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Arantza Quiroga - efe
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Quiroga, dos años y medio sorteando crisis

Renuncia a la dirección del PP vasco tras el fiasco de su propuesta de convivencia y libertad, que incluía a Bildu

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La tercera crisis en dos años y medio al frente de los populares vascos ha sido la definitiva para Arantza Quiroga (Irún, 1973), que esta mañana ha anunciado que tira la toalla tras el fiasco de su propuesta de convivencia y libertad, la desautorización -negada desde Génova- de su partido y los seis días de aislamiento y silencio que han concluido este miércoles.

Esa propuesta se enmarca en una estrategia personal de gestión de la nueva etapa que abrió el anuncio de ETA de que ponía fin a su trayectoria asesina. Planteamientos que han chocado con sectores del partido, que no han aceptado su intención de contar con Bildu en una nueva ponencia ni su decisión de exigir un rechazo expreso a la violencia en lugar de atenerse a la condena que siempre ha propugnado el PP.

También mostró su disgusto la Asociación de Víctimas del Terrorismo.

Fogueada como edil en su localidad natal, en 1998 fue elegida por primera vez parlamentaria. No solo ha ostentado un escaño desde entonces, sino que entre 2009 y 2012 ocupó el cargo de presidenta de la Cámara de Vitoria, durante la legislatura en la que Patxi López fue lendakari. Elegida vicesecretaria general del PP vasco en 2008, en mayo de 2013 se aupó al liderazgo de la formación tras la marcha de Antonio Basaogiti.

Quiroga se va a dos meses de las elecciones generales y medio año después de otros comicios, los municipales y forales del 24-M, en los que el PP sufrió un serio traspié. Especialmente dolorosa fue la pérdida del Ayuntamiento de Vitoria, donde la victoria de Javier Maroto resultó insuficiente por el respaldo de Bildu al PNV y la abstención del PSE. Los socialistas, en virtud de su pacto con los «jeltzales», propiciaron que el PP se quedara también sin la Diputación de Álava.

Quiroga anunció entonces «un reinicio» y cambios orgánicos, pero no dio nombres y ese supuesto reseteo nunca se acabó concretando. Ya entonces se le preguntó si se había planetado dimitir. Lo negó. «Si digo que ahora me voy no tendría ningún sentido», rechazó. Aseguraba haber hecho autocrítica: «Puedo hacer más, trabajar más, dedicar más horas. En mí tiene que haber un mayor esfuerzo». Pero también advertía: «Quien piense que va a mejorar los resultados de forma mágica, de un día para otro, está equivocado. Este partido necesita tiempo».

En aquel análisis Quiroga quiso dejar claro que el mal resultado en las urnas no le había cogido desprevenida. «Mentiría si dijera que estoy en una situación novedosa o que no sabía que podía ocurrir, tenía los cálculos hechos», advertía, para matizar que pensaba «que el colchón era mayor». Y remachaba: «El día que acepté afrontar este reto sabía cuál era la situación del PP vasco. No recibía un PP al alza».

Choque con Sémper

En aquella comparecencia de abril también hubo espacio para la reivindicación: el de su movimiento en San Sebastián, donde situó a Miren Albistur como candidata a la alcaldía, lo que propició un enfrentamiento con el número uno provincial, Borja Sémper. «Achacar los cambios a los resultados sería muy injusto. Volvería a hacer exactamente ese mismo relevo», aseguraba.

Un relevo que motivó el pasado mes de febrero un serio cisma entre Quiroga y Sémper, resuelto a favor de la primera con el respaldo de la dirección nacional del PP. El presidente de los populares guipuzcoanos, que apostaba por Ramón Gómez para el puesto, había dejado la puerta abierta a presentar su renuncia, pero visto el apoyo de Génova a su presidenta autonómica, optó por asumir que había perdido la partida. «No haré un drama. Lo encajo y acepto. Hay que tirar para adelante», decía entonces. Esta semana, en cualquier caso, ha sido de los que han hablado más claro, al describir como «espectáculo» que le provocaba «vergüenza ajena» la imagen dada por su partido y recriminar a Quiroga que, tras sufrir un «portazo», hubiera optado por aislarse.

No era, por otra parte, la primera tensión de Quiroga con una dirección provincial. La primera estalló antes incluso de que asumiera el cargo y le enfrentó al PP alavés, cuando decidió relevar a Iñaki Oyarzábal como secretario general y designar para el puesto a Nerea Llanos. Entonces justificó su decisión en su intención de contar con su propio equipo y reforzar, de paso, a los populares en Vizcaya.

Desplazamiento de Oyarzábal

Un movimiento que se dejó sentir en el congreso regional del 8 de marzo de 2014 en el que fue ratificada como presidenta del PP vasco. Se quedó en un 72,8% de apoyos, en una cita en la que por primera vez los militantes pudieron votar de forma asamblearia. Y uno de cada cuatro decidió emitir un voto de castigo por las profundas tensiones que motivó el desplazamiento de Oyarzábal. Tensiones que, desde entonces, han permanecido larvadas.

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