Patxi López y César Luena tras recoger sus actas de diputados
Patxi López y César Luena tras recoger sus actas de diputados - EFE

El amago de investidura de Sánchez convulsiona al PSOE la víspera del Comité Federal

Susana Díaz avisa de que si no logró ser investido con 90 diputados, «con 85 menos»

Madrid Actualizado: Guardar
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Pedro Sánchez sigue manteniendo vivo el espejismo de convertirse en presidente del Gobierno para asegurar la continuidad de su liderazgo, por más que la única combinación salida de las elecciones del 26-J sea reelegir a Mariano Rajoy con abstención de los 85 diputados socialistas; eso, o ir a unas terceras elecciones.

En silencio desde la noche electoral, todo parece indicar que Sánchez no solo impondrá un «no» rotundo a Rajoy en el Comité Federal del PSOE mañana, sino que seguirá dejando en el aire su candidatura y ganando tiempo, para desesperación de barones críticos y «vieja guardia».

El último, Felipe González ayer, en un artículo en «El País», con su insinuación de que el partido debe abstenerse y pasar a la oposición porque «no hay mayoría alternativa coherente».

Esto ya se lo dijo a su sucesor en una conversación a solas hace diez días.

Y aunque hay quien dice que Sánchez ya va deslizando en privado que acabará absteniéndose, los movimientos de la última semana contradicen esa opinión.

Apoyan a González los principales barones aunque, salvo el extremeño Guillermo Fernández Vara, ninguno se atreve a verbalizarlo por temor a quedar como unos «traidores» ante la misma militancia a la que propondrán el relevo de Sánchez en el 39 Congreso, en otoño. Y tampoco quieren hacer el trabajo sucio al líder.

Porque, de gestos, de medir el respaldo/rechazo a Sánchez tras el nuevo batacazo electoral va la cita del Comité Federal mañana. Vara y los presidentes de Andalucía, Susana Díaz; Asturias, Javier Fernández; Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page; Comunidad Valenciana, Ximo Puig; y Aragón, Javier Lambán, respaldarán su «no» a Rajoy, pero le exigirán que deje el silencio y «lidere» en vez de maniobrar orgánicamente en la sombra.

No se fían. Saben que lleva desde la noche electoral rumiando una segunda candidatura a La Moncloa con abstención de Podemos o de Ciudadanos, y por eso se les encendieron todas las alarmas el miércoles, cuando escucharon a la muy «sanchista» Francina Armengol, presidenta de Baleares, apadrinar que Sánchez pruebe si el candidato del PP fracasa.

Lo dijo tras verse con él en Ferraz, prolegómeno de una calculada maniobra a la que luego se sumó el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, para mantener vivo el espejismo del «gobierno del cambio» con Ciudadanos y Podemos.

«Hay que hablar del 26-J»

Ayer, el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, «pinchó» el globo de la alternativa casi a la misma hora en que el presidente aragonés, Javier Lambán, despachaba la propuesta de su compañera de filas Armengol como un «producto de la Tramontana (viento)» que «altera las mentes».

Los presidentes autonómicos se malician de que Sánchez ha intentado dos objetivos: situarse en medio de ellos y los barones «sanchistas» que le instan a presentarse, y evitar, de paso, que se hable de la dura derrota electoral.

«Tras el 20 de diciembre, cuando caímos de 110 diputados (Rubalcaba) a 90, no se pudo hablar, y ahora tampoco?. Más allá del liderazgo de Pedro, del que ya hablaremos en el 39 Congreso, En algún momento habrá que analizar qué nos ha pasado y como vamos a reconstruir el PSOE, no?», reflexionaba ayer para ABC un miembro del Comité Federal que, como otros, aprovechará la cita para hablar de ello.

El problema es que la beligerancia con la que se espera a los barones más críticos, empezando por Díaz, ha llegado también al otro bando. Ayer, la secretaria general del PSE, Idoia Mendía, reconoció que Pedro Sánchez «tiene claro que en el Congreso hay una mayoría para el cambio», por más que Rivera haya dicho que no a aliarse con Podemos.

Mendía, como Armengol, manifiestó «un gran respeto» por Felipe González pero advirtió que la responsabilidad del PSOE ahora «la tiene Pedro Sánchez». Las dirigentes vasca y balear coinciden en que «hay que mantener la esperanza de cambio y de alternativa» frente al PP.

Algo que no comparte la presidenta andaluza. Susana Díaz, que ha estado muy reacia a hablar de más en estos días porque cree que correspondía a Sánchez haber dado la cara tras el 26-J. Ayer, por si acaso, la le avisó: si no logró una investidura con 90 diputados en la corta legislatura pasada, «menos con 85».

«No he cambiado mi opinión y al que le toca trabajar es a Rajoy», insistió ayer, y al líder del PSOE explicar qué va a hacer. Precisamente esta tarde, a las 19.30, se va a producir su reunión con Sánchez, la más esperada de todas las que ha tenido el secretario general con los barones.

Page: «No hay que estirar el chicle»

Díaz llegará a las 19.30 a Ferraz, después de que pasen por allí el resto de barones, entre ellos el castellano-manchego, García-Page, quien se muestra contrario a otro intento de investidura de Sánchez: «Esto no lo vamos a discutir tantas veces como para que terminemos fracturando el PSOE. Hay que tener cuidado, una cosa es estirar el chicle, otra cosa es retorcer la realidad y otra cosa muy distinta es tomar responsabilidad».

Desde la Dirección Federal, ayer se optó por responder con perfil bajo a Felipe González y por mantener vivo el espejismo de candidatura de Sánchez .

El secretario de Organización, César Luena, dijo que «no conviene adelantar acontecimientos» y, sin desautorizar a Felipe González, sí le recordó que el PSOE va a votar «no» a Rajoy porque es lo que han votado sus electores.

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