El Secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin
El Secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin - EFE

Trump agrieta el G-20

«No hay avances concretos y ningún consenso sobre el tema de libre comercio, pero hay voluntad de seguir negociando en el futuro», reconocía el presidente del Bundesbank alemán, Jensa Weidmann

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Durante unas horas, en Baden-Baden, llegó a pensarse que la reunión del G-20 podría ser un éxito. Los equipos preparatorios tenían listo un borrador al que EE.UU. daba un visto bueno inicial y que incluía un apartado sobre libre comercio en el que los países más ricos del mundo se comprometían a seguir avanzando en la globalización comercial y en los acuerdos internacionales aduaneros, pero en cuanto tomó la palabra el Secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, quedó claro que sería imposible siquiera un texto de consenso sobre ese asunto y en el documento final quedó reducido a una efímera mención en la que no se alcanza a decir más que el comercio mundial es «importante».

«Mucho peor de lo que esperábamos», confesaba por teléfono un miembro del equipo alemán.

«No hay avances concretos y ningún consenso sobre el tema de libre comercio, pero hay voluntad de seguir negociando en el futuro», reconocía el presidente del Bundesbank alemán, Jensa Weidmann, que lo más que pudo decir es que «ha habido un amplio apoyo a favor de la idea de los mercados abiertos».

Al hecho de que el proteccionismo de la nueva administración estadounidense no haya podido ser placado en el G-20, como deseaba la mayoría de sus miembros, se suma la grieta que aparece en este foro multilateral y su nueva incapacidad para lograr consensos que sirvan de mecanismo de coordinación con efecto de estabilidad financiera global. «Para la formulación de un comunicado no pudimos encontrar el equilibrio», admitió el anfitrión, el ministro de Finanzas alemán Wolfgang Schäuble, recordando la importancia de «respetar la postura de Estados Unidos».

El texto final se limita a manifestar que los países del G-20 trabajarán «para fortalecer la contribución del comercio» a la economía global y «reducir la desigualdad» en el crecimiento económico. Mantiene los compromisos adquiridos respecto a tipos de cambi,o para evitar devaluaciones e impulsar la competitividad, y el acuerdo para «calibrar cuidadosamente y comunicar claramente» sus acciones de política macroeconómica y estructurales «para reducir la incertidumbre política, minimizar contagios negativos y promover la transparencia».

El punto en el que la presidencia alemana por turno sí logró un éxito muy buscado fue el compromiso de profundizar y ampliar la cooperación económica y financiera internacional con países africanos, un avance en el Plan Marshall para África con el que Angela Merkel desea mejorar las condiciones de empleo y seguridad en esos países y evitar, así, que muchos de sus habitantes se lancen a emigrar a Europa.

El documento supone también una tregua en cuanto que el G-20 mantiene su compromiso con la reforma del sector financiero y apoya las recomendaciones del Consejo de Estabilidad Financiera para hacer frente a los puntos débiles estructurales de la gestión de activos. En julio de 2017 se informará sobre los progresos y seguirá observando los riesgos en el sistema financiero, incluidos los derivados de la denominada “banca en la sombra”, que alude a aquellas entidades que realizan operaciones financieras que no están reguladas, así como en la finalización de Basilea III y la aplicación de sus requisitos de capital.

Protección a consumidores y clientes de bancos

Una de las conclusiones que ha sacado de la crisis el G-20 es la necesidad de proteger a los grupos más vulnerables de población que son los destinatarios últimos de la globalización comercial y financiera. En esta reunión se ha acordado promover mecanismos de defensa de consumidores y clientes de bancos, así como a las pymes, que participarían en una cadena de valor global sostenible. El G-20 reconoce que la sofisticación de los mercados de productos y valores no puede perjudicar a los estándares y la necesidad de “un sistema de fiscalidad internacional justo y moderno” para evitar la erosión de la base imponible y traslado de beneficios, antes de que, en septiembre, tenga lugar el primer intercambio automático de información financiera entre países.

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