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Sánchez junto a González el pasado septiembre - ÓSCAR DEL POZO

González presiona a Sánchez para que facilite un gobierno con PP y Ciudadanos

Tras el enfriamiento con Podemos, el PSOE busca ahora que Rivera apoye su investidura y los de Iglesias se abstengan

Madrid Actualizado: Guardar
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A cuatro días de una nueva reunión del Comité Federal del PSOE, comienzan a moverse los socialistas partidarios de abstenerse en la investidura de un candidato del PP, con tal de no tener que gobernar ellos con Podemos. Son pocos, porque la militancia es muy contraria a la «gran coalición», pero de renombre. El más importante, Felipe González, abogó por ello el lunes, durante un almuerzo con embajadores. Propuso que PP, Ciudadanos y PSOE pacten un programa de reformas a solo dos años.

El expresidente ve poco futuro a un Gobierno presidido por Pedro Sánchez con solo 90 diputados si depende del apoyo de Podemos, formación muy criticada por González desde hace años por sus vínculos con la Venezuela «chavista».

Es más, pronosticó que Pablo Iglesias no quiere pactar sino hundir al PSOE y quedarse con su espacio, pero él no aconsejará a Sánchez si ir del brazo de los que defiende la Constitución o con los de la «ruptura».

También ayer, la Fundación España Constitucional, integrada por ex ministro de UCD, PP y PSOE, entre los que están José Bono, Elena Salgado, o Carlos Solchaga -otros como Corcuera o Leguina no están pero también apoyan-, emitió un comunicado pidiendo un Ejecutivo de «dos o más partidos constitucionalistas», para una legislatura de solo dos años que saque adelante una reforma constitucional y haga frente al desafío catalán.

Valencia, «una razón más»

Pedro Sánchez es consciente de que tanto esa propuesta como la de los barones regionales -investidura suya apoyada por Ciudadanos y abstención de Podemos, que tendría difícil justificar un no a un gobierno alternativo al PP-, tienen un mismo objetivo: huir de la entrada de Iglesias en el Gobierno. Esto aterroriza a la UE, a los mercados y al propio PSOE.

De momento, el líder socialista no cede en lo que se refiere al PP. Ayer, nada más conocer la macrorredada contra los populares valencianos, colgó el siguiente tuit: «El suma y sigue de la corrupción del PP exige, a quienes creemos firmemente en la regeneración democrática, enviarles a la oposición». Un mensaje a González y sus fieles que se encargó de remachar el portavoz del Grupo Socialista, Antonio Hernando, cuando recalcó que ese partido está de corrupción «hasta las orejas» y lo ocurrido ayer en Valencia en «una razón más» para no apoyar la investidura de ningún popular.

Sánchez sí va a intentar quitarse presión del otro lado, la que le ejercen los líderes territoriales. Coincidiendo con el enfriamiento de las relaciones PSOE-Podemos - el asunto del reparto de escaños en el hemiciclo del Congreso puede haber sido la puntilla-, el secretario general ha iniciado el acercamiento a Ciudadanos que le pedían Susana Díaz, Javier Fernández, Emiliano García-Page. Guillermo Fernández Vara, Ximo Puig, entre otros.

Que Rajoy no se escabulla

La investidura de Pedro Sánchez con apoyo de C’s -en el Gobierno o fuera- y abstención de Podemos no deja de ser hoy por hoy una quimera porque Iglesias ya ha dicho no. Eso sí, en la escenificación que vivimos, Sánchez se niega a abrir todavía negociación alguna porque cree que «sigue siendo el momento de Rajoy», que no puede escabullirse así como así de la «irresponsabilidad» cometida el pasado viernes al rechazar el encargo del Rey para someterse a la investidura. No quiere llegar el martes a su segundo encuentro con el Monarca como candidato «in pectore», porque sería abonar la estrategia del presidente del Gobierno en funciones: que fracase el «gobierno de izquierdas» y llegue la oportunidad del PP, con él u otro.

El líder socialista intentará hasta el último minuto y si, al final, el Rey le propone, aceptará, como adelantó ABC. El hecho de que la audiencia sea tres días después del Comité Federal del PSOE le está permitiendo aligerar tensión. Ya no hay urgencia por decidir nada -habrá otro cónclave socialista para ratificar- y ambas partes están echando bálsamo en su complicada relación.

«Tibieza» justificada

Pedro Sánchez ya ha mantenido contactos a solas -algunos por teléfono- para evitar la tensión que se vivió en Ferraz en la cena del 27 de diciembre y, sobre todo, al día siguiente en el Comité, a cuenta de la celebración del 39 Congreso. Hoy, quienes participaron en aquel pulso, empezando por Susana Díaz, creen que erraron: lejos de debilitarle con vistas a su sustitución en la Secretaría General, le reforzaron ante la militancia.

Por eso, ahora están dejando pasar la «humillación» infligida por Pablo Iglesias al PSOE, el viernes, para que hablen otros: Alfredo Pérez Rubalcaba, Eduardo Madina, José Luis Corcuera o Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Comparten con ellos que Sánchez estuvo «muy tibio», pero en conversación privada con alguno de los barones el líder se ha justificado diciendo que nunca fue consciente de la dura escenificación de Iglesias antes de dar su rueda de prensa en el Congreso. No quieren echar más leña al fuego.

También influye en esta distensión que Sánchez acepta que supervisen los acuerdos de investidura y que empieza a cundir la sensación de que el «gobierno de izquierdas» pierde fuerza. El líder socialista tiene muy claro que se va a presentar a la reelección en el 39 Congreso y será candidato si hay repetición de elecciones, razón de más la suya para no va a hacer «casus belli» de la fecha. Ayer, Vara dijo que lo que tenga que decir lo dirá el sábado, como la propia Díaz. Y, además, ninguno quiere dar al PP el gusto de ver cómo se cumple su pronóstico de que desautorizan a Sánchez.

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