valdés (Madrid, 1968), uno de los fugitivos españoles más buscados que ha sido detenido esta semana después de 13 años huido, tenía 21 años cuando el 23 de diciembre de 1989 atracó la joyería «Ludeña» que está situada en el toledano barrio de Santa Teresa. Hacía dos meses que Antonio Jesús había cumplido las 21 primaveras (nació un 14 de octubre) y era guardia civil de profesión. El día del sangriento asalto (tres policías, un guarda jurado y el propio atracador resultaron heridos de bala), Antonio Jesús estaba de baja médica por la pérdida de visión en el ojo izquierdo debido a un accidente.

El atraco fue perpetrado sobre las diez menos cuarto de la mañana. Era sábado, la víspera de la Nochebuena de 1989.

Dos hijas del propietario de la joyería, Juan Ludeña, colocaban en los expositores los valiosos objetos que guardaban en la caja fuerte cuando entró un individuo bien parecido. Era Antonio Jesús, que vestía una cazadora oscura y ocultaba sus ojos tras unas gafas oscuras. Después de preguntar por el precio de un reloj, sacó una pistola de la cintura y ordenó que abriera la puerta a un cómplice (Carlos Parra Saavedra), que esperaba en la calle, iba armado y actuaba bajo el síndrome de abstinencia por no haber consumido droga. Una de las hijas del dueño aprovechó para pulsar la alarma conectada con la Policía Nacional, que recibió el aviso.

Los dos atracadores, ayudados en el exterior por otra compinche (Ana Belén Azacaray, de 17 años y novia de Antonio Jesús), intentaron maniatar a las hijas de Juan Ludeña y a él mismo. Los delincuentes llevaban en una bolsa cuerda, una navaja y un machete. Quisieron meter al joyero y a sus dos hijas en la caja fuerte, pero el dueño los convenció para que no lo hicieran porque podrían morir asfixiados.

La Policía llegó a la joyería y los atracadores ordenaron a una de las dos mujeres que dijeran a los agentes que se trataba de una falsa alarma. La chica lo hizo, pero los policías sospecharon que algo no iba bien dentro de la joyería y se quedaron vigilando.

Ficha difundida por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado
Ficha difundida por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado

Durante la huida de los ladrones a pie se produjo un tiroteo con la Policía y resultaron heridos de distinta consideración tres agentes, un guarda jurado de Telefónica y Antonio Jesús. Este llegó a disparar a bocajarro a uno de los agentes, herido gravemente, que pudo repeler el ataque y disparar al delincuente. Además, un niño que se encontraba en la zona en el momento del tiroteo fue alcanzado por un proyectil, aunque sin consecuencias graves.

A pesar de estar herido por dos impactos de bala en el tiroteo, concretamente en un hombro y en el vientre, Antonio Jesús logró llegar hasta un semáforo, donde a punta de pistola pudo subir a un vehículo y amenazar a su conductor para que lo llevara en dirección a Madrid.

El conductor resultó ser un teniente médico con destino en la Academia de Infantería, en Toledo, que en ese momento iba vestido de paisano. Aunque el estado físico del atracador fue empeorando a medida que pasaban los minutos, Antonio Jesús nunca dejó de apuntar al conductor con la pistola.

La Guardia Civil levantó varios controles en las carreteras, sobre todo en la de Madrid. Al llegar a un control en Illescas, el teniente hizo señales con las luces sin que el atracador se diera cuenta, lo que permitió a los guardias civiles poder reducir con sus subfusiles al delincuente. En ese momento, Antonio Jesús llevaba una pistola sin legalizar y sin marca que, probablemente, había adquirido en el mercado negro.

Debido a la gravedad de sus heridas, Antonio Jesús fue trasladado al puesto de Cruz Roja en Illescas, desde donde una ambulancia lo condujo hasta la residencia sanitaria de Toledo (ahora hospital Virgen de la Salud). En el camino tuvieron que aplicarle oxígeno para mantenerlo con vida. La ambulancia llegó al centro sanitario a las doce y media de la mañana, dos horas y cuarenta minutos después de que Antonio Jesús y sus dos compinches perpetraran uno de los atracos más sangrientos y recordados en la ciudad de Toledo. Dos de los policías heridos se jubilaron por incapacidad a consecuencia del tiroteo y Antonio Jesús fue condenado a más de 40 años de cárcel por este atraco.

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