Rosa Belmonte

El hombre del traje gris que viene con una calabaza bajo el brazo

«Rivera es el primer político que presento aquí que podría ser mi hijo», señaló Rafael del Pino

Rosa Belmonte
MADRID Actualizado: Guardar
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Apareció Rivera, caminó por los pasillos abriendo las alfombras rojas y cuando entró en el bar, alguien soltó: «Llega el Papa». El Papa fue con su novia, Beatriz Tajuelo. Muy guapa, muy vestida como para ir de boda (salvo por las medias negras más tupidas que las de Bernarda Alba). Se está acostumbrando a que la sigan las cámaras, a que la conozcan en el avión (es azafata).

Entre sus proyectos, buscar casa en Madrid. Ayer estarían en algún NH. Por las hojas donde tenía las notas Rivera. Notas que no leyó. Porque el gran valor del presidente de Ciudadanos sigue siendo que habla de corrido. Así estamos en España. También que no es ni Iglesias ni Rajoy. Pero Ciudadanos es un poco el Bimba & Lola de la política.

Muchos no terminan de explicarse el éxito. Dijo que «España no se toca» y no pude evitar imaginarlo con la música de «Este amor no se toca» de Yuri.

«Rivera tendría que ser del PP», suspiraba alguna de las mujeres rendidas a sus pies. Del PP no estaba más que Cristina Cifuentes, como la vez anterior. Y Elvira Rodríguez. «El PP tiene un proyecto que se agota y el PSOE no tiene proyecto» fue una de sus frases martillo. También pronunció eso espantoso de «centralidad». De su partido sí que estaba el gineceo: Inés Arrimadas, Begoña Villacís y la futura diputada Marta Rivera de la Cruz.

«Llévatelo ya, que le van a arrancar la ropa», avisaba un compañero de mesa al final a Beatriz Tajuelo (estaba recibiendo mensajes de arrobo de algunas asistentes). Aunque no sé quién querría arrancarle ese soso traje gris.

«Es el primer político que presento aquí que podría ser mi hijo», señaló Rafael del Pino, presidente de Ferrovial. El que podría ser hijo de la multitud masculina del Salón Real resaltó el «maravilloso lugar». Pero ya no hizo una foto con su móvil como hace meses. Cuando todavía no era candidato a presidente del Gobierno. Cuando todavía no era el futuro gran facilitador de gobiernos. Cuando todavía no se le ocurría proponer un «pacto por España». Terminó citando a Bismark con una de sus frases más recurrentes y más dudosas. No la de las salchichas y las leyes, la otra: «La nación más fuerte del mundo es España. Siempre ha intentado autodestruirse y todavía no lo ha conseguido. El día que deje de hacerlo volverá a ser la nación más fuerte del mundo». Gran aplauso. Pero es imposible encontrar fuentes no españolas que verifiquen que Bismark formuló semejante frase. Lo cual recuerda a la guapa Inés Arrimadas, que hace meses en una entrevista dijo que tenía que comprarse un libro de citas de Cambó. Llegará el 20 de diciembre y lo mismo el Rajoy concursante del «Un, dos, tres» se llevará una calabaza. Una gran calabaza naranja.

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