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Rajoy - EFE

Escalada verbal del Gobierno: del «golpe de Estado» a «dictadura» y «atentado» a la democracia en Cataluña

El Ejecutivo ha salido en tromba esta semana poniendo nombre al desafío planteado por los secesionistas catalanes

Madrid Actualizado: Guardar
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Semana de órdago entre el Gobierno y la Generalitat, cuya ofensiva separatista ha propiciado una escalada verbal hasta ahora inédita en La Moncloa. El Ejecutivo de Mariano Rajoy había cuidado al máximo su respuesta, dialéctica y formal, a la amenaza independentista, cautelosos de no azuzar el fuego victimista del nacionalismo catalán. Sin embargo, el presidente ha dado orden de cruzar el rubicón de la diplomacia y sus ministros, y él en primera persona, han salido en tromba a denunciar el «chantaje» desde Cataluña al Estado. Moncloa no quiere que esta amenaza sea gratis y quiere que cunda entre la ciudadanía que España afronta el desafío más grave de su historia moderna.

La secuencia se inició el viernes anterior, con la enésima oferta del Gobierno al diálogo con la Generalitat.

La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, fue la encargada de verbalizar la última invitación de La Moncloa a Carles Puigdemont para un debate democrático sobre la crisis institucional y política que arrastra Cataluña. «Invitamos al presidente Puigdemont a dialogar y a debatir democráticamente su propuesta por los cauces legalmente previstos», dijo 48 horas antes de que el dirigente autonómico viajara a Madrid para exigir el referéndum independentista.

Pero Puigdemont, amparado por Podemos, dejó claro desde el Ayuntamiento de Madrid que no darán un paso atrás en su intento por cuestionar el orden legal vigente y realizarán la consulta «sí o sí». Y el lunes, tras desvelarse el secreto borrador de la Generitat y su ley de desconexión, el presidente salió en primera persona con toda su artillería verbal.

Desde Génova, Rajoy habló de un «gravísimo chantaje y amenaza» y «un disparate jurídico, político y social», que no tiene parangón en la historia política reciente de nuestro país. «Es muy difícil encontrar un precedente tan antidemocrático», señaló tras exigir a Puigdemont que «dé la cara» en las Cortes. «No apoyaré la liquidación de la soberanía nacional, ni la liquidación de la unidad nacional», zanjó.

Un día después, el Gobierno elevó la temperatura aún más. Tras constatar la vicepresidenta en Barcelona que «la democracia tiene el poder para evitar el referéndum», la ministra de Defensa y el portavoz del Ejecutivo hablaron de «golpe de Estado».

«Si estuviéramos en otro país y en otras circunstancias y a lo mejor no estuviéramos hablando de políticos, estaríamos hablando de un intento de golpe de Estado o de una amenaza de golpe de Estado», aseveró María Dolores de Cospedal, que insistió en que el Gobierno no «admitirá el chantaje».

Por la tarde, Rajoy endureció el tono en el Senado: «Es una de las mayores cacicadas que he visto en mi vida», dijo sobre los planes secesionistas de la Generalitat, propio «de las peores dictaduras».

El jueves, el presidente respondió por carta a la exigencia de referéndum planteada por Puigdemont, asegurando que es imposible que él autorice, porque no puede ni quire, «tan grave amenaza a la convivencia y al orden constitucional».

Ayer, cuestionado sobre la dureza de las palabras empleadas por el Ejecutivo, el portavoz, Íñigo Méndez de Vigo, insistió en que lo que plantea la Generalitat es «un atentado grave contra el Estado de Derecho», que el Gobierno no tolerará.

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