Sánchez y Zapatero protagonizaron un frío encuentro recientemente
Sánchez y Zapatero protagonizaron un frío encuentro recientemente - de san bernardo

El declive del centenario PSOE

El adelanto de Podemos en el sondeo del CIS ha encendido la alarma de un partido que teme no haber tocado fondo con los 110 diputados de 2011

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«El PSOE sigue pagando los platos rotos por Zapatero», diagnosticaba el jueves uno de sus mayores críticos, Joaquín Leguina, al hacerse público que su partido ya ha sido sobrepasado por Podemos en las encuestas del CIS. ¿Corre el partido más viejo de España, con 135 años de historia, riesgo de ser tan irrelevante como el PASOK griego?.

Leguina es de los pocos que todavía hoy se atreve a situar, con razón o sin ella, el inicio de todos los males socialistas en el «reinado» de Zapatero, en su «frivolidad» y sus «bandazos», de los cuales fue quintaesencia aquello que él mismo denominó «geometría variable» de pactos, y que le llevó a apoyarse un día en Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) e IU, y al siguiente en CiU y PNV.

«Eso despistó mucho a nuestro electorado tradicional y entregó al PP en bandeja el discurso de España», reconocen otros veteranos del partido. «Y se vio en las elecciones de 2008 en las que, lo lógico es que hubiéramos ganado a Rajoy por mayoría absoluta». Pero no sucedió y llegó la crisis, negada por el último presidente socialista hasta que no le quedó más remedio que admitirla. A partir de ahí, fue tropezando una y otra vez con la realidad.

El 5 de mayo de 2010 en el Congreso, todavía decía Zapatero en el Congreso: «no es una buena opción acelerar la reducción del déficit. Quien está equivocado es el PP»... Una semana después anunciaría el mayor recorte de gasto público en la historia de España para bajar del 11,2 al 6% en dos años. Según la leyenda urbana, el expresidente lo decidió tras acostarse muy tarde el 10 de mayo para ver como amanecía en Tokio el índice bursátil Nikkei, después de haber recibido esa noche presiones telefónicas de Ángela Merkel, Barack Obama, y hasta del entonces presidente chino, Hu Jintao. Se plantó en las Cortes el día 12 a anunciar un recorte de 15.000 millones en el Presupuesto. «En ese momento, debió haber disuelto las Cortes. Él justifica que no lo hizo por responsabilidad, para no meter a España en una espiral de inestabilidad, y es verdad, pero nos destrozó».

Convocar elecciones le hubiera supuesto menos coste personal porque, justo un año más tarde, el 2 de abril, tuvo que anunciar que no volvería a ser candidato a La Moncloa en mucho peores condiciones. Fue un desesperado intento, forzado por los barones, para salvar al partido de la quema que se avecinaba; no sirvió de nada. En las elecciones autonómicas y municipales, un mes más tarde, el PSOEperdió los gobiernos de Extremadura, Castilla-La Mancha, Aragón y Baleares, y 2.262 concejales en toda España.

A Zapatero le quedaban seis meses más en La Moncloa en los que adoptó una decisión de esas que marcan un antes y un después en la historia de un partido: reformar el artículo 135 de la Constitución para blindar el pago de la deuda por encima de cualquier gasto. Es simbólica, se hizo para calmar las turbulencias de la prima de riesgo –compitiendo en ese momento con la italiana por ver cuál de las dos llegaba antes a los 600 puntos–, pero trasladó la idea que luego ha catapultado a Podemos: Que PP y PSOE son lo mismo.

Aún así, la «vieja guardia» va más allá de aquellos episodios de mayo de 2011. Admite, por supuesto, que la socialdemocracia tiene un problema desde la caída del muro de Berlín (1989) y el posterior predominio absoluto del liberalismo económico; y que el final a 13 años de gobiernos de Felipe González (con el gobernador del Banco de España, el director general de la Guardia Civil en la cárcel por corrupción, y un ex ministro del Interior por el GAL) fue dramático... pero no desastroso. El PSOE pasó en 1996 de los históricos 202 diputados de 1982 a unos dignos 141 en la oposición. En el poder quedaron barones como Manuel Chaves en Andalucía, José Bono en Castilla-La Mancha o Juan Carlos Rodríguez Ibarra, además de cientos de alcaldes, sostén de las siglas durante la convulsa etapa Almunia-José Borrell, que, aún y todo, acabó deparando al PSOEen las elecciones del año 2000 una derrota de 125 diputados que hoy firmaría Pedro Sánchez.

Zapatero heredó eso y lo elevó a 164 escaños en 2004. Su victoria por sorpresa frente a Rajoy agrandó su leyenda interna y eso le permitió «manos libres». No era extraño en aquellos años escuchar a un Rodríguez Ibarra acostumbrado a plantar cara al todopoderoso Felipe González, en las interminables peleas entre «guerristas» y «renovadores» en el Comité Federal, aquello de: «aquí no se viene a aplaudir al secretario general».

«De aquellos polvos...», se lamentan ahora bastantes. La situación llegó al paroxismo la noche antes del inicio del 37 Congreso, el 6 de julio de 2008, en pleno apogeo por su segunda victoria sobre Rajoy, cuando anuncia a los barones que la nueva secretaria de Organización sería Leire Pajín y confirma lo que Leguina llama «nefasta política de personal». «... Y nos lo tragamos sin más», recuerda con pena un importante presidente autonómico entonces.

En alguna conversación privada tras su abandono de la Secretaría General, en julio del año pasado, Alfredo Pérez Rubalcaba suele decir que la actual situación del PSOE demuestra que el «problema» no era solo él; como no lo es solo Sánchez. El problema es la «marca», vieja hasta para sus bases, que se le están yendo a Podemos, reconoce a ABC un expresidente del CIS.

Un PSOE a la defensiva ya desde el 38 Congreso de 2012, entre los partidarios de Rubalcaba y los de Carme Chacón. Ganó lo «viejo», Rubalcaba, a pesar de que simbolizaba la peor derrota electoral de la historia socialista (110 diputados), solo porque había que frenar a Chacón, a quien el «antiguo Testamento», los Felipe González, Guerra, Chaves, la veían «otro Zapatero con faldas». Aparentemente, la herida se había cerrado con las primarias que eligieron a Sánchez en vez de a Eduardo Madina, pero el miedo a que el «sorpasso» de Podemos no sea solo una encuesta ha vuelto a abrir la caja de los truenos en el centenario PSOE.

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