Susana Dñiaz y Mariano Rajoy coincidieron en Sevilla en el 25 aniversario del AVE
Susana Dñiaz y Mariano Rajoy coincidieron en Sevilla en el 25 aniversario del AVE - J.M Serrano

Génova prefiere la «socialdemocracia» de Díaz al rupturismo de Sánchez

En el PP admiten que una victoria de Sánchez les favorecería electoralmente

Madrid Actualizado: Guardar
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La exhibición de fuerza de Pedro Sánchez en la recogida de avales no solo ha asestado un duro golpe psicológico en Ferraz. El impacto ha llegado también a Génova y al Gobierno, donde observan con preocupación el alcance que la guerra interna del PSOE tenga en la estabilidad política del país. Su histórico rival vive sus horas más bajas, descabezado y tentado de virar al extremismo de izquierdas ante la presión de Podemos. Y por más que el Gobierno haya encontrado en Ciudadanos, Coalición Canaria y el PNV un eje por el que transitar en esta legislatura, lo cierto es que el presidente anhela recuperar al PSOE como el socio de alcance para los temas de Estado. Y sigue de cerca el proceso de primarias del 21 de mayo.

Lejos de pescar en río revuelto por la debilidad socialista, Mariano Rajoy dio orden a los suyos de evitar a toda costa cualquier comentario público sobre las primarias socialistas, por el escrúpulo de «no interferir» en los procesos internos de otros, pero sobre todo, convencido de que «sería contraproducente» para los intereses del socialismo moderado. Hasta ahora, cada vez que a un dirigente del PP se le ha preguntado por su candidato favorito a liderar el PSOE, la respuesta, irónica, ha sido la misma: «No queremos perjudicar».

Pero la avalancha de credenciales conseguidos por Sánchez ha hecho saltar las alarmas entre los populares, que en cuestión de segundos pasaron el jueves del alivio por salvar el veto a los Presupuestos al estupor por el posible regreso del ex secretario general de Ferraz. Tanto es así que ayer la dirección del PP rompió su propia norma de neutralidad y se posicionó a favor de la presidenta andaluza y cargó tintas contra Sánchez, al que culpó de la división interna de su partido. «A Susana Díaz no le escuchamos decir una cosa y la contraria sistemáticamente», afirmó ayer el vicesecretario de Sectorial del PP, Javier Maroto, que reprochó la deriva extremista de Sánchez. Aunque dijo no pretender interferir en las primarias, avaló que Díaz «trata de defender la socialdemocracia», y no «competir por la izquierda con Podemos».

Sorpresa por los avales

A su juicio, Sánchez es el responsable de que hoy el PSOE esté «roto en dos facciones». Lo cierto es que en Génova no ocultaban el jueves su sorpresa por los 57.000 avales recogidos por Sánchez, que ponen en entredicho. «Realmente, el PSOE tiene un problema. Siempre que sea cierto lo de los avales, claro», apuntó un alto cargo con experiencia en disputas internas por el poder político. «Esperábamos unos 30.000», admitió otro integrante de la dirección al habla con los barones fieles a Susana Díaz. En privado, la cúpula del partido sostiene que una victoria de Sánchez sería ventajosa electoralmente para el PP, porque «escora al PSOE más a la izquierda» y dejaría todo el espacio del centro despejado para el PP y Ciudadanos. Pero «sería malo para España» y podría dar una estocada mortal a la legislatura. «No duraría mucho», señalan las fuentes consultadas, por más que el mensaje de Rajoy sigue siendo el de agotar el mandato hasta el final, sobre todo ahora que acaricia los Presupuestos.

Lo que es un hecho, confirmado en La Moncloa, es la buena sintonía que ha existido entre Mariano Rajoy y Javier Fernández, que ha permitido un diálogo fluido en estos meses y un acercamiento en asuntos clave, desde la investidura hasta la aprobación del techo de gasto, o el acuerdo del salario mínimo. Ese diálogo, que también existía con Rubalcaba aunque el enfrentamiento político fuese contundente, quedó totalmente roto con Pedro Sánchez. No hubo nunca sintonía personal entre Rajoy y el ex secretario general del PSOE, y el distanciamiento se convirtió en un abismo insalvable durante el año de bloqueo. Rajoy reconoció en privado que era imposible dialogar con Sánchez y que jamás había conocido un caso semejante en la política.

En esa situación, tampoco en La Moncloa ocultan que una victoria de Sánchez complicaría claramente el diálogo del Gobierno con el principal partido de la oposición. Sobre todo en el día a día. Su portavoz parlamentario, Antonio Hernando, sacó a relucir en el debate presupuestario la cara más dura del PSOE, anterior a la gestora, y es esa línea la que se espera para cualquier acción del Gobierno.

Sánchez y el secesionismo

Fuentes del Ejecutivo confiaban en que pese a la dificultad para el diálogo que supondría una eventual victoria de Sánchez siempre podría contar con el PSOE para los grandes asuntos de Estado, incluida la respuesta al desafío independentista. Pero después de escuchar a Sánchez cómo quiere fulminar incluso el artículo 2 de la Constitución (el de la indisoluble unidad de la Nación española), entre los populares hay serias dudas de poder lograr un entendimiento con este dirigente socialista en cuestiones básicas y fundamentales como la de defender el modelo de Estado frente a los secesionistas.

En todo caso, en La Moncloa están a la espera de que el PSOE elija a su nuevo líder, ya que en este momento se encuentra sin interlocutor válido para tratar muchos asuntos e iniciativas parlamentarias. En el Gobierno se han encontrado con que desde el Grupo Socialista no se puede avanzar en una negociación porque ahora mismo no hay un criterio definido, a la espera de que se celebren las primarias y se forme una nueva dirección en el partido. En los Presupuestos, las primarias van a coincidir con la tramitación de las enmiendas parciales, y el Gobierno está dispuesto a intentar llegar a un acuerdo con el candidato ganador.

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