Quiroga, junto a Nerea Llanos y Antón Damborenea, el pasado miércoles
Quiroga, junto a Nerea Llanos y Antón Damborenea, el pasado miércoles - efe

El PP vasco, en situación aún más precaria tras la salida de Arantza Quiroga

Al mal resultado en las últimas elecciones municipales y forales se le suman las tensiones internas

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Tiempo de zozobra, incertidumbre y dudas en el Partido Popular del País Vasco. La decisión de su hasta ahora presidenta, Arantza Quiroga, de renunciar a su cargo, tras verse obligada a retirar su propuesta de convivencia y libertad, deja a la formación en una situación tan incierta como inestable a tan solo dos meses de la celebración de elecciones generales, y con los comicios autonómicos fijados para el próximo año.

A la espera de los movimientos que adopte la dirección del PP vasco en las próximas horas y días, una transición que debería pilotar, en principio, la secretaria general, Nerea Llanos, resulta evidente que la situación del partido en la comunidad autónoma solo puede calificarse de precaria. Hace tan solo seis meses las elecciones municipales y forales del 24-M ya hicieron evidente la pérdida de apoyos entre el electorado.

El PP obtuvo hace seis meses algo más de 102.000 votos frente a los más de 146.000 de la cita de 2011, lo que se tradujo en el consiguiente y drástico retroceso en número de concejales: de 164 a 79. El golpe de aquella noche se hizo aún más doloroso semanas después, con la conformación de los Gobiernos municipales y forales. La maniobra de Bildu en Vitoria, donde orquestó una campaña para desalojar a Javier Maroto, pese a liderar este al partido más votado, culminó con el aterrizaje del PNV en el consistorio.

Perdía el PP una de sus (pocas) joyas más preciadas, una de las tres capitales de provincia, bastión además en el territorio donde, hasta entonces, había mostrado cierta fortaleza. Pero no acabaron ahí las decepciones: la alianza entre PNV y PSE motivó que Javier de Andrés no pudiera repetir al frente de la Diputación foral de Álava, que quedó en manos de los nacionalistas con sus socios socialistas.

«Quien piense que va a mejorar los resultados de forma mágica, de un día para otro, está equivocado. Este partido necesita tiempo», se defendía Quiroga en su primer análisis del batacazo electoral, cuando anunció un reinicio en la formación que no llegó a materializar. «Mentiría si dijera que estoy en una situación novedosa o que no sabía que podía ocurrir, tenía los cálculos hechos», advertía, para matizar que pensaba «que el colchón era mayor». Y remachaba: «El día que acepté afrontar este reto sabía cuál era la situación del PP vasco. No recibía un PP al alza».

Tensiones internas

A la pérdida de apoyos en las urnas se les suma a los populares vascos una situación interna que a Quiroga le costó unos cuantos disgustos en forma de tensiones y crisis. Sus decisiones de reemplazar a Iñaki Oyarzábal por Nerea Llanos como secretaria general y de imponer a su candidata a la alcaldía de San Sebastián, Miren Albistur, frente al criterio del presidente provincial, Borja Sémper, pusieron sobre la mesa las tensiones existentes entre las divisiones provinciales.

Con Nerea Llanos como rostro visible del PP vizcaíno, persona de máxima confianza de Quiroga, las declaraciones que han discutido el liderazgo de esta última han procedido del entorno alavés y el guipuzcoano. Por el primero, su presidente, Alfonso Alonso, fue quien públicamente criticó la propuesta que ha acabado tumbando a Quiroga, mientras que Sémper habló muy claro este mismo lunes, cuando afirmó que le producía verguenza ajena el espectáculo que había dado su partido.

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