El fiscal Pedro Horrach, en un momento de la entrevista
El fiscal Pedro Horrach, en un momento de la entrevista - JAIME REINA

Pedro Horrach: «El hecho de condenar en costas implica mala fe de Manos Limpias»

«No sé qué cambia para afirmar eso ahora y no en instrucción con las mismas pruebas»

Palma de Mallorca Actualizado: Guardar
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-¿Cuáles han sido para usted los momentos más duros en todo este procedimiento? ¿Alguna vez pensó en tirar la toalla?

-El primero fue el auto por el que la Audiencia de Palma daba vía libre a la acusación formal de Manos Limpias para sentar a la Infanta en el banquillo. Por un lado, en la resolución se admitía que la condición de socia de Aizoon de Doña Cristina, por sí sola, no justificaba su imputación. Pero contradictoriamente la única razón por la que se sentó en el banquillo fue por su condición de socia que «pudo saber o pudo conocer», lo que además no deja de ser una mera especulación que no alcanza ni la categoría de simple sospecha.

El otro momento especialmente duro fue cuando la Sala otorgó legitimación a la acusación popular para mantener en solitario a la Infanta en el banquillo. Pero nunca pensé en tirar la toalla.

-En la vista oral se le vio en ocasiones especialmente tenso. ¿A qué se debía?

-La rigidez del tribunal hacía que el ambiente se tensara más de lo deseable. Si a ello añadimos una acusación popular que pretendía conseguir de cualquier forma titulares de prensa sobre aspectos ajenos al procedimiento, el cóctel era por momentos explosivos. No fue un juicio cómodo para nadie.

-Precisamente una de las cosas más llamativas de la sentencia es el durísimo varapalo que recibe Manos Limpias.

-El hecho de imponer la condena en costas a la acusación popular implica la mala fe con la que se ha conducido esa parte. Lo que me pregunto es qué ha cambiado ahora para considerar que la actuación de Manos Limpias ha sido temeraria en el juicio y no en la fase de instrucción con los mismos elementos probatorios. Y esto se puede decir tanto en lo que afecta a la Infanta Cristina como a la mujer de Diego Torres, Ana María Tejeiro.

-Lo cierto es que prácticamente se le dio la misma legitimidad a ese pseudosindicato que a la propia Fiscalía.

-Es algo que no entiendo; es inaudito que se sitúe en la misma posición a quienes representan a instituciones públicas, por tanto ajenos a intereses particulares, que a las acusaciones populares, institución que creo que debía desaparecer. Así ocurre en el resto de Europa.-

-A lo largo de la vista oral el juez Castro no ha tenido inconveniente en comentar los pormenores de una causa en la que había sido el instructor.

-En el sistema judicial español los jueces de instrucción no pueden juzgar por hallarse contaminados por la investigación. Los comentarios del juez Castro son fruto de su propia contaminación.

-¿Es habitual que los magistrados de instrucción tengan ese comportamiento?

-No conozco ningún otro caso en que algo así se haya producido.

-Durante la fase final de la instrucción sus encontronazos con Castro han sido habituales. ¿Cuál fue el punto de inflexión en esta relación?

-Las insinuaciones que en alguna de sus resoluciones judiciales vertió cuestionando la imparcialidad de los funcionarios públicos que estábamos actuando. Nos reprocharon por ejemplo que queríamos salvar a la Infanta de un delito fiscal por no contabilizar unas facturas por importe total de 69.990 euros, y ahora la sentencia ni siquiera hace mención a las mismas. Simplemente, quiero recordar que se vertieron ríos de tinta sobre un asunto que estaba claro desde el punto de vista jurídico tributario.

-Pero supongo que usted también habrá cometido equivocaciones en todo este tiempo.

-Sí, por supuesto. La sentencia absolutoria para los acusados de la trama valenciana pone de manifiesto que no he logrado demostrar a la Sala los hechos que sustentaban la acusación. De todas formas, habré cometido errores a lo largo de mi carrera profesional. Pero si echo la vista atrás en líneas generales estoy satisfecho con el trabajo realizado.

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