«La desestabilización de Marruecos sería mucho peor que un atentado»

La vigilancia se extrema sobre 200 yihadistas retornados al país vecino

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La amenaza yihadista más preocupante para España no está dentro de nuestras fronteras, sino en Marruecos. Según fuentes de la lucha antiterrorista, los cerca de 200 combatientes que han retornado al país vecino tras haber permanecido a las órdenes del Daesh en Siria o Irak constituyen un foco de inquietud principal, también por las conexiones que mantienen con Ceuta, Melilla y Andalucía. «Para España, sería estratégicamente más dañina la desestabilización de Marruecos que un atentado como el de París o Bruselas», sostiene un alto responsable de Seguridad, que constata que la colaboración entre Estados está siendo «buena» y la vigilancia es máxima.

Y no es para menos. Matrimonios como el del ya fallecido Mustafa Hamduch, «Kokito», natural de Castillejos, que se retrató con cinco cabezas cortadas y ofreció como regalo de boda un cinturón de explosivos a la ceutí Assia Ahmed, demuestran la permeabilidad de un país a otro.

Y que hay motivo para no bajar la guardia. Ambos, además, fueron captados por el mismo reclutador, Mustafá Maya Amaya, español casado con una marroquí y en cuya detención en Melilla en 2015 participaron por primera vez sobre el terreno agentes del Reino alauí integrados en el operativo de la Comisaría General de Información de la Policía.

Libia, en el foco

Por detrás de este escenario, las mismas fuentes señalan que como siguiente punto de «enorme preocupación» la caótica Libia. Primero el área en el Mediterráneo entre Trípoli y Sirte por su «gran proyección hacia Europa» y, –particularmente para los intereses de multinacionales petroleras españolas–, la zona suroeste, territorio de Al Qaeda en el Magreb Islámico y del batallón Al Murabitum liderado por Mokhtar bel Mokhtar.

De acuerdo con los datos facilitados ante el Parlamento en julio del pasado año por el ministro del Interior de Marruecos, Mohamed Hassad, 1.220 marroquíes habían viajado a Siria e Irak, más 2.000 europeos originarios de este país, lo que constituiría el mayor contingente extranjeros en las filas del islamismo radical solo después del de Túnez. Entonces se certificaban ya 156 retornados. En su seguimiento se centra la colaboración entre Fuerzas de Seguridad españolas y marroquíes, que no se limita al intercambio de información, sino a que agentes de un país van a territorio vecino a realizar operaciones con sus homólogos y viceversa.

La actividad antiterrorista en Marruecos se intensificó a partir del 25 de marzo de 2015, día en que Rabat anunció su participación en la coalición encabezada por Arabia Saudí contra los rebeldes de Yemen. Más allá, la Monarquía fiel a la tradición Malikita que preconiza la moderación ha desplegado imanes en más de 50.000 mezquitas para contrarrestar la propaganda extremista.

No obstante, la vulnerabilidad es una realidad acentuada por los llamamientos del Daesh a que las «células durmientes» ejecuten su yihad en las zonas en que ya están radicadas y no desplazándose a Siria.

El pasado año trascendió que grupúsculos desmantelados en lugares de Marruecos como Berkan y Seluane, en el Mediterráneo, así como en Safí, Agadir o Marraketch tenían planes para secuestrar oficiales marroquíes y atacar a las fuerzas de Seguridad. Es por ello que, en España, las fuentes de la lucha antiterrorista explican que no se trata solo de vigilar la entrada de individuos de países exóticos que puedan suponer una amenaza, sino de entender que «ya están aquí» y que, por tanto, la pregunta «no es si nos van a dar o no, sino cuándo nos van a dar».

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