Juan Carlos Monedero, ex dirigente de Podemos.
Juan Carlos Monedero, ex dirigente de Podemos. - roldan serrano
análisis

Auge y caída de Juan Carlos Monedero

Una de las piezas clave en el origen de Podemos dice adiós tras cuestionar la deriva del partido y haber sido apartado de las funciones principales

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Pablo Iglesias es un admirador de Juego de Tronos. Considera la serie de HBO, basada en la obra de George R.R. Martin, como una forma de acercar a sus alumnos los entresijos de la lucha por el poder. El secretario general de Podemos entiende esta obra como un instrumento clave para explicar la ciencia política. Los seguidores de la serie identificarán sin problemas una frases que se asemeja ahora más que nunca al momento que vive Podemos. «Ganar o morir, en el juego de tronos no hay término medio». Hacía meses que Juan Carlos Monedero vivía en un extraño término medio. Sin irse, pero sin estar. El que fuera pieza fundamental en el proceso de constitución de Podemos ya no podía ganar.

En el día de ayer dimitió de todos sus cargos en la formación. Su muerte política tras apenas un año bajo los focos.

«Se acerca el invierno». Otra frase que los fans de Juego de Tronos tienen grabada a fuego. Tras una primavera demoscópica en los últimos meses de 2014, el desgaste de Podemos se había hecho ya evidente. Un resultado algo inferior a las expectativas en Andalucía y una evolución a la baja en las encuestas habían colocado a Podemos en posición defensiva. El auge de Ciudadanos explica gran parte de ese desgaste, pero no todo. Ya en el mes de febrero algunos politólogos y sociólogos consultados por ABC apuntaban a que el caso Monedero se había convertido en un lastre para las perspectivas electorales del partido. El partido afronta el «invierno» de gestionar un desgaste en unas previsiones que hasta hace unos meses lo habían colocado, en virtud de lo que apuntaban algunos sondeos entre ellos el CIS, en posición de ganar las elecciones.

Ese camino lo tendrá que hacer a partir de ahora Pablo Iglesias sin uno de los hombres fundamentales en el origen de Podemos. Con permiso de Carolina Bescansa y Luis Alegre, hay tres personas sin las que no puede entenderse el fenómeno político: Pablo Iglesias, Iñigo Errejón y el propio Juan Carlos Monedero. Como explica el profesor de ciencia política José Ignacio Torreblanca en el libro «Asaltar los cielos. Podemos o la política después de la crisis», la producción académica y la experiencia como activistas de los tres constituirían «la arcilla intelectual» que da origen a Podemos. Si Pablo Iglesias aportaba las experiencias de la izquierda radical italiana e Íñigo Errejón sus conocimientos sobre la llegada al poder por primera vez en la historia de un líder indígena en Bolivia, de Juan Carlos Monedero se destacaba su cercanía y producción académica sobre la constitución del socialismo bolivariano en Venezuela a partir de la figura de Hugo Chávez, en el intento de «construir un marco referencial alternativo para la llegada al poder de la izquierda», en palabras de Torreblanca.

Ese carisma y personalismo de Chávez los entendería el grupo a la hora de elegir a Pablo Iglesias como rost+ro. De la experiencia de Chávez a la hora de superar las etiquetas «izquierda» o «socialismo» para pasar a hablar de «pueblo» también aprendió Podemos muchas tácticas en la estrategia para elaborar su discurso. De todos ellos fue Juan Carlos Monedero quien más cerca llegó a estar de Chávez y de los altos cuadros del chavismo. Llegó a ser responsable de formación del Centro Internacional Miranda. Cuenta Torreblanca en su obra que su papel causó alguna «resistencia» cuando cuestionó como el hiperliderazgo de Chávez podía ser un riesgo para el futuro del proyecto bolivariano. Ese carisma necesario para construir un relato ganador había terminado por contaminarlo todo. ¿Piensa lo mismo de la deriva adoptada por Pablo Iglesias?

Cuando el secretario general de Podemos se despidió ayer de uno de sus principales lugartenientes, se refirió a él como «un intelectural que necesitaba volar (...) y la vida de partido tal vez no le deje abrir las alas». Dicho más sencillo: puede pensar lo que quiera, pero no puede decirlo. Las declaraciones de Juan Carlos Monedero en la mañana de ayer en el programa «La Cafetera», en las que cuestionaba la deriva que estaba tomando el partido. Pedía volver a las esencias y decía sin mucho disimulo que el partido había comenzado a parecerse a lo que tanto había criticado. A la casta.

Pero lo cierto es que Monedero es parte muy importante de los males que ahora aquejan a Podemos. Su caída en las encuestas coincide con el estallido del caso Monedero. El cobro de 425.000 euros por asesor a los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador a través de una empresa fue el principio del fin de Monedero. Solo regularizó su situación con Hacienda cuando el escándalo se hizo público. Demasiado tarde.

Si algo ha caracterizado a Monedero en estos meses en que se convirtió en una figura relevante de la política española ha sido un cierto grado de incontinencia verbal, que le ha llevado a ser protagonista de multitud de polémicas, como aquellas declaraciones en las que se enzarzó indirectamente con la directora gerente del FMI. Monedero recordó que Lagarde recomendó en 2012 recortar las pensiones y retrasar la edad de jubilación ante «el riesgo de que la gente viva más de lo esperado». «La responsable del FMI dijo que hay un problema: que la gente vive mucho», afirmó Monedero, «¡pues danos ejemplo y muérete tú si consideras que esa es la solución!».

Ese perfil polémico es el que hacía su figura incompatible con las dinámicas de un partido tradicional, que es en lo que ha terminado por convertirse Podemos. De hecho, su «carrera» en el partido ha tenido siempre un carácter descendente. Reduciéndose paulatinamente su poder e influencia en el aprtido. De ser la figura más mediática junto a Iglesias y número dos de facto del partido en sus primeros compases, a ser rápidamente sustituido en ese rol y pasar a ocupar funciones de carácter más interno en el momento en que el partido se dotó de una estructura jerárquica. Íñigo Errejón pasó entonces a ser el número dos. Cuando los escándalos relacionados con los cobros por sus asesorías tomaron forma, su papel se redujo todavía más. Hasta ayer, en que su papel en esta historia se acabó. Ironizaba el pasado junio Monedero sobre la duración del reinado de Felipe VI, al que calificó como «el breve». Finalmente más breve ha sido el papel en la política española de una figura imprescindible para entender el fenómeno de Podemos. Para explicar su origen, su auge, y tal vez también su caída.

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