Iván Mata

Nadie conoce al «pequeño Nicolás»... pero todos salen en la foto

Se le dejó actuar hasta que traspasó la línea: la mediación en el caso Noós, en la maraña de los Pujol y en una ficticia inversión del Gobierno en Guinea

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«Tenemos a Jordi Pujol Ferrusola en una casa en El Viso. Es la gente del CNI. Mañana lo llevaremos a la Audiencia Nacional a declarar en nuestros coches, pero saldrá en libertad. No le va a pasar nada». Estas palabras son de Francisco Nicolás Gómez-Iglesias, catapultado al Olimpo mediático como «pequeño Nicolás», el pasado 14 de septiembre mientras tomaba café en el hotel Meliá de Capitán Haya con Miguel Bernard, fundador de Manos Limpias. «Me pareció una fábula, aunque, al día siguiente, cuando el juez Ruz ni siquiera le retiró el pasaporte a Pujol, me escamó». El mayor del clan acudió a declarar en taxi; en cambio, el día de la cita Nicolás llevó a Bernard a su oficina en un Nissan X-Trail, que este identifica como del Grupo de Escoltas de la Policía Municipal de Madrid y que está suponiendo un quebradero de cabeza al ayuntamiento.

Bernard es una de las pocas personas que admiten conocer al presunto estafador (no denunciado por nadie) con el que todos se han hecho fotos o han hablado, que tiraba de billetera sin pestañear, viajaba en coches de lujo –se investiga si también en vehículos oficiales– y alardeaba de contactos políticos y empresariales inalcanzables para cualquiera. Su carta de presentación verbal en los últimos meses era la de asesor de la vicepresidenta del Gobierno, alternada con la de colaborador del CNI.

«Fran», como le llaman en su círculo, ha contado con dos magníficos avales: el del actual secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz, que lo introdujo hace ya un lustro en FAES, el laboratorio de ideas del PP –aunque ya se habría desvinculado de él– y en segundo lugar con el de un prestigioso miembro de la Comisión Nacional del Mercado de Valores. De la mano de este abogado que lo presentaba como su becario y como alumno aventajado del influyente Colegio Universitario de Estudios Financieros (Cunef), se ha sentado en varias mesas a reclamar mediación en el caso Noós para ayudar a La Zarzuela y en la maraña judicial contra los Pujol por el «bien de España». Su «amigo» de la CNMV fue asimismo la llave que le abrió la puerta a la presidenta de la Comisión, Elvira Rodríguez, quien según fuentes del PP consideró incluir al «pequeño Nicolás» en su equipo de asesores. Con el aval de García-Legaz compartió charlas con el expresidente José María Aznar y con Ana Botella en FAES.

Pedigrí de avalistas

«Jaime le contó a Aznar que este niño era un fuera de serie y que iba a llenar las conferencias de FAES con los mejores alumnos de Madrid. A Aznar le hizo gracia. La foto en la que aparece junto a él corresponde a un día en el que otro de los ponentes era Jaime. Se tuvo que marchar, y en su lugar, con la mayor naturalidad, se sentó Fran», relata a ABC un miembro del PP, presente ese día, que como todos en esta rocambolesca historia pide anonimato.

El secretario de Estado de Comercio fue el interlocutor del Gobierno en el fallido proyecto Eurovegas, una ocasión que también aprovechó «Fran» para encabezar reuniones con empresarios aspirantes a instalarse en el macrocomplejo, a los que dijo que enchufaría.

Su otro padrino, el miembro de la CNMV, le acompañó a reuniones con Manos Limpias y, según algunas fuentes, también a la que mantuvo con Cristóbal Martell, el abogado de los Pujol. En calidad de supuesto asesor de la vicepresidenta u otro de sus autoproclamados cargos, hay quien asegura que se reunió con el propio Jordi Pujol, una cita que de haberse producido no fue inmortalizada, como sí ocurrió con la mantenida con el correoso financiero Javier de la Rosa. Este denunció hace casi dos años amenazas tras hablar de las cuentas extranjeras de su antiguo amigo, el expresidente de la Generalitat, aunque después se desdijo.

Estas últimas citas sensibles del «pequeño Nicolás» se produjeron en septiembre y colmaron la paciencia de quienes llevaban tiempo siguiendo los pasos del inusual mediador veinteañero que había puesto sus codiciosos ojos también en Guinea Ecuatorial y había apelado a Miguel Ángel Moratinos y a un supuesto interés del Gobierno español. A finales de agosto el runrún arreció en el entorno de Soraya Sáenz de Santamaría. «Varios miembros del partido habían coincidido con él en verano en actos y él había contado que pertenecía al Gabinete de Vicepresidencia. Se puso en conocimiento de los servicios de seguridad de La Moncloa y ellos se encargaron de alertar a la Policía», señalan fuentes de La Moncloa, conocedoras de su estrecha amistad con García-Legaz.

Algunos asistentes a sus citas de mediación o promesas aseguran que es «listo, conciso, no cae en contradicciones y además va con quien va». Bernard se entrevistó con «Fran» en unas 15 ocasiones: «En el Club de Campo parecía el amo. Y claro, si aparece con un coche de escolta oficial, con un hombre que dice que ha sido policía municipal y va armado...». Un mes después de la cita del Meliá, «Fran» fue detenido por un grupo de Asuntos Internos. Ni siquiera mandos policiales son capaces de responder a la pregunta de por qué le detiene esta Unidad si no hay policías implicados, salvo que se actúe de acuerdo con el CNI. Se le imputa una estafa, pero la «víctima» dice que no fue tal.

Ver los comentarios