El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el martes en una conferencia del «Financial Times»
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el martes en una conferencia del «Financial Times» - JAIME GARCÍA
GOBIERNO

Tranquilidad en La Moncloa ante la «ridícula» consulta de Artur Mas

El Gobierno da por desactivado el referéndum ilegal del 9 de noviembre y estudiará si puede impugnarse la «nueva ocurrencia»

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La «nueva ocurrencia» de Artur Mas, como calificó la vicepresidenta del Gobierno a la propuesta del simulacro de consulta que se ha anunciado ahora para el 9 de noviembre, no inquieta en absoluto al Ejecutivo de Mariano Rajoy. En el Palacio de la Moncloa se ha recibido con enorme satisfacción, por un lado, la renuncia al referéndum ilegal, y con tranquilidad absoluta, por otro, la alternativa que se ha sacado de la manga el presidente de la Generalitat.

Fuentes de Moncloa tildaron de «ridícula» la propuesta de Mas, que ha dejado la pretendida consulta independentista en una especie de simulacro de encuesta ciudadana con papeletas. El Gobierno no muestra una especial preocupación por esto, aunque seguirá muy atento por si se materializa y se repiten las preguntas sobre la independencia de Cataluña.

En ese caso, el ministro de Justicia ya ha anunciado que se impugnará.

Pero políticamente el Gobierno da por derrotado a Mas, porque su gran baza, el referéndum, no se va a celebrar. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, calificó el martes a primera hora de «excelente» la noticia de que no se celebraría esa consulta ilegal. Rajoy era ya consciente de las alternativas que manejaba el presidente de la Generalitat, pero la situación es bien diferente, sin el calado político que tendría un referéndum como el que se pretendía hacer, con la repercusión que tendría dentro y fuera de España.

Rajoy siempre ha pedido tranquilidad, perseverancia y sentido común para afrontar el desafío independentista, y ahora ve cómo la ley ha tumbado el referéndum ilegal. Algo que en Moncloa se considera un éxito del Estado de Derecho.

A partir de ahora, el Gobierno quiere dejar una puerta abierta a Mas. La puerta del diálogo. Rajoy lo acaba de repetir: está dispuesto a hablar de todo, dentro de la ley como es obvio. Y ese todo incluye, por tanto, una posible reforma de la Constitución. Ni el Ejecutivo ni el PP se niegan a hablar de ello, aunque antes quieren saber qué se pide y qué consenso hay.

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